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« Previous Page Table of Contents Next Page »Introducción al Tema de la Universalidad Nicaragüense
JOS!: CORONEl- URTECHO
Poeta, escritor, historiador.
No se puede negar que la hisioria de Nicara– gua, como la de :iodo país americano y hasia po– siblemen:±e más que la de casi :iodos ellos, ha es:ia– do siempre abierla a lo universal. Basia un ligero conocimien:io de ella para rendirse cuenia de que, efectivamen:ie, casi :iodo el proceso de su desarrollo es consecuencia de actividades o iendencias no en– ieramenie circunscrilas a nuesiro :ierrilorio, sino en alguna forma relacionadas con el mundo eniero o con alg~a concepción del universo. Esio se debe sobre iodo al hecho de que en el siglo XVI el isimo de Nicaragua, haciendo juego, has:ia cierlo punio, con el de Panamá, pero con otros resul:±ados, vino a quedar en el camino de algunas por lo menos de las g113.ndes corrienies de la hisioria universal. Siquiera s'ea para Centroamérica propiamen:ie dicha el isimo ~icaragüense ha sido, como quien dice, un verdadero centro de confluencia de :iales corrienies.
La conquis:ia española de las provincias centroame– ricanas, en realidad no fue oira cosa que el primer resul±ado de es:±a convergencia en Nicaragua de los principales movimien:ios de exploración continen:ial con miras a la navegación in:ieroceánica y mundial. Más imporlan:ie aún para nosotros, aunque quizá en sí misma, lo sea menos, fue desde luego la consi– guien:ie formación del pueblo nicaragüe~se que, por el hecho mismo a que debe, su origen, ha es:iado siempre expuesto ---'-Con gran peligro a veces de su independencia y aun de su propia -idiul:iidad- a
la~ incitaciones y presiones de las grandes poten– cias mundiales.
Por diferen:ie de la nuesira que hoy nos pa– rezca su conoepción del universo, los hombres de la conquis:ia an:ies que nada se movían por una in– con:ienible vocación de universalidad, a la que ne– cesariamen:ie es:iaba aparejada una cierla visión universalis:ia del mundo y de si mismos. Hernán Corlés o Fedro de Alvarado y aun Gil González Dá– vila, inspirados en las figuras universalis:ias de la antigüedad, como Alejandro y César se proponían en sus empresas objetivos mundiales. En su famo– sa marcha desde México hacia la actual fron:l:era norle de Nicaragua, Corlés buscaba el Estrecho Du– doso, que Cris:l:óbal Colón creía haber encontrado en Veragua. A Pedro de Alvarado, que en busca del mismo paso había descubierlo y conquis:l:ado Gua:±emala y El Salvador le sorprendió la muerle cuando preparaba una expedición a las Molucas. Gil González Dávila, navegando por el Pac::ífico, en la
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misma demanda del Estrecho, descubrió el ishno de Rivas y el Gran Lago de Nicaragua, y fue el primero que señaló la practicabilidad del Tránsilo. En las exploraciones del río San Juan, efectuadas con el objeio de es:l:ablecer alguna forma de comunicación in:l:eroceánica, parliciparon hombres de la enverga_ dura con:iinenial de Fernando de Rojas y Belalcázar. Aún el mismo Pedrarias y los Conireras, a pesar del espíritu iodavía feudal de esa familia ya en cierio modo ian nicaragüense, sólo leían el futuro en las líneas del mapamundi.
En la misma colonia, cuyo aislamien:io no debe– mos exagerar, los descendienies criollos y mesiizos de los conquisiadores nunca llegaron a perder del iodo el inierés por las rutas oceánicas, ni la inquie– iud universal que le correspondía. Por la ruta ma– rítima del Desaguadero esiaban en coniacto con las flo:ias que llegaban de España a Carlagena o Porio– belo, cuando no alerlas a la amenaza de la piraie– ría, yeso bas:l:aba para man:iener despierlo el sen– fimien:io universalis:ia, aunque la mayoría de los· co– lonos apenas lo distinguiera de su fidelidad a la metrópoli o de la idea del imperio español. La acti– tud no varió sin embargo, sino al contrario se agu– dizó más todavía con la proclamación de la inde– pendencia y aún con el consiguiente separa:±ismo de las provincias centroamericanas. Empezando por Valle, tódos los próceres tuvieron una visión mun–
diE~.l y hasta marí±ima de Cen:iroatnérica. En ella se basaba su fe en el porv'enir. Sus suceSoreS no la abandonaron ni en los peores momentos de las guerras civiles, y fundaban en ella sus esperanzas aún cuando todo parecía perdido. Entre los nicara– güenses que figuraron en nuestra his:ioria del siglo pasado, sin excluir a los comandantes miliiares, más o menos dictatoriales, como el Gran Mariscal, Casto Fonseca, ni a los cabecillas revolucionarios y jefes de bandas, más o menos anárquicos, como Chelón o Bernabé Somoza, yo no sé de ninguno que no tuviera -debido sobre iodo a las dificul±ades con las potencias exiranjeras- un agudo sen:iido de 10
que significa la posición de Centroamérica, y espe– cialmenie la de Nicaragua en la Geografía Universal, y de la forma en que ésia influye en el proceso de su his:ioria.
Los Esiados Unidos e Inglaterra -más como símbolos del fu:±uro que como poiencias marí±imas y eomerciales- eran, en realidad, tan:io una :ienta-
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