This is a SEO version of RC_1966_06_N69. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »pirados 'en;1a rubra, ·delaRasa escribí o
para mí esta po-esía:
No me mires así porque podría la luz de tu pupila quemadora, encender en mi pecho, abrazadora, la llama del amorl
Mas, no importa, mírame así, que ,bien 1,0 necesita .el pecho míoj
:ha tanto tiempo que .10 siento frío.
las 'estrofas las he copiado de memoria, pues no conservé i..eloriginal. :Rosa me las dedico a mí y las hizo 'pubHcar 'en El Tiempo de Guayaquil, pocos días después de nuestro paseo. Ignoro, si la rubia que inspiro al vate . colombiano ;esos versos, los leyera. 'Creo que no. A la misma rubia la volví a ver después, un domingo en una iglesia a la salida de misa, a donde yo también había 'asistido, y mení ahí cuenta de que ni siquiera notara mi presencia, ya que paso junto a mí, rodeada de un grupo de 01ra~ muchachas de su misma edad, las cuales, como hondada ,de palomas, -abandonaban alegremente el tem– plo. Investigué quién erala rubia y se me informo que pertenecía a la familia Seminario, de la meior sociedad ;ecuatoriana.
La visjon de la muchacha rubia, en aquella tarde del Maleeon de Guayaquil, .quedo gravada en mí como la impresion que se recibe al ver un cuadro artístico, donde los colores ,de ~a luz dorada del sol, se proyectan con fl,Jerza :sobre un fondo negro, causando vívida impresion ,la c\;lal n'o se 'borraj y para mí esa vis ion fugaz fue como la del relámpago que de pronto, paraliza la vista, sin dejar huellas en el alma.
LAS CONDICIONES HIGIENICAS DE GUAYAQUIL
EN 1900
Ahora debo hablar sobre las condiciones higiénicas de 'Guayaquil en el verano de 1900, las cuales eran, des. de 'todo punto de vista, detestables. Por donde quiera se veía gente 'enlutada, y no era raro encontrar diaria–
ment~ 'en las cdlles, comitivas 'fúnebres. Hacía mucho calor, y me dedan ahí, ser esa la época sana del año. Las malas condiciones higiénicas se deben a su suelo :fangoso, a la abundancia de mosquitos y a las pésimas condiciones de los lugares sanitarios, en el interior de las casas.
A este respecto, vale la pena de referir lo que a mi me ocurrío una mañana en Jos 'primeros días de mi lle– gada a Guayaquil. Me levanté a las seis y como oyera prego!,ar ~I Grito del Pueblo, me aproxim'é al balcon de ,la calle parú! comprar un n'úmero de dicho diario. Me puse a leer el periodico en el mismo balcon, dando la espalda a la calle, mientras me servían el desayuno. Minutos después, sentí un olor muy desagradable. Con la vista busqué por todos lados la causa de aquella pes– tilenci-a y entré 'a mi cuarto. No veía por esos sitios nada anormal, pero n-otoba, sí, que el mal olor se acen– tuaba. Volví al balcon y me incliné hacia la cdlle. Un vaho caliente, de intolerable hediondez me dio en pleno rostro 'provoéánaome n'áuseas. Ya no pude desayunar– 'me, y con ob;eto de desterrar de mis narices el mcil olor,
'ffie~as ;frofé con agua de '-colonia hasta lastim'ármelas.
Vano empeño. La pestilencia había invadido' todo el Hotel y no se respiraba allí otro aire que uno mefítico. Desesperado, abandoné el Hotel y al llegar al porton me dí exacta cuenta de lo que pasaba. A esas horas, se efectuaba la limpieza de las letrinas del Hotel. Este ser· vicio se hacía por medio de unos barrilitos colocados de· bajo de los asientos ,para escusados, y en la mañana, se sacaban para vaciarlos en un carreton que los conducía a cierto lugar del río, donde se descargaban las materias fecales. Al salir yo, aquella mañana, hacia la calle, ví el carreton abierto y a un hombre vaciando un barril. Perdí el apetito en todo 'el día. No fue sino hasta las 7 de la noche que pude comer algo en un restaurante lejos del Hotel California, donde me hospedaba.
Igual cosa me ocurrio días después de esa primera desagradable experiencia. Viajaba yo en el tranvía para llegar a la oficina donde trabajaba. Delante del carro del tranvía, iba uno de esos carromatos cargado de materias fecales y como el viento era favorable, las ema· naciones del vehículo -invadieron, por largo trecho, la calle por donde caminábamos. Noté, esta vez, que al– gunos de los pasajeros se aplicaban el pañuelo a las narices, mientras otros, acostumbrados sin duda a esa emanaciones deletereas que a veces infectan gran parte del aire de la ciudad, no se preocupaban de ello. Cuán· tos años tendría Guayaquil de vivir así? Creo que la cosa era muy vieia.
Esto explica el mal estado sanitario del puerto, mientras por otra parte, en ese año de 1900, daba m\Jes– tras de una brillante situacion economica, aunque la po– lítica nacional no diera señales de tranquilidad.
En ese mismo Hotel California conocí a unos ciuda– danos de Quito, confinados al puerto, en castigo de sus 'actividades políticas contra el régimen del gobierno d.el General Alfara. Según me dí cuenta, en el interior del país había fuerte oposicion al mismq, y Guayaqvil, era el lugar donde éste gozaba de más simpatías. Por eso, el gobierno confinaba allí a sus opositores políticos. Es– tos se quejaban de que el confinamiento allí no era muy humano, puesto que las gentes del interior como las de Quito y otras regiones en los Andes, sufren mucho con el clima de Guayaquil, y aun ha habido casos fatales entre alguno de los confinados políticos allí. Esto mismo, ,nos referían estos individuos que entonces sufrían la pena de confinamiento en Guayaquil. El mismo día en que todo el Hotel California fue invadido por aquellas emanacio– nes deletéreas, los encontré sumamente preocupados. Se mantenían, esos pobres quiteños, amiedados, con el olmo en un hilo, tanto por los castigos de que eran víctima, como por el estado sanitario del lugar que se les había señalado para su confinamiento.
RARAS CURIOSIDADES
Entre las curiosidades que ví en Guayaquil, fuera de productos industriales como tejidos, y,otros artefactos de uso común que llegan del interior para su reaHzacion en el puerto, todo elfo digno de alabanza, hay otra que se exhibía en un museo. Me ,refiero a :Ios cad6veres ·huma· 'nos reducidos hasta dejarlos d~1 tamañ'Q de un muñeco de diez pulgadas de alto, trdbajo 'ejecutado por 'los in. dios Jíbaros. Aunque no es muy agradable contemplar esostadáveres, 'en donde 'seveaún+a ,piel y -el 'pelo :de
30
This is a SEO version of RC_1966_06_N69. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »