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de predecir los acontecimienios. Han adquirido co– nocimienios de las virludes medicinales de algunas planias y eSÍán capacitados, por lo ianio, para cu– rar heridas y iambién algunos de los desórdenes in– cidenÍes al clima. En consecuencia son ienidos en gran estima y veneración por los indígenas más ig– noranies. Previamenie a ser Íenidos corno Sukias profesionales, se recluyen, algunas veces por meses, en los bosques sin Íener comunicación alguna con nadie; y es allí que iienen coniaCÍo con el espíriiu del que se ha hecho mención. Ellos son profunda– mente aSÍUÍos y comparativamenie inieligenies, y una vez que han adquirido dominio en casa, su fa– ma se extiende a las tribus vecinas.

He oído a menudo, y no iengo la menor duda del hecho, que se ha sabido que bailan, en esiado de compleia desnudez, en medio de una gran pira encendida, no ieniendo las llamas ningún efeCÍo' so– bre sus cuerpos, y esio lo hacen hasÍa que se emn– gue el fuego. ResisÍen los efeCÍos de las llamas por medio de un poderoso anÍídoio, extraído de subs– iancias vegetales, la preparación del cual es cono– cida sólo de los Sukias superiores.

Todos sus conocimienÍos, sin embargo, han si– do insuficienÍes para luchar contra las enfermedades introducidas por los Europeos, siendo muchos los na– tivos que han muerlo por la viruela, el sarampión y oiros males para los que no conocen cura y por los que su número ha sido reducido grandemenie. A la primera aparición de sarampión o viruela, que han probado ser Ían desiructivos de esios pobres Indios corno la plaga ha sido para los habitanÍes de otras parles del mundo, abandonan sus eSÍableci– mienÍos y se van a algunos de los numerosos cayos de la cos.l:a en busca de aires puros. En uno de los cayos los infeCÍados son cuidadosamente recluidos y se evita el traio con ellos hasÍa que eSÍán libres del mal. La muerle, sin embargo, generalmenie pone fin a sus sufrimienios.

Los Mosquilos, repetidamenie, han inÍeniado do– minar a los indios de San Blás, y mucha sangre ha sido derramada en consecuencia. La última expe– dición conira ésios iuvo lugar hace cerca de veinie años. Consistió en unos trescienios hombres, los que casi Íodos fueron aniquilados en los diversos en– cuentros que iuvieron lugar en las posiciones des– veniajosas a las que fueron atraídas. Muy pocos de

los invasores regresaron a sus tierras, y por lo ian_ ÍO, no es muy seguro que inienios similares vuelvan a llevarse a cabo desde la Cosia de Mosquilos. Cuál será la polífica de los nuevos gobiernos de la América del Sur hacia la conciliación de esias y

oiras tribus independienies, esiá por verse, pero a juzgar por algunos de los recienÍes decreÍos de Co– lombia, mucho es de ieme·r que la imporlancia de eSÍas tribus no ha sido jusÍamenie apreciada. Por las resiricciones impuesÍas a su comercio y otras ac– iividades, ellas pueden coniinuar considerando a los Colombianos no mejores que los Españoles; y si es así, las consecuencias no pueden ser sino dañinas para ambas parles. Sus ierritorios son naiuralmen_ Íe Ían fuerles, y los puerlos y lagunas Ían intrinca_ dos que los contrabandisias, corsarios o piraias, si eSÍán en buenos iérminos con los Indios, siempre po– drán enconÍrar refugio; y el comercio con Carlagena, Porlobelo, eic., puede, en consecuencia, en cualquier momenÍo, encontrarse con inierrupciones y daños. Esia parle del IsÍmo de Darién presenia un precioso campo para las investigaciones del viajero indusirio– so y cienÍífico; y, sin duda, muchos muy imporlan– Íes descubrimienÍos, bOÍánicos, mineralógicos y otros, eSÍán por realizarse por aquellos que iengan la in– clinación y habilidad para explorarla.

Volviendo a nuestras operaciones comerciales: habiendo salido de Nueva Caledonia proseguirnos a CareÍ, donde dispusimos de lo úl±imo de nuestra mer– cadería a cambio de cacao, con lo que compleÍamos la carga de los dos bongos, y regresamos con facili– dad a la embarcación en Cayo de la Aguja. Duranie nuestra ausencia, el traficanie había manienido el más amisÍoso iraÍo con los nativos y

había recogido cerca de cien ioneladas de, fusÍoc, además de otros más valiosos produCÍos, lo suficien– ie para la carga de regreso, con la que llegarnos con seguridad a Jamaica, después de una ausencia de cerca de nueve semanas.

En mis subsiguienies viajes a la cosia siempre encontré a los Indios ansiosos y deseosos de contri– buir al éxilo de los barcos que comandaba. Por lo general, se apegan a aquellos que los visitan con fre– cuencia. Cada viaje subsiguiente mejora su amis– Íad y su deseo por desarrollar los iniereses comercia– les de su región, ÍanÍo corno su ignorancia e inexpe– riencia les perrni±a juzgar.

Capítulo 111

Viaje a la lag1U1a de Clüriquí. - Podobelo. - Costa Mosquilia. - Chrico Mola. - Residencia allí. –

ZaI'zapanilla. - Excursiones al inferior. - Hisloria ele 1U1 buscadOl' ele 01'0. - Padiela de caza. - Vista del lUlánlico y Pacífico. - Visita de 1U1a corbeta de guel'l'a. - Carácter y cosIumbres de los Valientes.

El árbol de soupa. - Sel'pienles. - Bucaneros. - Los Indios Chilibés, Tiribés y Blanco.

En el año 1817, mis viajes a San BIas fueron inierrumpidos por una severa indisposición que me redujo a un eSÍado de gran debilidad. Una vez con– valecienie, acepÍé la oferla de un amigo para acom– pañarlo en un viaje de comercio a la Ensenada de Mandingo y a diferenies parles de la Cosía de los Mosquitos. Su objetivo era desembarcar mercade– rías a sus agenies en distinios lugares y iraer de ellos iales cantidades de fusÍoc, conchas de iorlugas, zar-

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zaparrilla, cacao, eic. corno las que recogieran; des– pués de vender el resÍo de sus arlículos a los Espa– ñoles en Coclec, Río de Oro, Matina, y en el Río San Juan de Nicaragua, por especies y oro.

De acuerdo proseguirnos a la cosia de San Blás y transamos negocio en Nueva Caledonia, el río Mosquilo, Sarsadee y la Ensenada de Mandingo, re– cibiendo allí considerables cantidades de conchas, cacao y otros produCÍos valiosos. Volviendo de la

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