Page 38 - RC_1966_05_N68

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Vuelve Chatfield con las amenazas de un seve– ro castigo. El Ministro Salinas le contesta, ..... El Gobierno desconoce en el Cónsul la facul:tad de ha– cer declaraciones políticas, m.ucho menos para anun– ciar una decisión tan absoluta de su gobierno a fa– vor de una supuesta pretensión salvaje, que, ante la justicia universal no es ni puede llamarse otra cosa que verdadera usurpación".

Ante un peligro cada vez más creciente y ha– biendo fracasado el plan de restablecer la Federa– ción, y la diplomacia de sus hombres más hábiles, y en completo descrédito el derecho del débil no halló otro camino Nicaragua, para salvarse del nau– fragio, que echarse en brazos de la gran Nación Nor– teamericana.

El Licenciado Buenaventura Selva, en represen– tación de Nicaragua, y Elijah Hise en nombre de los Estados Unidos de América, suscribieron en Guafema– la el Tratado de junio de 1849. Por este Tratado pone Nicaragua su soberanía bajo el amparo de Es– tados Unidos y faculfa a éstos para ocupar sus ciu– dades, bahías, puertos, n'tontañas y lagos, y coloca la integridad territorial bajo la protección de la ban– dera de las barras y las estrellas.

Ha entrado Nicaragua en una nueva etapa. Mas tarde la veremos angustiada y temerosa por haber dado este paso, el cual, en realidad, no tuvo gran consecuencia, pues ni siquiera fue sometido el tra–

tado al conocimiento del Senado Americano. El 9 de julio es recibido con palmas el nuevo Ministro Americano E. Geo Squier, el sabio que amó a Nicaragua. Mucho esperaba el país entero de este diplomático. Se creía que, con Squier, se iba a cons– truir el canal interoceánico que ha venido siendo, desde los tiempos de la colonia, el deseo más gran– de de los nicaragüenses. Se celebró el Trafado de Canal y cuenta Gámez que Squier supo que un agen– te británico ofreció cien mil pesos al General Muñoz, si se comprometía a hacer una revolución que impi– diese que la construcción del Canal se hiciera por los americanos. Se supone que este agente fue el mismo cónsul Foster, que residía en el Realejo. Más tarde veremos a Manning y Glenton-nues– tros viejos conocidos-muy cerca de Castellón y Je– rez, cuando se hizo la revolución a Fruto Chamarra. Pero la Historia a veces tiene secretos insondables. El Cónsul Chatfield, en su nota de 5 de septiem– bre de 1849, muy larga por cierlo, insiste en sus pre– tensiones de conquista. El Ministro Buitrago le con– testa en nota de 5 de ocfubre siguiente. Refuta con brillo y con entereza a dicho Cónsul.

El Jefe de Estado-por depósito-don Toribio Te– rán, expidió el Decreto de 19 de setiembre de 1849, por el cual adhiere Nicaragua al principio de exclu– sión absoluta de intervención extranjera en sus ne– gocios domésticos y hace otras declaraciones de gran imporlancia.

La Legación Americana, cuyo jefe es Squier– quizá inspiradora de tal declaración-aplaude la disposición del Congreso, y asegura que su gobierno concurrirá con gusto al sostenimiento de tales prin– cipios.

Por este tiempo se había consolidado ya la pro– tección visible de S. M. B. en Costa Rica, aconteci– miento que ya hemos adivinado. Costa Rica, como satélite de S. M. B., coadyuvaba con su aliada para

que fuese despojada su hermana Nicaragua de toda la costa oriental.

El Ministro Squier, en nota de 25 de ocfubre 1849, dirige una protesta al Gobierno de Costa Rica por su conduc!a. Le afea su proceder de reconocer como justa la pretensión británica en territorio cen– troamericano, yeso de ponerse bajo la protección de un gobierno monárquico extranjero.

Impuesto Chaffield de esta nota, declara en nom– bre de S. M. B., al Gobierno de Nicaragua, con fe– cha 1· de diciembre, que S. M. B. no permilirá que Nicaragua dispute los límites que entonces tiene Cos– ta Rica. Alude a la aspiración del pa:tríotismo de Nicaragua, no muerlo aún, de reinvindicar Nicoya y Guanacaste, tierras legítimamente nicaragüenses y las tres bocas del Río San Juan, conforme la capífu– lación de Arlieda.

Estas al parecer minucias entre Squier y Chat– field tenían gran resonancia en el mundo. En esta misma tensión hallábanse los gabinetes de Washing– ton y Londres. Los diarios americanos anunciaban que de un momento a otro entrarían en choque de armas la Gran Bretaña y Estados Unidos.

Pero no hubo guerra. Se firmó el Tratado Clay– ton-Bulwer de 1850 por el cual los signafarios se obligaban a no tener dominio alguno en la Améri– ca Central y que el canal interoceánico que se cons– truyese, había de ser "pro mundo beneficio". Dos años después Mr. Crampton representa en Washington a S. M. B. Mr. Crampton a quien más tarde expulsó el Departamento de Estado por inde– seable y la Corle de Madrid después le envió sus pasaporles por parecidos procedimientos, dió mues– tras claras de ser inescrupuloso, pero muy hábil. Ya el gran Webster, que era Secretario de Estado en esa época, est'aba viejo y achacoso. Murió precisamente poco después de haber caído bajo las intrigas de Crampton, amargado por la protesta de sus conciu– dadanos. Le increparon eso de haber firmado el lla– mado Webster-Crampton. Por este convenio, firma– do sin conocimiento de Nicaragua y sin oirla siquie– ra, se dispone, que la Costa Mosquita continúe go– bernándose por un Rey bajo la protección de S. M. B'

I que la margen Sur del Gran Lago será la línea divisoria con Costa Rica y el Río San Juan, en toda su extensión. Ya vemos que al fin Costa Rica cobra– ba el precio de su alianza con S. M. B. y cuán bien le venía saliendo su método de alianza a S. M. B. para aumentar sus dominios.

El Congreso de Costa Rica aprobó el Trafado Webster Crampton en junio del mismo año, pero el de Nicaragua lo rechazó y al propio tiempo protestó porque naciones extrañas se entrometieren en cues– fiones referentes a su soberanía.

La diplomacia anglo-americana se unió para despojar a Nicaragua. Juntos y separadamente los Ministros de Esfados Unidos y de S. M. B. acredífados en Nicaragua, ejercieron presión sobre el Jefe de Es– tado Licenciado Pineda para que su Gobierno apro– base las bases del Convenio Crampton-Webster¡ pero Pineda exclamó: "Es preferible morir como hombres dignos, antes que vivir como esclavos". Y todo el pueblo nicaragüense adhirió al sentir de su Jefe. MI'. Walsh, que esfaba acredífado como Minis– tro Americano en San José y había "conseguido" fá– cilmente que Costa Rica aprobara dicho tratado, se

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