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de los ríos que en él desembocan, es ememada– menie limitada, y un visiazo al mapa que acompa– ña su obra demuestra, aún al lecior menos prepa– rado, que esiá plagado de los más grandes errores. Al referirse a la "fortificación" en el Río San Juan, parece haber estado compleiamenie desprovisio de conocimienios sobre la maieria, y deja al lecior en dudas sobre si se refiere a San Carlos, al viejo cas– tillo de San Juan o a las forlificaciones del puedo.

Mi iedioso viaje de seis días por las cosias del lago, me dieron la oportunidad de desembarcar en va– rios punios. El suelo, como he dicho anies, es bajo en general y se compone de férliles sabanas, pero en el inierior se eleva paulatinamenie. Excepio cer– ca de la aldea de San Miguel, no ví ni un solo río de impodancia que desembocara en el lago. Mis compañeros mencionaron los nombres de varios ria– chuelos, pero no conocían ningún río que fuera de verdadera Ílnpodancia y que desembocara en el lago. San Miguel iiene, sin lugar a dudas, algunas de– fensas de las invasiones de los Mosquitos y oiros Indios, y es en esie lugar que yo sospecho se pue– de enconirar la comunicación más fácil con el Río de Bluefields. Los Españoles tienen iambién un pequeño desiacamenio a pocas millas al sur de San Carlos, y hay un desiacamenio similar a sieie y ocho millas del Castillo, en un sillo bajo pero de donde se domina la cosia en dirección de San Mi– guel y Trinidad.

Ya en un capíiulo anierior he insinuado la gran probabilidad de una fácil comunicación entre el La– go de Nicaragua y el Atlántico, por medio del Río de Bluefields; y como las auioridades de la región parecen inieresarse en el asunio, yo iambién me he inieresado en él, y en especial en un viaje hecho hace veinticinco o treinia años por un individuo de nombre Paiierson, que llegó hasia León en busca de unos negros fugitivos. Yo había oído decir que uno de ellos, una muchacha, iodavía se enconiraba en Granada donde se había casado con un soldado Bri– tánico de la raza negra, que fué uno de mis acom– pañanies a León, y me dirigí a su casa con la inien– ción de averiguar los pormenores de ese relaio. Me dijo que era hija de uno de los negros del Coronel Hodgson en Bluefields, y que cuando era apenas una niña, se había unido a un grupo que había hui– do de los colonizadores Británicos en Laguna de Perlas; que subieron por el Río Bluefields, hasia llegar a un río cuyo curso siguieron un irecho cor– io, luego pasaron por unos pinares no muy gran– des y cruzando la pradera, pocas horas después de haber abandonado el Río de Bluefields llegaron a las orillas del lago, por cuyas costas siguieron a pie hasta llegar a la aldea de la Trinidad. Las auio– ridades del lugar los recibieron amablemente y de allí fueron enviados a Granada. Al enterarse sus dueños de la ruia que habían iomado, redactaron un mensaje al gobierno español y lo pusieron en manos de Mr. Paiierson, quien, siguiendo a los ne– gros, se abrió paso por las praderas hasia llegar al lago, y de allí a la ciudad de Granada, donde pre– sentó el mensaje que ordenaba la restitución de los esclavos.

Las autoridades españolas se sorprendieron de verlo llegar por una rufa tan poco usada, pero se 'negaron a entregar a los esclavos porque ésfos se

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habían convertido a la Fe Cafólica, y habían in– gresado en el servicio militar Español. Sin embar_ go, ofrecieron pagar a Patierson una suma de dine~

ro equivalenie al valor de los negros. Pero ésfe re– husó hacer el iraio y, en el curso de la acalorada discusión, profirió insu1:l:os conira el gobierno Espa– ñol, por lo cual fué encarcelado y en breve envia_ do vía el lago, y por el Río San Juan, al puedo, de donde, con la ayuda de unos cuanfos Indios, llegó a su casa. La mujer, que a la sazón maneja_ ba una pequeña :l:ienda y era la lavandera de la fa– milia del Gobernador, le conió la historia de lo ocurrido a Paiierson sin darle mucha impodancia. Creo que es esencial fomar en cuenta esia historia porque ella ha sido la causa de muchas y grandes Inalas interpretaciones en relación con la praciicabili_ dad de hacer navegable el río San Juan, y porque confirma lo que ya Ine habían dicho los Indios 'Woolwa que viven a orillas del Río Bluefields en relación con la ruta por la cual se puede iranspor_ far carga al Lago de Nicaragua, que no sea la ruta del Río San Juan, y conocí gente en Granada que anteriormenfe había recibido adículos, en forma de contrabando, por esta rufa.

PitInan, en su obra sobre la practicabilidad de unir a los Océanos Aflánfico y Pacífico por un ca– nal, ha tomado la sigui~nie información de la obra de Robinson: "Hace aproxiInadamenfe dieciseis años un iesonero Inglés, que por casualidad había visi– fado el Río San Juan, exaIninó deialladaInenie la barra, y descubrió una rufa que, aunque es:l:reqha, daría pasada a una embarcación que despla:iara un voluInen de veiniicinco pies". Esiá por demás decir que esie iesonero Inglés era Patierson, quien por su insistencia en hacer Ininuciosos exámenes de la barra, Inereció encarcelamienio hasta que final– menie fué expulsado del país.

En el iranscurso de mi narración de este viaje, el lecior habrá reparado en los muchos obsfáculos naiurales a los que se iendrá que hacer frenie si al– gún día se infenta hacer la muy deseada comunica– ción entre el Ailán:l:ico y el Pacífico por el Río San Juan y los Lagos de Nicaragua y León, además de la faUa de daios exacios que hasta ahora se han recibido en relación a la magni:l:ud de fales obstácu– los.

Esos obstáculos son indudablemenfe mucho n'\as grandes de lo que ningún escritor sobre la ma– ieria hasia la fecha ha publicado, y aunque se pu– dieran vencer por medio de la concienzuda aplica– ción del capital Inglés y Americano, ayudado por la cooperación de los Estados Cen:l:rales, los Estados Unidos y el Gobierno de Colombia, es evidente que las asociaciones que hasta el momenio se han for– mado en Inglaterra y en oiros lugares son iotal– menie inadecuadas para ese fin, y no poseen, ni el capital, ni la información, ni la influencia nece– saria para hacer siquiera el intento. Se debe reco– nocer que el principal impedimenio se encuentra en el Río San Juan mismo, que según los daios erróneos de Bryan Edwards, el eleganie hisioriador de las Indias Occideniales, es la pade más fácil de la empresa. Se debe iener en cuenta que aunque se saque el mejor padido de las pades más pro– fundas del río, siempre habrá que hacer numero– sas esclusas. Indudablemente, el puedo es ideal

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