Page 72 - RC_1966_05_N68

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confinélnte de S'lll" ,Aznérica~ .. más. d~p\lés . <3,.e .pz:ose–

gJi~' por alguna diS±a.ncii.a P9r·l8. coSta' se dirigió' hao: Cia .Santo Domirigo, y no fue ~ino h.aSta, su úJi,imo

vilij~' d~llgraciado,'e~ el a40 1;502, viaje, eIl el; que se empeñó en desc~brir algún estrecllo .qu~ lleva– ra al entonces :qo. elescubierlo Mar del ~'lll". que pri– mero ~xploró 1<;l Costa Oriental, cuya descripción y la de suS habitantes es el teina principal de la si-

guient~ narración~ . ~ '

En Guanaja, isla del Golfo de Honduras, sostu– vo Colón la primera entrevista con los nativos de :tierra firme. Prosiguió al Cabo de Gracias a Dios examinando la costa hacia el sur desde este sillo hasta Porlo Bello. Intentó establecer una pequeña colonia en el Río Belén, pero allí tuvo que enfren– tarse no solo ante una raza más guerrera que la de Haití, sino también ante la insubordinación de sus insolentes y rapaces seguidores, y fue así que se pri– vó del honor de fonnar la primera colonia europea en el Confinente Americano.

Cerca de diez.años después, el Rey de España habiendo concedido la costa entre el Golfo de Darlen yen Cabo de Vela a Alonso de Ojeda y desde allí al Cabo de Gracias a Dios a Diego de Nicuesa, ambos de estos jefes hicieron los preparativos para coloni– zar y asegurar sus nuevas posesiones, el primero apoyado por una fuerza de trescientos y el segun– do por una de seiecientos ochenta hombres. No pu– diendo hacer comprender a los nativos con qué de– recho o título un sacerdote extraño podría disponer de su país para un rey de quien nada sabían, no sólo rehusaron escuchar a los Españoles o pennitir que se asentaran en sus tierras, sino que, siendo atacados se defendieron con ian denodado valor que, a pesar de los valientes y constantes esfuerzos y repetidos refuerzos, los Españoles, con la pérdida de la mitad de sus gentes, se vieron obligados a aban– donar la empresa. Corlés, Pizarro y Balboa, jefes después tan celebrados, estuvieron enire el número de voluntarios; mas el primero, des:l:inado para ma– yores y más al:I:as empresas, se vio obligado por en– fennedad a pennanecer en Santo Domingo. La for– ma en que, de acuerdo con Herrera, se observaba para tomar posesión del país es muy imporlante pa– ra ser omitida en el presen:l:e trabajo.

Después de un lapso de más de :l:res cen:l:urias y la ex:l:ripación o conquista de cerca de la :l:otalidad de los antiguos pobladores, no sólo es sumamenie interesante desde un punto de vis:l:a fisiológico, sino tema de entusiasmo para toda mentalidad liberal, señalar el resuliado de esa firme y exitosa resis:l:en– cia; y podemos rastrear con satisfacción en los dig– nos hombres de San Blás, la¡ :l:ribu de los Valienies, y otros Indios libres de la actualidad, los mismos sentimientos y deseos de independencia que anima"" ron a sus corajudos antepasados. Mas al norie en– contramos en Clementi, un ejemplar del an,:I:iguo Cacique, y en sus montañeses, una muestra de las más suaves y pacíficas de las :tribus antiguas. Tam– bién podemos rastrear, aunque bajo grandes cam– bios un remanen:l:e de los fieros habitan:l:es de las Islas de Sotavento, en los resuellos l'tharibees (* I

(*) 'Caraibé, en su lenguaje original, se dice que signi– fica "gente guerrera".

Ubres de l~.i3~a de HOIld~~ y del~C.os:l:a M()S'" qUila, ~uy'~\ía~~,a:~~,~iri"l3;iliá~go, pé;r

su trato c~n'

Eurp}?eos. y, ¡:ÍoJ;, s~ li~e~a. ~ezc!ac.o~";' Ilegros. ,. ., Béilboa, por su exitosa ~pechC1dn.afravEls del Is:l:mo de Darién en el afio' isll¿,Strajo aun gran número ele aventureros a es~ pe¡.r.!:e del, Coiilinente, entonces bajq el mando de Pedrélrlas,quien, por fal– ta devolunfad o de habilidad para resfringirlos de las más crueles' y tiránicas exacciones, los nativos que habitab¡¡m el territorio hacia el Lago de Nicara.,. gua fuerOn casi to±alrnent!,\ exteinunados; y el tras– lado, poco' después, de los Españoles de Sánfa Ma– ría en el Gólfo de Darién a' Panamá en el Pacífico, completó la subyugación de la mayor parle de las fribus vecinas, y abrió el camino, no sólo para los futuros conquistadores del Perú, sino también para el descubrimiento de las provincias de Nicaragua por (Gil Gonzálezl Dávila en 1522, y la subsiguien– fe fundaCión de las ciuda:das de Carlago, León, Ni– caragua y Granada,. Corfés, habiendo mientras fan– fo conquistado a México, envió a De Olid y otros en 1523, a lo que ahora se denomina provincia de Honduras, y, durante el mismo año comisionó a Pe– dro Alvarado con fuerzas considerables a tomar po– sesión de Guatemala; así que los Indios de los Esfa– dos Centrales fueron asallados a la vez por el Nor– te y el Sur.

Alvarado, valiente, político e indefatigable sol– dado, después de someter a los nativos de Pegnan– tepec (Tehuanfepec '? I y de completar la conquista de Soconusco y Ponala (Tonalá '? 1, llegó al ±errito– rio del Quiché; y después de desesperados comba– tes con los nativos -=-los Cachiqueles- fundó la ciu– dad de Guatemala en el año 1524. Seguir la des– cripción de la brava defensa hecha por muchas de esias :tribus y rasfrear el progreso de las armas Es– pañolas nos llevaría a muchos de:l:alles que aunque de gran interés son ajenos al tema de la presenfe narración. Debemos, por lo fanto, considerarnos sa– tisfechos con observar que mientras los Españoles se acercaban a la Costa de los Mosquitos y al país montañoso en±re aquella cosia y el Pacífico, la de– terminada resistencia de los nativos y su aversión por el yugo bspañol parecían que iban en aumento. En la provinCia de Honduras, cuya casi iotalidad está aun dominada por los aborígenes, los CaCiques Copán Calel en 1530 y Lempira en 1536, parecen haberse defendido con un valor y una conducta que hubieran (hecho honor a más civilizados guerreros; y aunque fueron al fin vencidos, muchos de sus súb– ditos, así como aquellos ofros que algún tiempo an– fes habían sido arrojados de San Salvador por Este– fe y otros sanguinarios y avarientos jefes Españoles, buscaron refugio en las montañas y en los laberin– fos de la cosia, heredando a la pos:l:eridad ese odio por el nombre Español, que fan cuidadosamente guardan hasta nuestros días. Por esa época, pare– ce que los Españoles abandonaron la idea de em– pujar sus conquistas por esos lados, pero, en el año

1608, de acuerdo con el historiador Vásquez, se hi– cieron in:l:entos por "misioneros" para converlir y ±raer a los Indios de lél costa norle y oriental al re– conocimiento del yugo Español. Estos misioneros buscaron las :tribus que vivían en las montañas de la parle superior del río Bluefields, y fueron al prin– cipio bondadosamente recibidos, pero después, ape"

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