This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »'no para el in:l:erior, 10 q~e Mena aprove:ch9, sin
~rdida de tiempo, para deJar El Rama y slgu1endo fe
huellas de Chavarría, llegar hasta Acoyapa. aS Ya aquí el Gen~r~l Mena, con ;voluntarios en bundancia reorgan1zo sus tropas dandole la van– a ardia al General José María Mancada, quien for– g11, dicha vanguardia con una especie de columna :rnolante para con ella atacar a las fuerzas del Go-va' . t ' b'ern o donde qU1era que es uV1eran.
1 En estas,operaciones, Mancada y Mena tuvierc;>u randísimo ex1±o porque ya las tropas de Madnz, 9 ue habían recorrido el camino de la Costa por cua–
~o veces, ya en esta ocasión regresaban suma~ente
desmoralizad~s Y por eso no presentab~z;t sena. re- 'stencia a nlngun ataaue que se les h1Clera, n1 se
~reocupaban C!el. número de soldados con que con– taban para reslsflr.
11 s~dado chonbdeño
Los soldados de Chontales en esta ocaSlOn se portaron como nunca, Siempre pelearon con entu– siasmo Y con el deseo vehemente de alcanzar el triunfo donde quiera que ellos hacían algún empu– 'e Sin embargo, en Comalapa, a pesar de los mu–
~hos jóvenes que allí se habían incorporado a las fuerzas de Mena y Mancada, cuando éste úliimo atacó a las de Valdez en el Cerro de Las Cruces y en el Divisadero, tuvieron que abandonar la lucha porque la resistencia que se les estaba haciendo era muY fuerte de lo que hasta entonces habían estado acostumbradas, porque en este caso, las fuerzas allí acantonadas habían llegado frescas de Managua, ba– jo el mando de los generales Vásquez Garrido y Val– dez. Mas cuando ya de noche, Mancada iba de re– greso a Juigalpa, recibió aviso de que las tropas de Madriz. habían emprendido la retirada y que no se enco¡;ltraban ya enemigos en los alrededores de Co– malapa; Con esa noticia, Mancada regresó a cele– brar er triunfo, muy merecido por cierto, a este mi pueblo' tan querido para mí.
Antes de esta acción de Comalapa las fuerzas de Mén¡:l habían luchado con fuerzas muy superio– res, en
Hato Grande, hacienda de la familia Maliaño en aquel tiempo, y hoy en día de los sucesores del Doctor Juan Bautista Sacasa. En esa lucha, no obs– tante, la ventajosa posición de las fuerzas de Madriz, bajo la jefatura de Castillo Chamarra y Toledo, el triunfo fue brillante para la Revolución, lamentán– dose .únicamente la pérdida de algunos importantes miembros del Partido Conservador, entre ellos Julio Alvarez CZanate).
Despv.és de estos triunfos de Comalapa y Ha:l:o Grande, hils fuerzas del General Mena se ,reconcen– traron e,n Juigalpa y allí dispuso es:l:e Jefe la mar– cha hacia el in:l:erior siguiendo la ru:l:a del Paso de Panaloyá, pasando por Malaca:l:oya.
El soldado granadino
El 15 de agosto se encon:l:raban acampados en Santa Lastenia, hoy de mi propiedad, y como en esas fuerzas habían muchos granadinos, estos estu– vieron celebrando su fiesta patronal con carreras de caballos y otras diversiones,
Más o mertos por es:l:a época de Agosto, ya nos– otros en Bluefields habíamos logrado limpiar Lagu– na de Perlas y o:l:ros lugares que habían estado ocu– padas por elementos del Gobierno, y nos sen:l:íamos tranquilos, sin peligro de una nueva invasión o nue– vos a:l:aques; por esa razón el General Estrada dispu– so enviarme al interior como Delegado del Ejecutivo Péira en el caso que :tuviera que entrar en pláticas eón el Gobierno de Madriz al dejar ésie el país, co– sa que creíamos segura.
Ya con :l:al nombramien:l:o emprendí mi viaje pa– ra incorporarme a las fuerzas del General Mena, ca– so .de considerarlo convenien:l:e, pero no hubo ne–
ce~ldad de éso porque cuando yo llegué a las proxi–
~ldades de Granada ya las fuerzas enemigas ha– blan desocupado es:l:a ~aza y las que quedaban es– taban acan:l:onadas en el'.conven:l:o de San Francisco de esa ciudad.
~o se sl;1bía c;:op, e~!9-dti:l:~d. el.nÚInero ioiaLde
esas fuerzas. Los granadinos creían que eran sola– menie unos 200 hombres, cuando en realidad eran como 800 que bien pudieron des:l:ruir :l:oda la reia– guardia de la Revolución, porque Granada esiuvo sin iropas de la misma y sin defensa alguna, pues el General Mena pasó, alrededor de la ciudad y só– lo se deiuvo en La Fuen:l:e, desde donde siguió para las Sierras de Managua, para de allí aproximarse a Managua. Oiras fuerzas envió por el lado de Tipi– :l:apa, para que ésias entraran a Managua por ese la– do.
Racia Managua
. En la Peni:l:enciaría de Managua habían muchos prisioneros políficos, los que cuando supieron que las fuerzas de la Revolución esiaban en Tipitapa, se amo:l:inaron, forzaron las puertas y se lanzaron a las calles, deliran:l:es de eniusiasmo por la libertad, y se dirigieron a encontrar a las fuerzas de la Revolu– ción. Aquel en:l:usiasmo con que llegaban esas gen– :l:es se comparaba con el Domingo de Ramos, :l:al era la profusión de ramos y de flores que llevaban pa– ra obsequiarlos a los derrocadores de la Tiranía. Los jefes de las armas de la Revolución que estaban en Tipitapa eran los Generales Arsenio Cruz y Fru:l:os Bolaños Chamarra, quienes :l:enían dificul– tad en su marcha hacia Managua, más por el tiem– po que perdían saludando a los amigos que se pre– sentaban a congratularlos y por las muchedumbres que obstruían el camino, que por la vigilancia que tenían que desplegar para evitar cualquier embos– cada que el enemigo pudieran :l:enderles a los lados del camino, pues debe recordarse que es:l:e trayec– to de Tipitapa a Managua era por ese :l:iempo, muy boscoso y no 10 que es ahora, una amplia carre:l:era bordeada de jardines y po:l:reros bien irrigados y cuidados.
La marcha hacia Managua se hacía, pues, di– fícil por la aglomera.ción de las gen:l:es y al acer– carse a es:l:a ciudad el ejército vencedor, los prisio– neros políficos de la Penitenciaría, que habían lo– grado su libertad por su propia determinación y es– fuerzo, salieron en masa a recibirlo, y el gen:l:ío se hizo aun mayor y el en:l:usiasmo que 10 animaba más deliran:l:e pues allí iban los más queridos je– fes conversadores de Managua como don Fernando Solórzano, don José María Silva, don Juan Manuel Doña, y otros.
Tal aglomeración y :l:al desorden en las discipli– na militar preocupaba grandemente a los Genera– les Cruz y Bolaños Chamarra, los que creían en la posibilidad de un ataque de las fuerzas del Gobier– no una vez que se llegara a la población, pues, aun quedaban algunos elementos enemigos en el Cam– po de Marle, o que, como pasa siempre en las tro– pas victoriosas, que las suyas pudieran desarrollar una oleada de saqueos y abusos que se les pudie– ra hacer difícil contener. '
Caída de Madriz
Felizmente, todo pasó en orden y la confianza renació en aquellos pundonorosos militares cuando recibieron la noticia de que el Docior Madriz se ha– bía marchado ya para León, no sin antes haber en– :l:regado el poder a don José Dolores Estrada, hom– bre integérrimo, de acrisolada honradez, hermano del General Juan J. Es:l:rada, Jefe de la Revolución libertadora, a quien don José Dolores ofrecía la en– trega del poder :l:an pronto como su hermano llega– ra a Managua. En esta promesa todos :l:eníamos la mayor confianza, porque además de las cualidades personales del Sr. Estrada, 'que eran prenda de ga– rantía para nosotros', contábamos con la fuerza mili– tar del General Luis Mena, quien había dejado su ejército, que traía de las Sierras, en las afueras de la chldad para disponer mejor de él en caso se pre– sentara álgún conflic:l:o.
Triunio de la Revoluci6n
Cuando ya :l:uve la cer:l:eza de que en Managua no habría lucha militar armada y que 10 que se dé~
ªª;t:rollaríª.. ffi¡f!.6. ~ien era una. lucha política,. :llamé
This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »