Page 98 - RC_1966_05_N68

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Capítulo VI

~ almÍl'anle EaDlee. - Tributo. - La casa del rey. - Indios Towka. - La Lagwaa "Pua". - El risco ele Branc:anan. - Plracleras. - Venados. - Bahía arenosa. - Conversaciones con los Indios. - Llegada, recepción y carác:!er elel rey Mosquilo. - Consejo. - La música y los inslnunenlos musicales. - Hislo– ria

de Don Carlos y el Gobernador Clemenli. - Suello y produc:los. - Marga. - Arcilla. - Viaje a

"Cabo Gracias a Dios".

Continuando con mi detenninación de seguir ha– cia el Norte, salí de Laguna de Perlas, subiendo por Río Grande hasta Prinzapu1ko donde, como lo tenía planeado, me encontré con el Almirante Earnee, que es uno de los ires jefes principales de la Costa Mos– quita, y quien había viajado hasta Bocas del Toro para cobrar los tribuíos que se debían al Rey. Lle– gó a Prinzapulko en una embarcación grande acom– pañada de airas embarcaciones mas pequeñas, y fué recibido con el debido respeto por el Capitán Tarra, Brown y airas nativos que 10 condujeron a la casa del Rey. El Almirante es un negro 100%, sin la menor señal de tener ni una gota de sangre In– dia; me encontré con que era un hombre sensato, as±U±o e inteligente, descendiente de los Sambos que antaño sufrieron naufragio en esta costa. Como ha– bía anunciado el día exacto en que llegaría, se hi– cieron preparaciones para dar alojamiento a él y a

25 de los que lo acompañaban y fueron acogidos con festejos en la casa del Rey. La mayoría del tribuío consistía en carey; se exigía una concha a cada canoa que participaba en la pesca de la tor– tuga. Se exigía el mismo valor en doreys, hama– cas y tela tosca de algodón a las canoas que se de– dicaban a aira cosa que fuera la pesca de la tortu– ga.

En relación a las casas del Rey, es menester observar que las principales colonias de los Sambos y sus aliados inmediatos forman una cadena de vi– llorrios, a cierla distancia uno de oiro, de un eme– mo de la Costa Mosquita propiamente dicha al oiro; y en cada uno de esos villorrios se erige una casa llamada la casa del Rey, para cuya construcción coo– peran todos los miembros de la comunidad, y es destinada para ser ocupada únicamente por el Rey y sus acompañantes cuando estos visiten la colo– nia. En esa casa también, el jefe de la colonia, o uno de los tres jefes principales que la gobiernan, se reúnen para mediar en las discordias y forjar las leyes y regulaciones, que luego son sancionadas por el Rey antes de ser puestas en uso. Algunas de esas casas son de tamaño bastante grande y edificadas con mucho cuidado y solidez.

Tan pronto como Earnee se enteró de que yo de– seaba hacer una visita al Rey, me ofreció toda la ayuda posible; después de permanecer unos días en Prinzapulko lo acompañé en su viaje al Cabo. Sali– mos a media noche río abajo favorecidos por un vien– to terral. Este viento generalmente comienza a soplar a la puesla del sol y cesa hasta corno a las diez de la mañana del día siguiente. Viendo que el mar cerca de la desembocadura del río estaba embravecido, Ear– la desembocadura del río estaba embravecido, Ear– nee, algunos de sus acompañantes y yo desembar– camos en la desembocadura y continuamos por tierra hasta la Laguna de Tongula, dejando a la oira gente en los doreys luchando para hacer el viaje por mar. Cruzarnos el río que conduce a la Laguna y

continuarnos nuestro VIaJe hasta que la brisa del mar comenzara a soplar sobre la costa; y pararnos en una de las casas del Rey que había sido consirui– da para comodidad de los viajeros a poca distancia del banco de arena, corno a la mitad de la distan– ci enire Prinzapulko y la Laguna de Wawa. En la Laguna de Tongula nos reunirnos de nuevo con las canoas.

En este lugar hay unos cuantos Mosquitos e In– dios Tongulas, pero no hay blancos o descendientes de blancos,- sin embargo, los nativos nos suminis– traron abundancia de provisiones y todo lo necesa– rio.

Al anochecer todo mundo se embarcó de nuevo para continuar el viaje con la excepción del Almi– rante, unos cuantos de la comitiva y yo, que decidi– rnos continuar nuesiro viaje por tierra corno había– InOS hecho antes; como a la media noche llegamos a las riberas del Río Wawa, que conducía a una la– guna de tamaño considerable y del mismo nombre; allí encontramos una canoa que había sido puesta en ese lugar adrede para que en ella cruzáramos el río, que es bastante ancho, pero el banco en la des– embocadura es poco profundo y muy peligroso: el mar es bravo, por 10 que es peligroso llegar a la costa, y hay varios bajíos y cayos pequeños que se señalan en los mapas de una manera muy vaga o no se señalan del todo.

Un número considerable de Indios Towka habi– tan las riberas del gran río que desagua en la La– guna de Wawa, y según dicen, tiene su origen a mas de 150 millas en el interior. A poca distancia de la Laguna de Wawa está la Laguna de Para, que se conecta con la primera por medio de un río de ta– maño considerable, y cerca de Para está la residen– cia del "gobernador", uno de los ires jefes principa– les de la región.

Después de cruzar el Río Para seguiInos hacia el Risco de Brancman y de la cima de éste pudi– mos contemplar el panorama de la región, la cual, hasta donde alcanza a ver el ojo, está cOInpuesta de praderas cubierlas de una hierba áspera y larga y de pinos y maderas InUY buenas. Así son casi todas las praderas de la Costa Mosquita, con la ex– cepción de los terrenos demasiado bajos, los cuales se cubren de agua durante la época lluviosa y pro– ducen únicamente una hierba áspera y fétida y ar– bustos típicos de las regiones pantanosas.

En toda la región de Brancman abunda el vena– do;- uno fuá divisado por un Indio desde la cima mieniras pacía, y éste procedió a quitarse :l:oda la ropa y empezó a deslizarse a gatas hacia el animal, permaneciendo inmóvil excepto cuando este último se inclinaba para comer, cuando estuvo corno a cin– cuenta varas del animal, lo deribó fácihnente con un solo disparo de rifle. Los Indios se lo repartieron dejando algunas de las mejores parles para nuesira cena.

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