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« Previous Page Table of Contents Next Page »donde dormirnos. De nuevo disfruté del placer de cruzar el bello archipiélago de islifas, rocosas algu– naS, cubierlas de frondosa vegetación ofras, habifa– das algunas por indios que cultivaban maíz y fru–
tales 'ir todas rodeadas de profundas y cristalinas aguas.
La tarde del sexfo día de feliz navegaclon arri– bamos a San Carlos. Visifé al Gobernador quien me recibió gentihnente informándome que había recu– perado los artículos que me habían saqueado y me los devolvería. Me dijo que mis indios estaban bien, pero que se había visto obligado a encarce– lar a cuairo para evifar que huyeran. Sin embargo uno había quedado en liberlad para que atendiera a los afros cuatro. Brown, visiblemente gozoso, me saludó. Me informó que en mi ausencia habían sido sobornados por el Gobernador y Salablanca para que declararan acusándome de espía del Partido Pa– trió±ico. Su incorruptible fidelidad no les permifió C01-neter tal perfidia, y fueron entonces confinados al Castillo, donde se les obligó a trabajos forzados y tuvieron que substifuir casi de la caridad pública. El injusto proceder de los Españoles para con
esta pobre gente no podía causar en ellos otros sen– timientos que odio, repulsión y mala voluntad. Al fin, con mi llegada, fueron puestos en liberlad, les conseguí ropa y les dí dínero y provisiones. Yo es– timaba a mis Indios por su inquebrantable fidelidad, pero los Españoles no apreciaban esas cualidades. Al corifrario, les habían mentido. Les habían dicho que yo era un espía que había sido condenado co– rno tal y que ya nunca me volverían a ver. A pesar de eso mis Indios aún me siguieron siendo fieles y al enterarse de que todo era mentira, se indignaron contra los Españoles.
Al ver lo que estaba sucediendo, Salablanca se puso a mis órdenes, ofreciéndome su casa y su coo– peración para mi viaje.
De manos del Gobernador recibí tres docenas de mosquetes y afros arlículos que había recupera– do, los cuales pude vender ahí misrn.o en San Car– los. Al terminar esa venta: y ofros asuntos que te– nía pendientes, me dediqué a hacer los preparativos para el viaje. Poco después nos dieron el permiso de salida.
Capítulo XII
Guatemala. - ·Nicaragua. - IncUos. - Población. - Tribus Hosliles. - Lago de Nicaragua. - Desta. camentos Españoles. - Rula por el Río de Blueliel ds. - Viaje de PaBerson. - Canales del Allánlieo y Pacífico. _ Necesidad de mano de obra extranjera. - ContraJo de los Estados Unidos para abrir un ea– nal. - Minas de oro. - Pasada río abajo por el río San Juan. - Carta. del Rey Misquifo. - Atrevido
Plan de venganza de los incUos. - Llegada a Prinzapolka. - Regocijo ele los indios.
Poinsetl en sus "Notas Sobre México" dice que Guatemala se extiende desde el paralelo 81 grado 45 pies de lafifud oeste hasta el 94 grado, y del 8 al 17 grado de lafitud norle. Limita en el Oeste con la Iniendencia de Oaxaca en México; al noroes– fe con Yucatour (Yucatán), al Sur Este con la pro– vincia de Veragua en Sanfa Fé de Bogotá; al sur y suroesie con el Pacüico, y al norle con el Atlántico. La distancia por tierra de Chilillo, la frontera de oaxaca, a Chiriquí y Veragua, es de seiecientas leguas, y la distancia de un mar a afro, en las quin– ce provincias en que se divide, cinco están situadas en la costa del Pacífico, cinco en el Atlántico, y cin· co en el interior del país.
En 1823, la provincia de Nicaragua tenía una población aproximada de 164,374. El distrifo de León, además de la capital del mismo nombre, con– fiene las ciudades de Granada y Nueva Segovia; y las ciudades de Nicaragua tales corno Estelí, Acoya– pa, Villa Nueva y Masaya, a las cuales se pueden añadir Managua, Mateare, Nagarote y otras de me– nor imporlancia.
La provincia de Costa Rica, la que está si±uada más al este al lado del Atlántico, se estirn.aba que fenía 'lUla población de 37,716. Enfre Nicaragua y Comayagua están las provincias de Tegucigalpa, To– logalpa y Mafagalpa, habitadas por Indios que no han sido convertidos a la religión Cristiana, y que se pueden considerar totalmente independien– tes de los Españoles, con quienes no tienen ningún contacio. Se les llama indistintarn.enie Xicagues, Moscos y Sambos. Hay iambién otras tribus que
habitan la región al este y noroeste de los Lagos de Nicaragua 'y de Managua o León, enfre los cuales se distinguen los Valientes o Indios Bravos, los Chi–
libees, Tiribees, Woolwas, Ramas, Cookras, Poyer, y varias airas fribus, que han manienido celosa– mente su liberlad y enfre quienes los españoles no Se han podido establecer. Todas esas tribus son arn.igas de los Ingleses, y en ioda oporlunidad que se les presenta, se juntan con los Bucaneros, en sus excursiones de rapiña contra las posesiones españo– las, en parlicular Nueva Segovia, Realejo, León y Granada y las otras ciudades vecinas y sus territo– rios, que confinuamente saquean y a veces queman. Una barrera natural de rn.ontañas a ambos lados del lago parece ser el límite que separa a esas tribus de los españoles. Es difícil estimar el número exacto de la población de cada fribu, pero la población India total de Cenfroamérica se calcula de 800,000
a un rn.illón de alrn.as.
Gran parle de esos Indios aún son hosilles a los españoles. Si se unieran de una manera efecfiva bajo un líder adecuado, y todos juntaran sus esfuer– zos, serían capaces de causar graves perjuicios al gobierno de Cenfroarnérica.
Juarros, a quien ya he rn.encionado, dice que "el Lago de Nicaragua tiene rn.as de ciento ochen– fa millas de largo y casi cien de ancho. Su pro– fundidad promedio es de unas diez brazas, siendo su fondo muy lodoso, excepto en la costa, donde las aguas son claras y donde abundan buenos pesca– dos. Su adorno principal son sus numerosas islas". Sus conocimienios de las dirn.ensiones del lago y
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