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cas en una cueva cerca del pueblo de Sama Cruz, e investigó varios cerrilos en la Sierra de Panpacché. Mandó una parle de los hallazgos de cerámica, prin~

cipahnente cabecilas de barro, al Museo Real de Et– nología de Berlín y regaló otros objetos al Museo Etnográfico de Sfutlgarl. No tuvo ocasión de conti– nuar tales estudios en el futuro. aunque siempre se interesó por la arqueología maya, como lo prueban no solamente los numerosos planos de las ruinas mayas que encontró en sus viajes a Mesoamérica, si– no también sus muchos papeles arqueológicos pu– blicados hasta su ancianidad.

En octubre de 1890, emprendió un viaje de Co– bán al Lago de Izaba!. Siguió una vereda dificil que atravesaba entonces por el borde sur del valle una selva virgen que hoy está bastante aclarada por bananales. Vadeó muchos ríos caudalosos que des– cienden con mucho caudal de los declives empina– dísimos de la Sierra de las Minas. Pasó por char– cos y pantanos hasta que se vió enfrente del Lago de Izabal en la aldea de El Chapín. De allí llegó a Izabal, cruzó la Sierra del Mico por un camino res– baloso y visiló las ruinas de Quiriguá antes de re– gresar por Puerlo Barrios y Lívings±on a Cobán. En su relación de la excursión ha legado a la posteri– dad una de las descripciones más hermosas del paisaje del Lago de Izaba!, una joya de Guatemala, que impresiona vivamente a todo el que puede gozar de la sublime tranquilidad del ambiente tropiccil, las verdes márgenes del lago dominadas por montañas cubierlas de espesos bosques y el juego de los colo– res atmosféricos, alternándose los días de sol, cal– mados, con otros de súbitas tempestades. Séame permilldo hacer notar aquí que Carlos Sapper nun– ca tomó fotografías en sus viajes en Centro Améri– ca. No fué fotógrafo como los investigadores con– temporáneos, los arqueólogos Teoberlo Malar y Al– fred P. Maudslay. En cambio nos dejó sus pnmoro– sas descripciones de paisajes que igualan a las que Friedrich Raizel había trazado de mano maestra.

En 1891 encontramos al docior Sapper como administrador de la finca "Campur" en el norie de la Alta Verapaz, propiedad de su hermano, q-q.e te– nía que ser cul±ivada como plantación de café. Es– tos meses de finquero causaron un contacto íntilno con los peones indígenas. Entonces adquirió ma– yor práctica en el cultivo del café en la finca "Chiacam" y guardó para siempre un vivo interés por el desarrollo económico de los trópicos. La per– manencia en esta finca fué interrumpida por el se– gundo viaje largo, desde marzo hasta abril de 1891, que le condujo de "Chiacam" al nordeste de la Re– pública, al sur de la colonia de Belice, y enseguida al sur del Petén.

Arribó a Punta Gorda, donde comenzó su expe– dición al interior. Se encontró freme a los declives de la Montaña de Cresta de Gallo (Coxcomb Moun– tains 1, nombre que fué cambiado hace varios años por Montañas de los Mayas (Maya Moumainsl, cer– ca del pueblo de San Amonio Nuevo. Vivían allí

indios kekchíes que desde emonces comenzaron a inmigrar a estas parles de la colonia, debido a las molestias que les causaban las autoridades de la Al– ta Verapaz. El rumbo del camino fuá ahora al po– niente. Cruzaron el Río Sepuslhá y se hallaron en

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el pueblo de San Luis, siluado en el terrilorio guaie. malteco (18 de abril). Los caminames encontra. ron, fuera de una sola familia maya, familiaS" de kekchíes y dos mexicanos, aparle de dos guatemal. tecos corno empleados del Gobierno. En San LUis comenzó la vuelta de la expedición a través de los abismos rocosos calcáreos del sur de este pueblo. Cruzando el Río Cancuén y pasando las aldeas de Tuilá y Chillón, süuadas en una árida región, lle.

gó el docior Sapper a Cahabón el día 27 de abrií. de 1891.

Apenas un mes más tarde estaba lisio para otro viaje largo durante el cual pudo cumplir su deseo de conocer el Petén. Salió de Cobán el 3 de junio, a caballo. De allí continuó marchando a pie Con sus mozos rumbo al este y nordeste hasta Chibut

(320 m.l.

El único mozo tuvo que regresar a causa de una herida. Aforlunadamente se presentó la oporluni~

dad de transporlar el equipaje en bestias de carga hasta La Libertad, mientras el docior Sapper con los arrieros recorrió el camino a pie. Se detuvo unos días gozando de la hospitálidad de la entonces im– porlante casa de Jamet y Sastré, famoso por su trá– fico de madera. Vacilaba todavía acerca de la ru– ta que debía tomar para el regreso a Cobán, Cuan– do se le presentó la oporlunidad de confinuar su viaje al poniente del Río Usumacinta, por cierlo de– sistiendo de una excursión al Lago del Petén. Salió a caballo, acompañado por un ingeniero agrónomo de la casa cilada. el primero de julio, pa– sando sabanas y pantanos hasta llegar a Paso Ta– nahí. Desde este sillo visitó don Carlos uno de los pocos campamentos de los lacandones que existían entonces al oriente del Usumacinta.

El reconocimiento geológico de la comarca era imposible por la altura del crecido río, del modo que el doctor Sapper se vió obligado a descansar algu– nos días entre los pobladores afligidos por calentu– ras y otras enfermedades tropicales. Sólo el 17 de Julio pudo embarcarse llegando hasta la momena El Desempeño, donde tuvo que detenerse varios días. Pudo entonces visifar las ruinas de Yaxchilán (70 m.l llamadas en aquel tiempo "Menché Tinamil", que le impresionaron profundamente. Sus noticias son ca· racterísticas del modo de observar del sabio, "Dios lo sabe, éste es un sitio para sueños, reflexiones y me– ditaciones sobre la calidad perecedera de las cosas del mundo. Sin embargo, se queda uno consolado y reconciliado por la belleza y exuberancia vegetal, si bien la contemplación de las ruinas incila a pen– samientos fristes",

Todo el que ha visto las famosas ruinas de Pa– lenque antes y después de su desmonte, a causa de los trabajos arqueológicos recientes, confirmará las anotaciones de Carlos Sapper con respecto a la im– porlancia de la vegetación para el goce estético de las ruinas mayas en medio de las selvas vírgenes tropicales.

Desde Yaxchilán nuestro viajero emprendió el regreso río arriba pasando por la Constancia hasfa llegar a la desembocadura del Chixoy el 30 de Julio. Se internó en este último hasta llegar a las Salinas de los Nueve Cerros, donde el 9 de agosto de 1891 encontró ya unos mozos mandados por don Ricardo,

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