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que era hasta entonces uno de los países menos ex– plorados de la América Central. Anduvo a pie por los matorrales seuni-secos que cubren las llanuras cá– lidas y onduladas de la orilla norle del lago y llegó al pueblo de Acoyapa, donde cOInienza el antiguo camino a los distrifos mineros de las monfañas del declive atlántico. Tomó este camino, y pasando por Guiscolar subió de una vez al Cerro Cosmatepe, co– no que se había considerado antes corno volcán, pe– ro Sapper, afirmó su naturaleza no volcánica y su relieve como originado por la denudación. Con±i– nuó la marcha por Rejeque, La Manga y El Chile hasta llegar a Agua Caliente, lugar situado al borde del Río Rico. De aquí volvióse al oeste tomando la rufa por San Antonio. Medio Mundo, Mugan y La Liberlad, cenfro de zninas explotadas hacia la mitad del siglo XIX, hasÍa Comalapa. Se dirigió ahora al

norle por Comoapa, Boaco Viejo y Muy Muy para llegar a M:a±agalpa, donde encontró de nuevo la ru–

ta anierior a su viaje de ida. En Íodo el camino hi– zo por primera vez un croquis geológico, con que aclaró mucho los conocimienÍos físico-geográficos de esta región aparlada. Años después dibujo con es– tos datos, perfiles geológicos que son hasta hace po– CC) los únicos que existen de eSÍa parle de Nicara– gua.

minos repetidamente transitados a través de la Baja Verapaz al valle del Moiagua. Marchó de Gualán por veredas poco frecuentadas a El Paraíso, Cl"U2:Ó

la Sierra de la Grita y continuó la marcha por La Florida hasia Santa Bárbara y Comayagua. Tomó el rumbo nordesÍe a Sulaco descubriendo cerca de Esquinas fósiles cretáceos. De Yoro se fué a La Cei– ba, donde se embarcó para las islas de Uilla y Rua– tán, cuya geología investigó por primera vez. En el regreso a la iierra firme sobrevino un norle tre– mendo, de modo que la embarcación luvo que refu– giarse en las Islas Cochinas.

Luego comenzó Carlos Sapper de nuevo el viaje al interior de Honduras. Anduvo a lo largo de la cosía y se volvió de Papalotecs y San Anionio a So. naguera. Cruzó el Río Aguán y siguió el camino sobre la Sierra de Olancho hasfa Juficalpa. Conti– nuó el viaje nunbo sur y sureste pasando por Cuajini– cuil, Chichicasle y Quil¡:tlí, siluado en el río del mis– mo nombre y afluente del Río Coco que cruzó cerca de SanÍa Cruz. Llegó a Jinotega en Nicaragua. Don Carlos recordaba siempre esta rUÍa como lamits fa– tigosa de ladas las que anduvo en Centro Ámérica. Encon±ró los caminos malísimos, en peor estado fo– davía a causa de las lluvias torrenciáles que le afli· gieron increíblemente. ..

Regresó a Santa Cruz acompañado por el señor Hans Heiland y se embarcó en un bohgo para bajar el Río Coco hasta la desembocaduri;i. Sapper hizo en eSÍe trayecto un croquis de la corriente del río, proyecto hasta entonces no realizado. Navegó tam– bién en el Río Bocay desde el pueblo del mismo nom– bre pasando por Limnambu y Ocatufo hasta. Gasea. Consiguió datos eÍnográficos sobre los indios Sumu y lvfisquifo, ribereños del Coco y Bocay, y recogió una cC)lección de sus armas y utensilios.

Por fin arribó a Gracias a Dios a PrUlcipios de

mayo de 1900, donde se embarcó en el vaoor file– mán "Ema" que le llevó por Jatnaica a Nue';a York, de <londe regresó a Alemania, con lo que se :1erm:i.ria– ron los viajes de explorl;lción en la América Central.

3. AI\JOS DE CATEDRATleo EINVESTIGADOR

Carlos Sapper había resuelio seguir la carrera universitaria. Por eso se hizo recibir como caíe– drático con el carácter de "Privatdozent" en la Uni– versidad de Leipzig bajo la dirección del famoso geógrafo y etnógrafo Federico Raizel· en el año de

1900, y dos años más tarde fué llamado como caíe– drático extraordinario a la Universidad de Tuebin· gen, en la Alemania del sur. En 1910 fomó pose– sión de la cátedra de geografía en la Universidad de Esirasburgo y en 1919 la misma en Wuerzburgo en Baviera, donde ±rabaj6 hasta su jubilación en

1932 a pesar de varias honrosas llamadas a oiras uni– versidades alemanas. Prefirió la Universidad de fa–

maño mediano, ya que le garantizaba espacio de tiempo libre y sosegado para dedicarse a sus traba– jos científicos.

En los años de 1900 haSÍa 1914 y de 1923 hasta

1928 Sapper efe~ó muc:ho$ viajes a Europa y w-

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De Matagalpa siguió por Chagüilillo, El Jicara! y $1 Avispero cruzando la fila de los volcanes de los Maribios entre el de La Rota y el de Las Pilas, y en–

iró por fin a la ciudacl de León. En Corinto se em– barcó para La Liberlad y caminó del puerlo a la capiial de San Salvador y hasta Santa Ana. Las in– temperies impidieron la nueva visita de los volca– nes en la región de Izalco. Estas y una cierla in– certidumbre PQlliica en la zona fronteriza en±re Gua– iem.ala yEl Salvador movieron al docior Sapper a interrumpir su viaje. Marchó, pues, a Acajufia don– de tomó el vapor haSÍa San José de duatemala y di–

reciamente regresó a Cobán. Así terminó uno de sus viajes más largos, cuyos resu1±ados geográficos y geológicos ensancharon sumamente los conocimien– tos sobre la geografía física del isimo centroamerica– no del sur, a 10 que deben agregarse las contribu– ciones etnográficas obtenidas en Costa Rica.

Al comenzar el siglo XX CUlTIplíó Carlos Sapper ,doce años de permanencia en la América Central. Había ganado la fama del explorador más feliz del isimo entre México y Panamá y se le reconocía co– mo el más erudito ge6grafo y ge610go moderno en eSÍa regi6n, cuyos muchos trabajos le habían abier– fo las puedas de los gremios científicos del viejo y nuevo mundo. Tenía ahora 34 años de edad, y co– mo era natural quería regresar a Alemania para de– dicarse a la carrera universifaria. Pero es típico de este hombre fan aficionado a saber mucho, que no pudo efectuar su regreso a Europa sin emprender un viaje más. Su primer plan de visitar oira vez COSÍa Rica y Chiriquí fue cambiado en pró de un viaje a

H~nduras y las parles colindantes de Nicaragua, re– g16n que había atravesado en 1898. La razón de visitarla una segunda vez fuá la pérdida de sus muesfras geol6gicas, como hemos referido más arri– ba.

Salió a pie de Cobán én enero de 1900 por

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