This is a SEO version of RC_1966_06_N69. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »preocupado por siglos, primero a los españoles, y des– pués, a nosotros, pero ya va solucionándose salisfacto– riamente, gracias a los empeños de algunas clases direc– toras y a la paciente y silenciosa labor de los misioneros catolicos, como lo he dicho, y no me cansaré de repetirlo. Por fin, llego el vapor costero que venía de Panamá. Con ei dinero de la venta de los revolveres, que nos devolvieron la mañana antes de embarcarnos, pagamos los pasaies hasta Guayaquil. Pasamos primero por Ma– nabí, donde se fabrican los célebl'es sombreros de pita, pero no bajamos a tierra porque el vapor ancla muy lejos del puerto, y el transporte en lanchas es caro, e íba– mos escasos de dinero.
Tres días después, de haber salido de Esmeraldas entramos por el puerto de Santo Elena, donde está la estacion cablegráfica, al otro caudaloso y ancho río, ecuatoriano, el Guayas, y tres horas después de haber salido de Santa Elena, fondeamos frente a Guayaquil. Desde que entramos en el Guayas, notamos el cambio de vegetacian. Aquí es árida y las aguas del río, terrosas, sucias. Se siente ya un calor sofocante como el de Pa– namá.
EN GUAYAQUIL
Serían las tres de la tarde de un día de Agosto de 1900, cuando desembarcamos en uno de los muelles de Guayaquil. Yo tenía en la bolsa, únicamente, veinti– cinco centavos, que me sirvieron para pagar el tranvía que nos llevo a la fonda "El lodto", hosdepaje que nos habían recomendado por lo barato. El General Toledo se fue a hospedar al Washington, hotel de lujo, donde encon1ro al General Emiliano J. Herrera quien, horas an– tes del mismo. día en que nosotros salimos de "Perry Hill", salio él también de ahí en un bote, a tomar el vapor de pasajeros, "Colombia", andaclo en la bahía de Panamá que en esos precisos momentos salía para Gua– yaquil. Nosotros no supimos hasta nuestra llegada a este puert('), que el General Herrera nos había precedido en la huída de Panamá.
El puerto y la ciudad de Guayaquil se extienden a lo largo de las márgenes del río. Su perímetro es grande y cuenta con más de cien mil habitantes; (1) buenos edi– ficios públicos y particulares, y numerosas iglesias y conventos. los edificios en su mayor parte ,son de ma– dero, y en muchos lugares, montados sobre pontones, a causa de la humedad del terreno. los demás, especial– mente las iglesias, el edificio del Banco del Ecuador y otras residencias, son de piedra o cal y canto. A lo lar– go de la ciudad, a la márgen del río, hay un hermoso y ancho Malecon de cal y canto. Parte de éste sirve para mvelles y aduana, y el resto para el tráfico de coches por donde pasea, en las tardes, la sociedad guayaquile– ña. En la parte alta de la ciudad, llamada El Cerro, hay espléndidas residencias de gente rica.
Qué diferente la vida de Guayaquil a la de las otras poblaciones por donde habíamos pasado! Nos SOI'–
prendio la animacion reinante en las calles, en los tran– vías, liendas de comercio y cantinas. Hacía tres meses que andábamos dentro de la manigua de Panamá yen– seguida experimentamos la triste vida de Tumaco y de Esmeraldas, con su ambiente también de tristeza y de-
~
(1) Hablo de e..~ año. 1900.
samparo, para encontrarnos de nuevo en un pedazo de tierra donde la civilizacion había convertido en un puerto lleno de actividades y ánimo.
A la época de nuestra llegada había en éste, el más importante puerto del Ecuador; había mucho negocio y
el dinero corría en abundancia. El oro amonedado, es– pecialmente en libras esterlinas y dolares americanos, circulaba a la par de la plata. No recuerdo haber visto entonces billetes.
Circulaban diariamente tres periodicos, dos de ellos con edificio propio: El Grito del Pueblo, de mayor circu– lacion y El Telégrafo, el más antiguo de los dos. Hoja esla última de caracter político y filiacian conservadora. A estos le seguía El Tiempo, de ideas liberales y defensor, naturalmente, del gobierno del General don Eloy Alfara. El Tiempo era dirigido por el doctor lucia no Coral, a quien ti-até personalmente a mi llegada a Guayaquil. La empresa de El Grito del Pueblo contaba con edi– ficio propio, como la del Telégrofo. La del primero era un edificio de dos pisos de construccion moderna, mien– tras la del segundo, muy viejo. El Grito del Pueblo tenía un buen servicio de noticias mundiales y un selecto cuer– po de redaccion. Hasta donde podría serlo en esa épo.
CO, era un diario independiente pero tampoco se mos– traba francamente hostil al gobierno del General Alfarc. En dicho periodico se publicaban los celebrados artículos del escritor ecuatoriano conocido ya en toda América y
que firmaba con el pseudonimo de JClck the Ripper, de prosa castiza y galana y de un temperamento humorís– tico de correcta diccion clásica.
Debe tomarse en cuenta que el Ecuador había sido gobernado, antes de la revolucion que coloco en el Poder al Presidente Liberal General Eloy Alfaro, por el Partido Conservador. - Durante muchos años los conservadores gobernaron, apoyados por el clero, en ese entonces muy ilustrado y de gran influencia en las masas populares del Ecuador.
En una de las primeras noches de mi arribo a Guaya– quil y llevado por mi afician al periodismo y también para conocer personalmente aJad! the Ripper, de quien había leído algunos de sus escritos, fuí con Tomás Infante a visitar las oficinas de El Grito. El redactor de turno esa noche nos recibio muy gentilmente, pero no pudimos
ver a JCJck tlle Ripper, el célebre humorista ecuatoriano, por no encontrarse él a esas horas en la redaccion del diario, lo cual sentimos mucho pues habíamos ido expre– samente, para ello. Ya más tarde, durante nuestra esta– día en Guayaquil, no intentamos volver a las oficinas del Grito de! Pueblo y no pude conocerle corno eran mis de– seos.
El gran puerto ecuatoriano contaba en aquella fecha con dos Hoteles de primera clase: el Washington y el París; muchas y buenas tiendas de comercio con artículos de lujo y de última moda, y además, profusion de canti– nas y restaurantes, bien montados y proveídos. Tenía también un edificio para Club Social, integrado por ele– mentos ricos del' parlido conservador que constituía en esa época la aristocracia criolla del país. Como mis conocidos en Guayaquil eran casi todos empleados del gobierno, éstos, no frecuentaban aquel centro social por ser miembros del partido liberal y, por lo mismo, a pesar de los deseos que hubiera tenido para conocer el aspecto social de aquella gente, no me fue posible visitarlo; pero
25
This is a SEO version of RC_1966_06_N69. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »