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minaclon de "Reservas Especiales por Acumulación Monetarias" y "Revaluaciones Monetarias", con sal– do conjuufo de ~ 31.954.121.53, Y adeInás firmaría Pagarés del Tesorero, a 30 años de plazo, al 2°/.. de interés anual, con monto de <!= 43.039.!,;22.30, amor– tizables a partir del quinto año de la fecha de sus-cripción. .

En la forma anterior, se sometió a la considera– ción del Congreso Nacional, un proyecto de Ley, habiendo sido aprobada la capitalización del Ban– co Nacional, en cuya forma se aumentaba el patri– monio de nuestra institución de ~ 55.006.356.17 a

t$ 130.000.000, dotando a la principal institución de Crédito del Estado de recursos más ad~cuados para poder continuar con sus planes de a~ento de la producción y además, se sentaban las,;pases de la nueva estructuración legal del Banco, que le asigna mayores fW1cíones de Desarrollo.

Así pues, una carlera congelada en los libros del Banco Central, que al ser pagada habría signi– ficado una esterilización del ahorro de los nicara– güenses por su retiro de la circulación, el Gobierno de la República y l~s autoridades económicas del país, se decidieron ppr una actitud de más positivos beneficios, destinando tales recursos al desarrollo económico del país mediante la concel¡lión de prés– tamos a Mediano y Largo Plazo, a través de progra– mas debidamente aprobados por el Banco Central de Nicaragua.

3. Política de Habilit.aciones

Hasia el año 195.9/60, la Polilica de Crédito que seguía el Banco Nacional de Nicaragua para finan– ciar las siembras de algodón, se basaba en la exi–

gencia de deier'minadas garantía?; se limitaba el número de manzanas en func;ión al monto máximo que permilia la Ley 0lVánica del Banco en présta~

mos para una sola persona natural o jurídica y, año c;on año, se fijaban pres1.lpuesios fijos por manzana, s.eñelando lo que el Banco debía otorgar para las disthifas -labores que integran el proceso productivo. Con variae.iones d,e un año a otro, 10 habilita– ble por manza1.1a era de ~ 1.000 más ó menos. Pa– ra el, ~ñ6 1959/60 el presupuesto qUe rigió era de

~ 70.00 para preparación de tierras, ~ sO.OO para la siembra, q: 120.00 para cultivo, ~ 500.00 para pla– gas y ~ 160.00 para recolección, en total ~ ~OO.OO.

Un solo usuario no podía efectuar siembras cuyo presupuesto excediera de la suml;l de ~ 250.00.

Este sisiema tenía el gravísimo inconvenienle de que servía con eficacia. solam.ente al tipo medio de agricultor, ya que para los pequeños, quienes no incorporan al costo de su producción el costo no monetario del trabajo de sus deudos, la habilitación resultaba excesiva, y para los grandes, que ya co– menzaban a incorporar los elementos de nuevas téc– nicas, como ferlilización, algunos trabajos de conser– vaci6n de suelos, efe., los presupuestos del Banco resultaban siempre insuficientes para cubrir los cos– ios de la etapa inicial de preparaci6n de terreno, luego a la hora de fertilizar los campos, porque tales labores no se contemplaban en las previsiones, y fi– nalmente, en la época de la recolección, puesto que la partida destinada a ~tos fines, estaba, calculada

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con base en 28 quintal(;ís de algodón en rama, y tal' ; rendimiento, en el caso de los productores que co– menzaban a tecnificarSe, estaba muy por debajo de la realidád.

Así pues, mientras por un lado ten~mos a los productores haciendo los arreglos de sus Saldos In. solutos con la esperanza de pagarlos con el produc– to de sus nuevas siembras, por otro lado existía un sistema de habilitaciones cuya inflexibilidad no les permitía reconciliar los métodos de trabajo indica– dos por la técnica, con presupuestos estáticos -yen cierla medida- arbitrarios.

El Banco, como catalizador de los recursos que debía destinar a satisfacer las necesidades plantea– das, se consagró a la tarea de producir políticas más racionales, que hicieran posible impulsar la produc– ción por los caminos de la eficiencia, tanto en el campo producilvo como en el de la rentabilidad. Bajo esos auspicios naci6 la nueva polífica de habilüaciones que, adoptando el sistema de presu– puesto flexible, debía encaminar la producción del algodón con una nueva orientación, estableciéndo. Se severos controles de inversi6n y de vigilancia de las garantías.

l.-"La polí1:ica crediticia del Banco está orientada hacia "IDa mayor producción en cOAdiciones eco– nómicas, en consecuencia, la rentabilidad de la picií:iucción es condición indispensable para sus operaciones de crédito;

2.-El Banco no tiene presupuestos rígidos para los

~ul±ivos, sino que mediante el estudio de los pla– nes de inversión determinará la conveniencia de la financiaci6n y su monto

I

3.--'-Cuando en los planes de siembra se confétt\plen reinversiones de utilidades la Prenda !\graria a favor del Banco tendrá qUe ser sobre la totali· dad de la cosecha del área sembrada} .' 4.-Cuando los clientes del Bl;lnco hayan cancelado sus habilitaciones anteriores y se en'cuentren al día en el servicio de sus otros compromisos con la in6iituoi6n, estarán en capacidad de solicitar la repetición de la habilitación para igual área de cultivo

I

5.-Con este propósito él Banco ha facultadp- a todas sus oficinas para resolver direcie¡.menie los cré– ditos que les soliciten en esas condiciones".

Para el ciclo agrícola 1960/61 se estableció que, para poder ser habililable para sembrar algodón, las empresas de las personas interesadas debían tener un promedio básico de 22 quintales de algodón en rama durante los 3 ciclos inmediatos anteriores. Se señalaba la cantidad de ~ 35.00 por quintal que daba W1a habilitación básica de ~ 875.00 Y para el productor que operara en el mínimo.

Los ~ 35.00 por quinfa1 era el resultado de apli– car el 70% que es lo que respalda la Prenda Agra– ria, al producio de 25 qqs. en rama vendidas al pre– cio de t$ 50.00. Aquí cabe hacer la observación que la polífica original había sido diseñada para un pro– medio de 25 quintales de algodón en rama por man– zana, y que por gestiones de los algodoneros, y por tratarse del año inicial de la nueva polilica, se bajó a 22 quintales la exigencia del promedio básico,

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