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« Previous Page Table of Contents Next Page »bandadas de pálomas y loros al vuelo, y había gran abundancia de cocos.
Abandonamos esa isla al segundo día, y ape– nas habíamos pasado los escollos cuando nos gol– pe6 una oleada que venía del noreste, y a pesar de que teníamos basiante lame a bordo. nos fué di– fícil maniener nuesiro curso. Por la noche sop16 un fuerle veniarr6n y las aguas se embravecieron de tal manera que casi nos vamos a pique. La mayoria de los Misquifos que iban a bordo se :tiraron al agua para disminuir el peso en la em– barcación y el resto se dedic6 a achicar la embar– caci6n valiéndose de sombreros, calabazas, o cual– quier otro objeto similar. Toda la noche luchamos contra la tempestad, y al día siguienfe nos encon– tramos frenie a Glover's Reef, en el cual rompían tre– mendas olas. Pero a medida que se aproximaba la salida del sol se fué moderando el vienio poco a poco, y al doblar el extremo sur, llegamos por fin a aguas tranquilas. Racon y su fripulación pasa– ron un mal rafa tratando de mantener seco su dorie. El nuestro, aunque no se mantuvo muy firme en la tempestad, al fin y al cabo resul:l6 ser el mas se– guro de los dos, pues no solo se habria manteni– do a flote sino que habria aguantado bastanie pe– so aún lleno de agua. Las canoas más pequeñas
se habían mantenido más a barlovenio y pasaron sin novedad por el Canal de Cayo de Tabaco ("To., bacco Ray"). En esta tempesiad tuve la oporfuni– dad de apreciar hasia qué punto se podía uno con– fiar de los Misquitos en caso de mal tiempo y :rne formé una magnífica opinión de ellos como mari– neros. Sie:rnpre esiaban promos a obedecer las ór– denes que se les daban y no perdieron la calma. No me cabe duda de que con el entrenamiento adecua– do, esios hombres podrían llegar a converlirse en experlos marineros.
Encontramos a un grupo de pescadores en uno de los cayos de Glover's Reef, quienes estaban afa– reados salando pescado y secándolo al sol para venderlo en Belice. Ese día pude conseguir pasa– je a Balice en una embarcaci6n comercial de Omoa, cuya fripulaci6n se había detenido allí para reco– ger cocos y. llevarlos a vender a Belice.
Los Misquitos de mi embarcación decidieron quedarse para hacer lo mismo y para pescar, y por lo tanto yo me vi obligado a dejar la pequeña flo– ta bajo el mando de Racon. Poco después se reu– nieron conmigo en Belice donde fueron bien recibi– dos por orden de Arturo, el superintendente de Su Majesiad.
Capítulo XIV
Región MisquiIa. - Su aclaplabUldad paI'a una Colonia de E1II'Op8OS. - Clima, pl'OClUclos, ele. - Viejas Colonias Inglesas que habiall esIado allí. - Nativos y la necesidad ele bñnclaJ:les proteeción. - Dlspulas en I'8lac:ión con la Costa M1squUa. - OpiDión ele MI'. Edwanls. - DUíc:il acceso a los Nados CeaIra1es
desde la Costa Allánlica. - Rufa po&' Omoa a Guatemala. - Salida de Belic:e. - Caphll'ados pOI' Pil'ao
las • - Ruída a Cuba y regreso a IIlglalen'a.
Los poco acedados intentos hechos recieme– mente por cierlo individuo (Sir Gregal' Macgregorl para esiablecer una colonia de Europeos en la Cos– ta Misquifa, junio con las tergiversaciones a que se prestan tales intemos, han sido los causames de que mucha gente tenga ideas erróneas acerca del clima, y topografía de esta región.
De acuerdo con lo que yo mismo pude obser– var y lo que oí decir a Europeos que habían sido residentes de la Costa Misquifa, ésta es más salu– dable que muchos airas lugares de las Indias Occi– demales en que se han fundado colonias Inglesas. Todo mundo sabe que las colonias situadas en te– rrenos bajos cerca de aguas esiancadas fracasan por lo malsano del ambiente, más aún si se trata de un clima cálido. Sin embargo, me atrevería a afirmar, sin temor a equivocarme que en lugares similares al que ocupan los Valientes, donde las aguas se mantienen en constante renovaci6n, los colonizadores Ingleses se mantendrian en buen es– tado de salud. Muchas de las praderas y sierras de la región son igualmenie sanas. Sin embargo, los sitios ideales para la agricultura son las riberas de los rios. Cienes de miles de Europeos podrían encontrar asilo a lo largo de la cos:ta que está en poder de los Indios y en la regi6n montañosa de– trás de las colonias de los Caribes, sin incomodar en nada a los residentes nafivos.
Los mosquitos y oiros insectos de que tanto se
habla en Inglaterra, al igual que los rep:l:iles vene– nosos. no son tan molesios como se supone. Los primeros solo exisfen en los terrenos pantanosos, al– gunas colonias carecen de ellos por completo. Los úUimos, es decir los reptiles, casi nunca se acercan a los lugares habitados por el hombre y es raro que causen daños. Se ha dicho, y yo también estoy de acuerdo con ello, que toda la cosia, desde el Cabo de Honduras hasta el Río San Juan, está libre de los violentos huracanes que a menudo azotan las Islas de las Indias Occidt;)ntales. También se ha di– cho que esa misma región no está sujeta a los temi– bles terremotos que a menudo han desfruído las ciudades Hispano Americanas situadas en la collia del Océano Pacífico, sembrando la desolaci6n entre sus desdichados habitantes. En el curso de la na– rraci6n anterior procuré hacer una descripción de los valiosos productos de la regi6n con los cuales tuve coniacto. Ahora repe:liré que en la costa y a orillas de iodos los rios del interior del país hay cantidad interminable de cedro, caoba, santa I!\aría, palo de rosa y muchaE¡ otras maderas preciosas. También hay en toda la r~i6n disfintas clases de maderas colorantes, plantas resinosEUl y plantas me– dicinales. En las praderas se cria mucho ganado, y si existiera la demanda, se podría criar mucho más ganado en las planicies cerca de la cosia y en el interior del país. El suelo se pres:ta para el cuUivo del azúcar, café, algodón, tabaco, indigo y
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