Page 78 - RC_1966_05_N68

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ba, en cieria medida, a la necesidad en que se en– cueniran, de guardarse con gran vigilancia contra

SUS vecinos Españoles, por los que muestran una enemistad inveterada. Ningún barco español que haya caído en su poder ha podido salvar su fripula– ción, pues cualquiera de ellos que sufra la desgra– cia de naufragar cerca de sus costas, sufre, bajo cual– quier circunstancia, la masacre de la tripulación, co–

rnO fatal consecuencia.

Durante uno de mis posteriores viajes a este sec– lor, una excelente goleta Española con quilla de co– bre, de cerca de 120 toneladas, cargada de vino,

arrOZ, maíz, azúcar, ladrillos, y tasajo, encalló du– ra nie la noche en un escollo recoso, un poco al nor– este del gran río Playón. La tripulación, conocien– do la inevitable consecuencia de ser descubierios en la mañana, cogieron sus botes durante la noche y llegaron a Poriobelo. La embarcación siendo fuer– te Y bien conslruída, dió contra el arrecife sin su– Írir grandes daños. Los indios, inmediatamente que descubrieron el accidente, la abordaron y la sa– quearon, cariando los mástiles y el bauprés, con el propósüo de inutilizarla y aprovechar la herrería. Se lamentaban de que la tripulación hubiese esca– pado. El casco del barco fue después llevado a Needle I"Lay (Cayo de la Aguja) donde yo lo usé pa– ra annar una goleta bajo mi mando.

Es de laraentarse que esta parie del ISD:nO sea tan poco conocida. Se me ha asegurado por mu– chos indios inteligentes, dignos de confianza, que uno de los ríos en los que esián asenlados, tiene su origen en una especie de laguna o lago, apenas a ocho millas de distancia del Pacífico. Los bosques de San Blás, producen algunas muy valiosas made– ras, entre las que pueden ser enumeradas, el fustoc, cedro, palo hacha, ébano, brasil, palo de lanza, y gran variedad de lnaderas finas, bien adaptadas pa– ra el uso de carpinteros de banco, pero hasta ahora poco conocidas. El inferior abunda en caza de va– riada descripción, entre la que están el tapir o vaca de monte, el waree, pecarí, antílope, armadillo, y oiros, además de una gran variedad de aves. Nin– gún río o cos:l:a del mundo puede producir una ma– ,/or variedad de peces tan excelenles, o de mejores ±orlugas; y su canfidad parece ineJdinguible. Los cocoteros nunca son cariados ni destruidos por los Indios de San Blás; y son 1an abundantes en iodos los cayos, que la fru.±a es considerada de poco valor excepto po, razón del aceHe, que los nafivos, exiraen y usan para el cabello, para sus lámparas y para oh-os lnenes±eres. Cualquier cantidad de esta fruta puede conseguirse a muy poco costo.

Los habitantes de esta parte de la costa, son muy cuidadosos en preservar la ±oriuga pico de halcón. Nunca des1ruyen sus huevos y tienen un método sin– gular, aunque cruel, de desprender la concha sin ma– iar al animal, como lo hacen las o±ras iribus. Re– cogen una cantidad de yerba seca u hojas con la que cubren el lomo de la criatura y luego le dan fuego. El calor hace que la concha se desprenda en las junturas. Con un cuchillo largo las piezas se van gradualmente levantando de la espalda, te– niendo mucho cuidado de no dañarlas con mucho fuego, ni de forzarlas sino hasta que el calor las ha– ya dejado listas para su separación.

La torfuga misma es sostenida por un indio du-

ran±e esta operación, y luego se la deja escapar; pe– ro gran número de ellas, reducidas a un estado de impotencia, son víC±hnas de los numerosos tiburones que pululan en la costa. Ha habido casos, sin em– bargo, de que la ±oriuga es cogida de nuevo des– pués de haber sufrido el proceso, y la concha que subsecueniemen±e se ha formado, en vez de estar di– vidida en trece piezas, -número corrien±e-, sólo tiene una que la cubre toda.

Los traficantes, que no son jueces de fus±oc, son a veces engañados vendiéndoseles una clase de ma– dera espúria sin finte; y ellos mismos deterioran la calidad de la legítima madera, sumergiéndola en agua salada para aumentar su peso. Estas práC±i– cas, junto con la circunstancia de que una gran can– tidad de madera inferior es cariada en sillas bajos y suan1.posos ha depreciado el carac±er de la que se recoge aquí; pero yo estoy completamente sa±isfe– cho de que el fus±oc de las ~ierras alias del I sima es tan valioso corno el de Cuba, Jamaica o cualquier o±ro lugar.

Los nativos son excelentes cazadores y pescado– res. Uno de sus métodos de pescar es verdadera– mente singular. Siendo clara el agua de las costas, ellos pueden ver a los peces descansando o nadan– do cerca de la superficie o en sitios poco profundos, y matan un número considerable de ellos siguién– dolos en las canoas y tirándolos con flechas. Las mujeres y los niños plantan y culiivan m.aíz, yuca, plátanos y otras provisiones, siendo tarea de los hombres el corle de madera, prepararla para la venta y otros usos y limpiar las tierras para sus plantíos. No son muy adictos a licores espirituosos corno algunos de los arras indios de la costa; y usan su propia chicha, licor hecho de maíz, yuca y plá– ±anos con. preferencia al ron. Por lo general tienen una sola mujer, aunque hay algunos en±re ellos que por inclinación y habilidad para mantenerlas lle– gan a tener cuairo o cinco. Sus casas están cons– ±ruídas a carla distancia una de aira. Cada esposa .liene, por lo general, su casa o choza separada y viven en términos amistosos con sus vecinos. El marido corrientemente hace su residencia con la mayor de las mujeres, la que tiene obligación de dar el ejemplo a las demás y mantener un amis:i:o– so :'íra±o con la familia, llamándoles la atención a su bienestar y conveniencia. Algunas veces, aun– que no muy a menudo, se mantienen iodas en una casa, excepto durante el período avanzado de pre– ñez, de paria, o de amaman:l:ar a los hijos, en cuya época invariablemenle viven solas. Al momento lle– gado, la mujer, corno es costumbre en las tribus in– dígenas, se retira a una choza construída en el bos– que, a una distancia del resto de la familia. Allí permanece asistida por una pariente de edad, q1.:uen queda recluida con ella. El período laborioso es corlo, comparado al que generalmente se experimen– ±a en la vida civilizada; y previamente a s~ regreso al trato corriente con la familia, una especie de pu– rifica ciól1. pública de sí mismas y de la cría fiene lugar.

Las personas de mayor posición, después de los jefes principales, son los Sukia, que son a la vez médicos y sacerdotes. Esias personas están su– pues±as a fener comunicación con un agente invisi– ble, o gran espíritu, y están dotados, por su medio,

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