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procreo cuatro hijos: Bernabé, Francisco, Anastasia y Ma~­

nuela. Bernabé Somoza, el célebre y pintoresco bando– lero, caso con Leandra Luna, joven de Masatepe, la que le dio cinco hijos: Aquiles, Fernando, Pío, Guadalupe y Félix, militar que murio el primero de Enero de 1829.

Francisco -amigo y soldado de Morazán- se enrolo, junto con Bernabé, con las fuerzas del General Balla– dares que pelearon en Choluteca contra un ejército hon– dureño, conocido como los "pericos", al mando de San– tos Guardiola, muriendo acribillado a balazos en ese encuentro y quedando su cuerpo, abandonado, en el compo de batalla. Anastasia es el padre de don Tacho, esto es, el papá del Gral. Anastasia Somozo Gorda. Y

Manuela caso con un señor Tapia de Masatepe y es abuela materna del Gral. José María Mancada (4).

Don Fernando no era más que el curandero de los Chamarra y llegaba a Masaya muy a menudo. En un viaje que hizo a esa ciudad la familia citada conoCio a doña Juana a quien galanteo y conquisto, con sus cua– lidades de tenorio, a pesar de sus cincuenta y un años. Doña Mercedes, al darse cuenta del embarazo de su madre de crianza y dama de compañía, deCidio que el hijo naciera y se criara en su hogar. Y así sucedio. El poeta fue, pues, hijo natural. Por eso llevo el nombre de su madre. Pío Bolaños dice que esta era de origen viscaíno e Hildebrando H. Castellon y Luis Alberto Cabra– les afirman que don Fernando era criollo español de as– cedencia gallega.. Ignoramos la fecha de la muerte de este. Aquella, en cambio, fallecio el 27 de Noviembre de 1856. Sus restos fueron enterrados en uno de los corredores de la iglesia de San Francisco en Granada. Y

sobre su lápida se lee la siguiente inscripcion de su hi– jo:

Descansa en paz querida madre mía

y si en la mansión en donde te hallas Conservas alguna memoria de este mundo Cons6grame un recuerdo.

MATRIMONIO, HIJOS Y RETRATOS

Iribarren durante su juventud fue lo que hoy lla– mamos un "chico bien". Así por lo menos me lo han descrito: un joven elegante en el vestir y en sus moda– les, de atrayente físico, educado a la sombra del orgu– llo familiar de los Chamarra, o bajo su tutela, que tenía los mismos privilegios que las hijas de don Fruto: Car– mela, Mercedes Jacinta, Josefa, Carlota y Adela -a quienes profeso un explicable amor fraternal- y lla– maba la atencion en las fiestas y reuniones sociales. En una de ellas, según me han contado, conocio a Bernabe– la Berm' dez, quién debía enamorarse de él, con la que contrajo matrimonio. De esta union nacieron dos hijos: Pedro Antonio y Bernabela. Ambos heredaron en cier– ta forma la vocacion literaria de su padre, pues el pri– mero, que murio a los doce años, solía escribir inconta– bles cartas, recados, notas de pésame e invitaciones en verso; yola segunda, a quien llamaban Bela y Belita, le gustaba recitar. Esta 'caso con el hijo mayor de Pe– dro Joaquín Chamarra --es decir, con Frutos, que en

1896 mando a sacar el testamento de su suegro- y, des-

(4) Castell6n, Hildebrando A. Apunte:¡ Históricos, Bernabé Somoza. Su Biografía, Paris; 1930. Cuaderno empastado y mecanografiado, 13 páginas.

pués de la muerte de su padre y esposo, vivio-con sus

hermanos maternos, mejor dicho, con los hijos de don Enrique GUzmán Selva, con el cual su madre, fallecido

ya don Juan, contraía segundas nupcias. Al morir de. jo sus cosas en la casa de su padrasto, entre ellos, dos retratos de lribarren: uno fabricado en París que don Frutos, su esposo, mando a hacer en uno de sus viajes a Europa. Ese retrato, tomado de un pequeño y hecho sobre un lienzo con crayon, lo regalo Matilde Guzmán Bermúdez por medio del Coronel Marín, al Gral. Anasta– sia Somoza Garda, ya que se trataba de un pariente le– jano. Todavía, pues, existe. Solo la familia Somozo, en el caso de no conseNarlo, sabe su paradero. Y el otro casi imposible de hallarse, lo regalo también su hermana Matilde a una sirvienta que le había seNido, fielmente, por muchos años. Este retrato, de cuerpo en– tero, podría encontrarse en San BIas, pueblo donde resi– día la beneficiaria.

SINTESIS BIOGRAFICA

En 1842, a los 16 años, junto con Jeronimo Pérez -que en sus memorias le llama "el canario granadi– no"- continúa sus estudios de Filosofía y Cánones en la Universidad de Granada, iniciados, según el testimo– nio de Ortega Aranciabia, un año antes. El rector era el Doctor Benavent y los principales profesores: Rosalío Cortez y Manuel Barberena. Años después llego a ser Secretario de ese centro de estudios. Entre el 54 y el

59, al mismo tempo que pelea, escribe sus cantos y la mayor parte de sus composiciones. El 25 de Octubre de 1855, reunido con otros ciudadanos en la Alcaldía de Granada y "tomando en cuenta el estado crítico en que se encuentra la ciudad invadida por fuerzas del Supremo Gobierno Provisorio, que están en poses ion de la misma" firma el acta, bastante conocida, que 'consta en el docu– mento ejecutivo senatorial NI? 68, incorporado en la pri– mera sesíon del Congreso Norteamericano N9 34, en la fecha arriba anotada. No solo el poeta, sino también el resto de los firmantes fueron "criticados acerbamen– te" por los que huyeron a tiempo, sin comprender, como lo indica Alejandro Reyes Huete "que tuvieron que ha– cerlo así por elemental impulso de defensa, para salvar la vida que, en ese instante, era lo principal. Lo prime– ro era sobrevivir. Después erguirse y buscar por todos los medios posibles, no el desquite personal, sino la sal– vacion nacional, recobrar el prestigio de pueblo civi/i– zado y libre, avivando la resistencia con energía, ardor y pasion inextinguibles" (5). Estas palabras destruyen la desacertada apreciacion y el injustificado achaque de Bendaña cuando dice que "quiebra su estro luchador en el retroceso dvico de un pliego entreguista en el que fir– ma ofreciendo Granada a las garras temerarias de Wal· ker". Más tarde tuvo dos compañías comerciales: una con sus deudos y amigos Dionisia y Pedro Joaquín Cha– morro; y otra con Joaquín Zavala llamada "Iribarren &

Zavalo". Durante el gobierno de Adán Cárdenas fue Ministro de Nicaragua en la Santa Sede. Antes de par– tir a Italia Carmen Díaz le escribio el poema "En tu Vid– je a Roma" con la siguiente dedicatoria: HA mi amigo y

(5) Reyes Huete, Alejandro. Estampas de Nuestra Historia. Granada,

1956, p. 81.

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