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ios. Pero no olvidemos que esos Indios de Prinza– polka son de raza pura. En mis visitas a ellos y en los negocios que con ellos hice, enconfré qué siempre eran justos, correctos y honorables en su proceder.

Brown me acompañó al Cabo Gracias a Dios, y corno la época lluviosa había comenzado tem– prano y con mucha violencia, nos mantuvimos cer– ca de la costa deteniéndonos en Brancman y en la Residencia del Gobernador Clemenii.

En Bracman ví una vez más a varios de los viejos Indios que habían acompañado a Lord Nel– son cuando éste bajó por el Río San Juan. Todos estuvieron de acuerdo en que, en esa ocasión, el viaje se había hecho en la época más inadecuada del año, y que se les había obligado a una disci– plina y dieta que no les saiisfacía¡ por lo ianio es±Uvieron muy desconienios y enfermos y la em– presa iuvo que ser abandonada después de un éxi– io parcial.

Nuestra recienie capiura ocasionó muchas pre– guntas acerca de las colonias Españolas en el Lago de Nicaragua, y a juzgar por la seguridad con que hablaban de penetrar en el Lago, no me cabe la menor duda de que esa gente, bajo el mando de un buen líder, estarían listos para' poner en jaque esas colonias en cualquier momento.

Llegué al Cabo Gracias a Dios a fines de OC±u– bre, y fuí recibido por el Rey con muesiras de aten– ción. Expresó gran satisfacción al ver que había re– gresado sano y salvo y me explicó las medidas que había tornado para ayudarme, alegrándose al en– terarse de que sus carlas habían llegado a mis ma– nos sin ningún contratiempo. Al irme convine en hacerme cargo de dos "dories" bastante grandes que él quería enviar a la colonia Británica en la Bahía de Honduras, para convencer a los comer– ciantes de ese lugar del gran iamaño y excelente calidad de la madera que se producía en su país. Esas dos embarcaciones se habían hecho de un so– lo árbol cada una, uno de caoba y el airo de ce– dro, que medían corno treinta y cinco pies de lar–

go, y casi seis pies de ancho.

Ya he hablado en parle del caraC±er e inclina– ciones de los Misquitos, y antes de despedirme de ellos diré algo más sobre sus costumbres y modo de vida.

Parece que no tienen una idea precisa del sis– tema de premios y castigos en el mundo futuro Idespués de la muerle). No necesito decir que so– lo viviendo con la gente y mezclándose constante– mente con ellos, en todas las épocas del año, se les puede llegar a conocer a fondo. Sin embargo, al igual que todos los ignorantes, ellos también son excesivamente supersticiosos y creen firmemente en la aparición de "duppies" o espíritus, a los cuales tienen mucho miedo, atribuyendo su aparición a designios malévolos. Muchos de los Misquitos ape– nas se atreven a salir de sus casas solos en la no– che, por temor a esos espíritus. La mente del Rey George Frederick estaba tan embebida de ese terror supersticioso que yo mismo lo he visto horrorizado de tener que abandonar su casa después de la pues– ta del sol.

Al mal espíritu lo conocen con el nombre de "woolsaw", o demonio, que en su opinión arruina

las cosechas, o'casiona el fracaso en la pesca y cau– sa airas graves perjuicios. La labor del Sookiah, o doctor brujo, es propiciar a los malos espíritus. Los Misquitos también creen en brujerías y en el poder de las prácticas de "Obeah", y a ello se atribuyen muchas curas realizadas por los "Soo– kiahs". Corno prueba de ello, solo necesito relatar un caso. Frank, un esclavo negro que había per– tenecido en un tiempo al Coronel Augusto, había huido de Belice y había sido recibido en Patook por Jack, a quien ya hemos mencionado en airo capítu– lo. Frank había aprendido el iratamiento que se daba para cierla enfermedad que tenía ¡. el Gene– ral Robínson y Barras, en Honduras. Barras se cu– ró, pero no así el General Robínson, quien por su propio descuido y obstinación, se había gravado y había muerlo después de una intervención quirúr– gica en Belice. Por ese tiempo, un hijo de Barras que había sucedido a Robínson el cargo de Gene– ral, enfermó y el Sookiah declaró que los poderes del negro Frank eran mayores que ios de él y que por la interferencia de éste no podía curar al joven enfermo. Inmediatamente mandaron a llamar a Frank, pero el joven murió, y a continuación de los funerales, llegó Barras a Patook acompañado por un grupo de sus secuaces, y capturando al negro, deci– dieron, no obstante sus protestas, hacerlo pasar por la "Prueba". Lo ataron de manos y pies y lo tira– ron al río, pero con mucho esfuerzo y gracias a su ingenio, logró no ahogarse. Entonces 10 llevaron en una canoa a una parle más profunda del río, pero, a pesar de que logró mantenerse a flote, 10

declararon culpable y le ataron una cuerda de la cual colgaban grandes pesas, con lo cual se hun– dió definitivamente. Después el viejo Jack sacó el cadáver y caritativamente le dió sepultura. Luego Barras acusó a Jack de prácticas de Obeah, y si– guió hostigando a los Negros y Caribes ahuyentán– doles su ganado, tornando a uno de los hijos de Jack, corno esclavo y causándoles afros perjuicios similares hasta que el Rey tornó carlas en el asun–

to. Si no hubiera sido por eso, las víctimas de las fechorías de Barras ya esfaban pensando irse de las plantaciones donde habían vivido desde que los In– gleses se habían marchado, y entregarse corno es– clavos a los descendienies de sus anteriores dueños. El método de preparar la bebida de Mishlaw, que ya ha sido descrito, iraerá a la memoria del lecfor recuerdos de los Tahitianos y otros habitan– fes de las islas del Mar del Sur. También son si– milares los nativos de aquí con los tahitianos en los ritos del sepelio. La sepultura se hace en una parle agradable de la pradera y sobre ella se cons– truye un ranchifo, donde se ponen varias ollas de barro llenas de agua, frufas y otras provisiones. Se considera deber sagrado mantener provisiones fres– cas en el rancho durante largos meses y a veceS años. Oira costumbre que tienen es la de conside– rar corno "hechizada o tabú" la casa en que hay una persona enferma. Por ejemplo, la última vez que pasé por la casa del difunto General Robínson, me dijeron que no me acercara a ella y me obliga– ron a dar una gran vuelia a sotavento. Les dije que sería mejor ir por el lado de barlovento de la casa, pero repusieron que estaba esirictamente pro– hibido porque de esa manera podríamos ocasionar

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