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« Previous Page Table of Contents Next Page »pherd Y Humphries, de Jamaica, 'que tenían perso~
nas establecidas en ese sitio desde hacía algunos años.
Los Indios de este lugar, son particularmenie in– clinados a los Ingleses y hace algún tiempo que han adoptado la bandera Británica. Del mes de Abril a Odubre, que es la temporada de pesca, se iza esa bandera todas las mañanas en la casa del jefe o cabecilla.
Desde Banana procedimos, a lo largo de la cos– ta, hacia el Golfo de Darién, a Sarsadee, airo esta– blecimiento grande de Indios, donde compramos va– rios centenares de libras de carey y de cacao. Los indígenas aquí cosechan gran abundancia de pláta– noS, bananos, maíz y yuca, y otros productos de este prolífero clima; abundanie carey verde se coge cer– ca del establecimiento; las embarcaciones, en cabo– taje con San Blás, encueniran aquí un puerlo exce– lente y una mayor variedad de refrescos de los que podrían consumir.
Luego visitamos Nueva Caledonia, el sitio del es:l:ablecinuento que se intentó formar por la famosa Compañía Escocesa de Darién, en los años 1698 y 1699. Las ruinas del fuerle y de las casas son toda– vía visibles; el puerlo es excelente y parece que no existe falta de provisiones en la región, en los ríos y en el mar. Si este magnífico proyecto hubiera si– do debidamente secundado, y no desjuiciadamente opuesto, por la nación Inglesa y los súbditos holan– deses del Rey Guillermo, el resultado hubiera sido ac1ualrnenie, a pesar de la oposición de España, glo– rioso para Inglaterra y hubiera también eclipsado en esplendor los afros grandes proyectos del Banco de Inglaterra y la Compañía de las Indias Orientales, que se realizaron por ese tiempo; y cuyos directores esiuvieron grandemente comprometidos con su ini– ciador, el mal considerado Patlerson, por muchas de cuyas ideas de las que se han originado el actual poder y prosperidad de aquellas grandes organiza– ciones nacionales.
Como los detalles del proyecto favorito de este eJnraordinario, aunque desgraciado individuo, están ahora casi olvidados, no está fuera de luaar en esta narración hacer una breve descripción del~ mismo, to– mado principalmente de los escritos de un autor que tuvo acceso a los papeles de la Compañía, "algunos de los cuales se conservan en la Biblioteca de Abo– gados en Edimburgo, y afros en la Tesorería; ade– más de los papeles de familia de muchos que fue– ron personajes de imporlancia en los asuntos de la Compañía". I * )
Patlerson, el hijo de un finquero de Durnfriesshi– re, en Escocia, fue educado para el ministerio eccle– siástico, y por primera vez visitó el mundo Occiden– tal bajo el pretexio de convertir a los indígenas; te– nía relaciones de amistad con Wafer y Dampier, más obtuvo la mayor parle de su información de los an– iíguos Bucaneros. En Acca, entre Porlobelo y Car– tagena, hacia el Golfo de Darién, encontró un puer~
to natural, capaz de albergar una gran flota y con
. • (*) Dalrymple, Memorias de su tiempo. El lector tam– bIen encontrará muchos detalles interesantes con respecto a esta desgraciada expedición de un trabajo últimamente edita– do por el Reverendo Doctor M'Crie, titulado "Memorias de MI'. William Veiteh y George Brysson, escritas por ellos mis– mos, etc., Edimburgo, 1825", en 8vo., pp. 222-251.
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un promontorio que dominaba la enirada. Al prin– cipio Patlerson ofreció sus planes a los mercaderes de Londres, quienes lo desanimaron; luego a otros en el Confinenfe Europeo, que también lo irataron in– justamente. El Elector de Brandeburgo le escuchó pero no hizo nada. Por fin el sanguíneo y enér– gico Fletcher de Sallan, lo sacó adelante y lo pre– senfó al Marques de Tweeddale. El Señor de Stair y el señor J ohnston, los dos Secretarios de Estado de Escocia, también lo patrocinaron; y por medio de los amigos así obtenidos, un estatuio del Parlamen– to fue aprobado en el año 1695, por el que se con– siguió una Concesión de la Corona para la creación de una Co:mpañía de co:mercio para el Africa y el Nuevo Mundo, en la que se le autorizaba "a crear Colonias y consiruir fuerles con el consentimiento de los habitanies, en sitios no posesionados por cual– quiera de las naciones Europeas".
Se abrió una suscripción, y cuatrocientas :mil li– bras, una su:ma enorme para ese tie:mpo, fue suscri– ta in:mediatamente. El proyecto de Patlerson, que había sido recibido con ti:midez, "en privado por mu– chas personas, llenó a estas de esperanza cuando les llegó en las alas de la fa:ma". I Dalry:mple, Memo– rias) . Dos o ires personas respetables fueron no:m– brados para recibir las suscripciones en Inglaterra y en el Continente. Los Ingleses suscribieron 300,000 libras y los Holandeses y Hamburgueses 200,000 más. Patlerson habría de recibir como re:muneración el dos por ciento de las acciones y el tres por ciento de las ganancias, mas cuando vió la enormidad de la subscripción, con el generoso espíritu que perle– nece al genio, exoneró a la Compañía de sus recla– :mas.
Mienfras tanto, los celos del negocio, "que le han hecho. más daño al co:mercio de Inglaterra que todas las oiras causas juntas", crearon alarma en Inglaterra; y el Parla:mento, sin ninguna considera– ción, pidió al Rey, el 13 de Diciembre de 1695, que declarara el proyecto co:mo deirimen:l:al a la Co:mpa– ñía de las Indias Orientales.
Los escoceses, sin e:mbargo, perseveraron y va– liente:mente defendieron sus derechos. Construyeron seis embarcaciones en Holanda, de 36 a 60 cañones cada uno, y el 26 de Julio de 1698, mil doscientos hombres zarparon de Leilh en cinco barcos fornidos, y aunque estos hombres podrían haberse abierlo pa– so por la fuerza del exire:mo norle de México al ex– tremo sur de Chile, no usaron de ella con los nati– vos, sino que, en todas sus transacciones, actuaron justa y honorablemente en todos los aspectos, y su primer acto, que se llevó a cabo por indicación de Patlerson, fue "procla:mar la liberlad de comercio y de religión a todas las naciones'"
Los colonos, en su primera carla al Consejo de Directores, informaron que "En cuanio al país, lo en– coniramos muy saludable; pues aunque llegamos en la te:mporada de lluvias, de la que apenas nos pu– dimos guarecer durante varias semanas, y se enfer– maron muchos, sin embargo, se han recuperado y están en tan buen estado de salud, co:mo apenas po– dría esperarse estando tanto hombres juntos. Una gran variedad de papeles de la Compañía en la Bi– blioteca de Abogados, prueban que la fierra era buena, el clima saludable y el paso enire un mar y el oiro no era difícil.
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