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« Previous Page Table of Contents Next Page »aconsejar a los indios mosquitos que acepten los tér– minos racionales que NiC;;aragua les ofrece".
Compárese esta declaración con las de Chatlield. precisamente cuarenta años atrás. y se verá cuán me– recido es el juicio del Marqués de Peralta que sirve de epígrafe a este brevísimo estudio.
La muerle del Presidente Carazo detuvo el pro– ceso de incorporación material y aunque el Ministro Dr. Horacio Guz:mán gestionó hábi1:mente en Wash– ington. los aconteci:mien\os políticos de Nicaragua. en aquella época de inquietud. no eran propicios pa– ra una obra de tal naturaleza.
Guz:mán está avisando desde Washington que ya es tiempo de tomar posesión de la Costa Atlántica y con ese su estilo festivo escribe a Rigoberlo Cabe– zas a Bluefields a fines de 1893 que se lance ya a la aventura "salvo que ustedes quieran que los yan– ques les den la Mosquilia como un regalo de Navi– dad".
Informando el Ministro de Relaciones Exteriores. Doctor don José Madriz. a los Gobiernos de la Amé– rica Central el alcance del Decreto del general Cabe– zas. dice:
"El Decreto de 12 de febrero es puramente un ne– gocio interno. de soberanía inmanente. El Tratado de 1860 no liga ni puede ligar a Nicaragua a tolerar las faltas que cometa el Gobierno Municipal de la Reserva contra el Poder Soberano; ni la represión de esas faltas puede considerarse como la ruptura del Tratado. ni como un hecho de que Nicaragua haya de responder ante la Gran Bretaña. El suponer 10
contrario. nos conduciría a uno de dos extremos igualmente inadmisible. O Nicaragua debe acusar por tales faltas al Jefe de la Reserva ante el Gobier– no Británico. lo cual supondría algo más que el Pro– ±ectorado; o ha de considerar a ese Jefe como si fue– se al de un Estado extranjero sujeto al Derecho de Gentes. lo cual es contrario al Tra±ado que declara a Nicaragua soberana del territorio y de la tribu de :mosquilos. No queda otro medio que reconocer el derecho perfecto de aquélla para corregir esas faltas, sin intervención ni contrapeso de Gobierno extraño. En su Informe ofielal, el General Cabezas dice: "Era de desolación el cuadro que presentaba la Costa Atlántica de la República cuando decidí depo– ner a los usurpadores el 12 de febrero. Nada tan abrumador para cualquiera que observase ésto a tra– vés de los grandes intereses nacionales que se es±a– ban comprometiendo".
Más adelante dice el General Cabezas:
"Desgraciadamente, cobijaba este estado de co– sas tan anómalo. una sombra de legitimidad. un Tra– iado que había venido interpretándose al antojo de una oligarquía. adversa naturalmente a Nicaragua. Ese Tratado como pacto internacional mereció tal respeto de parle de nuestros Gobiernos. que la polí– tica adoptada por ellos ha adolecido de una timidez en ridículo apocamiento.
No siendo el objeto de este Informe discutir el Tratado de 1860 a que me refiero, me concretaré a decir. que lo que he procurado en la órbita de mis atribuciones. es hacer respetar la soberanía de Nica– ragua. Comprendí desde el primer momento que el medio en que se desarrollaría mi esfuerzo no era
propicio. pero tuve fe en la justicia y procuraré avan– zar paso a paso. evitando en lo posible una violenta reacción.
Era preciso reintegrar el territorio de Nicaragua. era urgente arrancar una raíz demasiado profunda y destrozar un árbol que yo veía con zozobra conver– tirse en secular.
He venido trabajando. pues. en un rumbo fijo y por servir a mi patria. Han pesado sobre mí las va– cilaciones de muchos. las acusaciones de otros. y las responsabilidades de que no me redimirá sino el éxi– to; mas debo agregar satisfecho: desde el 12 de fe– brero hasta hoy. iodos mis actos han merecido no sólo aprobación sino el aplauso del Jefe del Estado. que me ha honrado invariablemente con su más ab– soluta confianza".
Es indudable-aunque la His±oria no lo afirma en forma categórica-que el Gobierno de S. M. B. ha– bía consentido en la reinvlndicación de la Costa Mos– quita por gestiones del Deparlamento de Es±ado de Washington.
Puede conjeturarse esto al considerar que. ha– biendo fracasado el Dr. Modes±o Barrios en su ges– tión de 1895 de suavizar la aspereza británica con motivo de la expulsión de ingleses que estorbaban la reincorporación del año anterior. y exigiendo el go– bierno inglés una multa de oll 15.500 sin oir siquiera a Nicaragua, habló el Dr. Barrios con el Ministro Americano en Londres y éste le ofreció interceder. pero no hizo nada.
Se trasladó el Dr. Barrios a Washington y allí in– teresó al Secretario de. Estado Mr. Gresha:m.. Insinúa este que el Ministro de Nicaragua Dr. Horacio Guz– mán presente un memorial al Departamen±o. pero Mr. Gresham lo encuentra muy fuerle. Le corrige Guz:mán y'Gresham lo recibe con beneplácito. pero no hace nada. aunque la prensa americana increpa a Gresham de tímido y cobarde.
Contaba el Dr. Barrios que un diplomático nor– ±eamericano le había dicho festivamente: "Por qué se quejan de pagar esos miles de libras? Acaso no encuentran barato ese precio? Deben Uds. de pene– trarse de que los ingleses han buscado esa forma pa– ra justificarse ante el mundo. Ustedes no deben in– sis±ir más en este asunto y dénse por bien servidos". El Dr. Barrios, como hemos dicho. se había tras– ladado a Washington; y no hallando el Foreing OHi– ce con quien entenderse en Londres. y sabiendo per– fectamente por otra parle que para exigir ese pago de las oll 15.500 contaba con la aquiescencia de los Es±ados Unidos. que calificaron benigna y suave a la Corle de Saint James's no dijeron nada ante el atentado de bajar fuerzas armadas en Corinto y no se fueron hasta que el Gobierno de El Salvador. fra– ternal:mente. se ofreció de fiador.
Los ingleses al abandonar Corinto fijaron esta le– yenda: "Nicaragua has seen fifieen days of good go– vermen±".
Es±a jactancia indecosora la apunta la historia tan sólo para que se vea cuán profundo era el senti– miento de desagrado del gobierno británico. Pero la actitud del Gobierno de la República y de la ciu– dadanía, había sido valerosa y digna.
Pasados diez años de este atentado obtuvo Ni– caragua. por el Tra±ado Altamirano-Harrison firma– do en Managua el 19 de Abril de 1905. la siguiente
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