Page 111 - RC_1966_05_N68

This is a SEO version of RC_1966_05_N68. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

mara el papel pero yo aún me negué a hacerlo. Des– pués de una breve deliberación, un sargenÍo y seis hombres me condujeron al fondo de la forlaleza, un hombre más llevaba un Íone1 vacío, y oÍro una si– lla para el comandanÍe. Al llegar pusieron el Íonel en el suelo y me dieron orden de que me senÍara en él; el comandanÍe colocó su silla cerca de mí y me comunicó por medio de un inÍérpreÍe, que había si– do juzgado de la manera usual y que el Íribuna1 había llegado a la conclusión de que habían sufi– cienÍes pruebas de que yo era oficial del "CenÍine– la", que me había inÍroducido en el puerlo como espía, y por lo ÍanÍo amerifaba la pena de muerle inmediaÍa. Por consiguienÍe, me sugirió que me en– comendara a Dios Todopoderoso pues en cosa de media hora dejaría de vivir. Luego dió orden a los soldados de que cargaran sus armas y formaran una fila a una disÍancia de doce yardas. Cuando el sargenÍo se me acercó para vendarme los ojos con un pañuelo, yo me negué a dejarme vendar agitan– do la cabeza de un lado a oÍro como en señal de proÍesÍa por mi inocencia. En ese momenÍo me per– caÍé de la presencia de mis pobres Indios, quienes habían sido Íraídos para que presenciaran la eje– cución. No puedo describir mi inquieÍud anfe eSÍa siluación crífica. Mis Indios eSÍaban muy encariña– dos conmigo, y enÍonaron los melancólicos lamen– Íos que solían enÍonar al morir uno de los de su fri– bu. Me invadió la desesperación y Íodas las espe– ranzas se me esfumaron; pero recuperé el valor y me dirigí al comandanfe, que ahora esfaba de pie, y le dije con voz enÍrecorlada, milad en Inglés y mi– fad en Español, que si se empeñaba en dar muerle a un inocenÍe Inglés, podía morir sin que me venda– ran. Todos guardaron silencio, con la excepción de mis pobres Indios, en esperas de la señal u or– den que me enviaría a mejor vida. De pronÍo, en el momenfo en que encomendaba mi alma a Dios, escuché el chapoÍeo de remos en el agua, y un gran bOÍe, que hasÍa ese momenfo había esfado escondi– do Íras los arbusÍos y el bambú, hizo su aparición muy cerca del sitio donde esfábamos reunidos. Inmediatamente me dió la sensación de que me podría escapar de la catásÍrofe, y a parlir de ese momento, me conduje con mucho más arrojo y va– lor de lo que se podía esperar de una persona que eSÍaba en la siÍuación en que yo me enconÍraba. El comandanÍe suspendió la ejecución y fuí conducido a la prisión.

El bOÍe resulfó ser un expreso del gobierno que había bajado por el río desde el castillo de San Car– los llevando a bordo un refuerzo de hombres bajo el mando de un oficial que iba a reponer al aCÍual comandanÍe. En breve me dieron orden de que me presenÍara anfe el nuevo comandanÍe, a quien expli– qué las razones por las cuales me había detenido en el puerlo, el Íiempo que fenía de vivir en la cosía y qué clase de comercio hacía con los Indios. Le di– je que Íenía papeles en mi embarcación, que confir– maban como cierlo Íodo 10 que le esÍaba diciendo, pero desgraciadamenÍe no pudo enconÍrar a nadie que se los Íradujese.

Luego me dieron la orden de que estuviera lisÍo para ser enviado en cualquier momento río arriba (es decir, por el Río San Juan), y que se lo comuni– cara a mis Indios, quienes ahora Íenían permiso de

visitarme. Brown se convenció de que Íodo 10 que sospechaba acerca de los Españoles era cierlo, y des– de enÍonces juró que se vengaría en cuanÍo tuviera la ocasión. Yo le dije que animara a los oíros, que yo nunca los abandonaría aunque lo perdiera Íodo, y que confaba con que ellos me serían igualmenfe fieles.

De nuevo me llevaron anÍe el nuevo comandan– fe, quien deseaba que firmara un invenÍario de los articulas que se habían enconÍrado en mi embarca– ción: pero me di cuenfa de que esfe invenÍario es– faba incompleÍo pues en él no se mencionaba ni un oCÍavo de mis cosas. Las cerraduras de los baúles y cajones habían sido forzadas y saqueados casi fa– dos sus contenidos.

Los soldados se habían apoderado de mis frajes y los llevaban puesfos descaradamenÍe en mi pre– sencia, pero no fenía más remedio que conformarme con la seguridad que me daban de que en San Car– los se me haría justicia. Las provisiones que fenía en mi embarcación fueron bajadas para con ellas alimenfarnos a mí y a mis Indios. He enfrado en defalle minucioso de fado lo ocurrido, porque este episodio encierra una de las ocasiones en que estu– ve más cerca de la mueríe, y al rrlismo tiempo por– que en él se explican los motivos de mi viaje al in– ferior de un país que, por el egoísmo de los Espa– ñoles, casi no ha podido ser visitado por los Ingle– ses.

Por la noche llegaron a la forlaleza, provenien" fes de las golefas, Íres embarcaciones grandes, co– nocidas por los Españoles con el nombre de Bon– gos, cargadas de producfos secos y bofellones de gi– nebra Holandesa y cognac. A me pusieron en una de esas embarcaciones, junio con dos de los In– dios, y los/ oíros dos Indios fueron enviados a aira embarcación.

Me dejaron en liberlad de poderme estirar, cuan largo era, en la parle frasera de la embarcación. Los Indios fueron puesfos en la parle delanÍera pa– ra que no pudiera haber comunicación enire noso– iros. EsÍas embarcaciones eran boÍes que fenían una longilud de Íreinticinco a cuarenfa pies. El fon– do y los lados, hasfa una alfura de ires piés, esfán hechos de una sola pieza de caoba o cedro, general– mente de éste úlfimo, en forma curva como una ca– noa pero sin quilla. La popa era en forma cuadra– da.

Los remos eran resisfenÍes postes de unos doce pies de largo, al extremo de los cuales iba un fablón de cuafro pies de largo y dieciocho pulgadas de an– cho, rematado en forma cónica a semejanza de una pala de remo; esos remos van sujefos al boÍe por medio de correas de cuero. En la parle frasera de esfos bongos hay una cubierla de ocho pies de lon– gilud protegida del sol y la lluvia por un Íoldo de cuero similar a los que se ponen sobre las carretas. Las embarcaciones miden seis o siefe pies de ancho y necesilan de dieciseis a veinfidos remos para des– plazarse. Pueden llevar hasÍa dieciseis foneladas y son las embarcaciones más grandes que hasÍa el mo– menfo se han usado en eSÍe río. El "paÍrón" o jefe y los fripulanfes eran originarios de Granada de Ni– caragua, hombres bravos y robusfos, descendienÍes de Indios. Los barqueros irabajan fado el día com– pletamenfe desnudos.

42

Page 111 - RC_1966_05_N68

This is a SEO version of RC_1966_05_N68. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »