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« Previous Page Table of Contents Next Page »como entrada al canal, y no habría mucha dificul– tad para ahondar la barra y hacer el río navega– ble para embarcaciones grandes hasta Sarapiquí. pero no lejos de este lugar se encuentra uno con serios obstáculos. y aunque se necesifarán obras de gran magnitud para vencer el raudal principal en el Castillo de San Juan, no considero que esas obras vayan a ser las más complicadas o las más
c~stosas. Lo que requerirá el esfuerzo y la inver– sión más grande será la necesidad de acabar con los bajíos del río y la consecuente exfensión de los canales laterales y acueductos necesarios para lle– varlos sobre los distintos riachuelos que desaguan en el Río San Juan. Desde el lago, la corriente que forma el comienzo del río se precipita por una base rocosa con bastante rapidez. La base de la loma en que se yergue la Fortaleza de San Carlos parece estar compuesta de sólida roca, con enormes pie– dras en distintos sifios. Pero abriendo un canal por el terreno bajo detrás de la fortaleza, quizás no ha– bría mucha dificultad en construir una entrada se– gura del lago al río, y por lo tanto se evifaría el peligro y dificultad que presenta el lecho del río en su punto de partida del lago. Pero en mi opi– nión la dificultad más grande de todas sería la "absoluta necesidad" de emplear mano de obra ex– tranjera, gente que no está acostumbrada al clima, para realizar todo el trabajo "pesado" en el río, porque es evidente por lo que ya he dicho, del ca– ráder, hábitos y disposición de los Misquitos y ofros Indios de la costa, que sería en vano esperar cooperación eficiente de ellos, porque aunque se les halagara de la mejor manera desde el punto de vista de salario, son incapaces del esfuerzo con– tinuo de un duro trabajo y no es muy probable que abandonaran la comodidad de su actual vida, fá– cil e indolente, para abrazar una de duros esfuer– zos, y especialmente algo que saben sería de bene– ficio para sus eiernos enen'tÍgos, los Españoles. Las especulaciones de Robinson y otros escri– tores en relación con la facilidad de obtener mano de obra nativa son quiméricas. Sin embargo, si se empleara mano de obra emanjera, los Indios, serían capaces de conseguir y suministrar, a un precio cómodo, gran abundancia de provisiones siempre y cuando se les tratara con buenas mane-
ras.
En relación a los materiales de construcción para las diferentes esclusas, etc., se tendría a ma– no abundancia de buena madera, basalto y roca blanca, lo mismo que arcilla y ladrillos de barro. Una vez en el lago de Nicaragua, las embar– caciones encontrarían suficiente profundidad, y con la ayuda ocasional de unos cuantos vapores, no tendrían dificultad en trasladarse de un exfre– mo a otro.
Los oDs±áculos que se tienen que vencer para hacer una comunicación entre los dos lagos no son tan grandes. Es probable que el canal natural que en un tiempo existió, solo esté bloqueado en parte o por corto trecho, y que unas pocas millas de ca– nal sobre el estrecho istmo que separa a los dos lagos no sería un trabajo de gran magnitud, y no se presentaría mucha dificultad, aunque se necesi– tarían más esclusas para abrir la comunicación de León al Mar del Sur, siendo la distancia, como ya
he dicho antes de solo unas pocas millas.
La mayoría del trabajo en esos dos últimos puntos podría ser hecho por mano de obra nativa, por medio de la influencia de las auforidades lo– cales; pero creo que aún el número máximo de irabajadores criollos y nativos que pudieran su– ministrar los Estados Centrales sería inadecuado pa– ra la inmensa labor que se necesita hacer en el Río San Juan.
Quizás, como he dicho antes, una línea de co– municación aún mejor entre el lago de Nicaragua y el Mar del Sur, se podría encontrar por el ±erre– no bajo al occidente de la Isla de Ometepe, en el Lago, hasta el golfo de Papagayo: El ierreno en ese lugar no es ni alto ni la distancia es grande. Si se me permitiera hacer otro de mis comentarios especulativos, sobre un asunto tan importante, di– ría que hay probabilidad de encontrar una comu– nicación aún más factibie entre el Lago de Nicara– gua y el Atlán±ico por medio del Río de Bluefields, cerca de la ruta tomada por los negros que ya he mencionado. Pero menciono esto con mucha de– ferencia, y simplemente con la intención de indicar un punio que valdría la pena examinar.
En lo dicho antes he querido simplemente co– rregir varios errores muy difundidos, que han exis– tido por mucho iiempo, en relación con la iopo– grafía de esia interesante región, y a falta de una guía científica, he querido añadir mi granifo de arena a la gran masa de información que última– mente se ha estado publicando en relación con el Nuevo Mundo.
Es quizás innecesario decir nada de las mu– chas ventajas que se obtendrían por medio de una comunicación entre los dos inmensos océanos, des– pués de los muchos volúmenes que ya se han escri– ±o sobre el asunto. Sin embargo, aún no he oído hablar de ningún plan en una escala suficiente– mente grande, para asegurar al mundo iodas las veniajas de una empresa que ianio merece el es– fuerzo combinado de Europa y América. Yo con– cibo humildemenie que, para asegurarse iodas las ventajas que iendría la comunicación de barcos en gran escala, la faena solo se puede realizar bajo sanción de todos los poderíos marítimos, y que, pa– ra evitar las envidias y las inierpretaciones, debe ponerse bajo el control de un país inferior cuya independencia esté garan:l:izada por el poderío uni– do de Europa y América. Sin una proiección si– milar contra los iniereses de las naciones, y la erra– da política que podría ser adoptada por una sola nación que tuviera esie canal bajo su con:l:rol, su navegación esiaría sujeta constantemente a inie– rrupciones y los grandes beneficios que se debe– rían derivar de él, no serían aprovechados. Si por último se decide tornar la ruta del Río San Juan, las personas a cargo de la empresa se beneficiarían, y hasia podrían sacar algo del costo de la construcción de esta empresa gigante, explo– tando las minas que quedan a ambos lados de la parle superior del río, cerca del Lago de Nicaragua. La mina al lado norte del río, que según dicen es inmensamente ricl:'1, fue abandonada en un tiempo por orden del gobierno, que probablemente temía que se supiera su valor yeso provocara interven– ciones, no solo de las tribus de Indios, sino también
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