Page 109 - RC_1966_06_N69

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Solorzano; pefO que eso efa falso; y temeroso de que lo castigaran injustamente -decía él- se había fugado y

venido para Costa Rica. Debo confesar que no me so· tisfizo la forma en que este individuo me explicó su caso. En dos conversaciones que con él tuve, noté cierta con· fusión y nerviosidad en sus relatos. No quedé claro de sU defensa ni de sus explicaciones, aunque sí ha insistido en no ser culpable del delito de que se le acusaba en aquella épC;Ka.

De fuente revolucionaria conservadora, tengo dos versiones sobre el mismo asunto de las claves. 1 ~ Mariano Zelaya Bolaños, primo hermano mío, fue siempre enemigo del Gobierno del Presidente Zelaya, no obstante ser también primo de éste y haber sido antes de que el General subiera al Poder, muy buen amigo suyo, y de su hermano Francisco, a quienes consideró siempre como primos, -Mariano, digo, me inFormó en 1911, ya caído el General Zelaya, la forma en que los revolucionarios conservadores obtuvieron las claves de lo Comandancia General.

Su versión es la siguiente:

El año de 1903, algunos amigos conservadores, antes de estallar la revolución, obtuvieron, comprando a un telegrafista del Campo de Marte, copias de cables y

telegramas que salían y se recibían en dicha oficina, copias remitidas inmediatamente a Granada a don Ale– jandro Chamorro. Este, en unión de don Eulogio Cuadra, después de una paciente y hábil labor, lograron descifrar casi todos los mensaies cuyas copias les habían sido en– tregadas. Seguían este procedimiento: cotejaban las copias respectivas; el telegrama que era despachado de la Casa Presidencial con su correspondiente contestación; y como el primero iba todo en clave, y el segundo, a veces no, del contenido de este último, sacaban, más o menos, los conceptos del cifrado, hasta que después de mucho esfuerzo inteligente y hábil, lograron obtener al– gunas de las claves, clunc¡ue estas no totalmente como pletas; pero si lo bastante para valerse de ellas en sus futuras maniobras revolucionarias.

Mariano, no me dio el nombre del agenle conser– vador que operaba en Managua, ni el del telegrafista que entregaba las copias.

2~ Versión revolucionaria conservadora.

Se trata de la que años después de lo que me había informado Mariano, me dio otro primo hermano mío, Macario Alvarez Leiarza, quien tomó parte activa, desde 1903, en todos los movimientos revolucionarios que el Partido Conservador organizó hasta la caída del General Zelaya, primero, y después en la del doctor José Madriz, sucesor de éste en la presidencia, en 1910.

El informe suministrado por Macario, es el siguiente: Servía como telegrafista operador en Tecolostote, depar– tamento de Chontales, Eduviges Alonso, en Marzo de 1903. Fernando Argüello, primo hermano de don Ale– jandro Chamorro, propietario el primero de una finca de ganado en dicho lugar, logró entrar en relaciones con Alonso, obteniendo de éste copias de todos los mensajes telegráficos que pasaban por su oficina y trasmitidos de la Casa Presidencial a los empleados del Departamento

de Chontales y de f3luefields, y las contestaciones de éso tos. "Tecolostote" o "El Riíto", como también se le llamaba a esa estación telegráfica, servía de tránsito para todas las comunicaciones: especie de llave para ellas, donde se dividen esas dos zonas telegráficas del país. Argüello, a su vez, enviaba, diariamente, a don Alejandro Chamarra a Granada todas esas copias, y por medio de ellas pudo Chamarra descifrar las claves si– guiéndose del método, del cual me había ya informado Mariano, de comparación y cotejo, entre los respectivos despachos. Macario no supo si .Alonso había sido como prado por Argüello; pero es natural suponer que el dinero haya servido para obtener las copias. Lo que sí sé yo, es, que el inFidente Eduviges Alonso, entró a formar par– te de los revolucionarios en Marzo de 1903, prestándoles sus servicios a éstos durante el movimiento.

Por otra parte, mi hermano Francisco que supo muy tarde, por no estar él en Granada en ese tiempo, lo de los despachos telegráficos cifrados sustraídos de la ofi– cina del Campo de Marte, me informó en 1911, a mi regreso de Nueva York a Granado, que la versión dada por Eliseo Lacayo capturado en el Victoria, era cierta. Dijo éste, Lacayo, en su declaración al ser capturado por el Gobierno en el Victoria, que las claves habían sido en– tregadas por el Secretmio Privado del Presidente, a los revolucionarios.

Francisco me aseguró que tuvo oportunidad de in– vestigar la versión de Lacayo con resultados positivos. Lacayo decía: la versión la oyó, a su vez, de los mismos revolucionarios y entre otros, de don Alejandro Chamo· rro, Jefe de la revolucion que se manifestaba disgustada conmigo por haber yo entrado al servicio del General Zelaya. El objeto entiendo yo, si es cierto Jo de Lacayo de hacer circular esa versión, tenía dos fines: ponerme mal a mí con el Presidente, y, después, despistar a éste para que no averiguara la verdadera forma de que ellos se valían para obtener las copias de los despachos de la Casa Presidencial.

Debo advertir, que mi hermano Francisco tenía muy buenos amigos entre los revolucionarios, y que él mismo en años anteriores a 1903, tomó palie en varios movi– mientos revolucionarios. En el de 1898 cayó prisionero en un combaie en el Cerro de Mombacho, y hasta fue omenazado con fusilarle por el General Pedro Fornos Díaz, Jefe Militar del Gobierno Liberal en aquella oca– sión. Se salvó gracias a la pronta y eficaz intervencion de otro militar de esas mismas Fuerzas del gobierno y a quien por apodo llamaban en Masaya: "mono blanco". Este militar de apellido Amador, no recuerdo su nombre, al saber que se trataba de un prisionero de guerra de apellido Bolaños, lo tomo bajo su protección, impidiendo así, que se ejecutara la amenaza del General Fornos Díaz.

Como Amador era de Masaya, conservaba muy buenas relaciones con nuestros parient~s en dicha ciudad y, esa circunstancia, lo llevó a interesarse por la vida de mi hermclI1o. A propósito de esta intriga contra mí, y de su ineficacia para causarme daño, vaya copiar aquí párrafos de una carta que mi primo el doctor Emilio Al· varez Lejarza me escribió el 11 de Julio de 1939 sobre ese malévolo cargo, carta que originalmente conservo en mi archivo.

Entre otras cosas relativas a la oposición que mi tío,

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