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« Previous Page Table of Contents Next Page »como jefe sirvió de mucho para que nuestras fuer– zas tuvieran confianza en el éxito y mantuvieran su entusiasmo que siempre demostraban vivándolo aun en medio de los combates. Las fuerzas del Ge– neral Masís estaban sin combafir pero siempre aler– :l:as para repeler cualquier inten:l:o que hubieran he– cho las tropas enemigas. Las del General Correa só. lo :l:uvieron, lo que pudiéramos llamar, ligeras esca– ramuzas, por lo menos hasta esa hora, es:l:o es, como a las diez de la mañana.
Sería como entre las doce y la una del día cuan– do el Gobierno Americano comunicó que había noti– ficado al Jefe Militar de las fuerzas del Gobierno que la Aduana que an:l:es es:l:aba en El Bluff, pasaría aho– ra a Bluefields, y que los vapores desembarcarían en la Isla de Scooner Rey que queda en la desem– bocadura del Río Escondido en la Laguna de Blue– fields.
Con esa disposición se le quitó a El Bluff la im– portancia que :l:enía para la Revolución, de manera que 8n realidad esa posición no :l:enía ya valor algu– no para nosotros, hasta el punto que en el fragor de la lucha que estábamos sosteniendo con las fuer– zas de Godoy y Chavarría, llegamos hasta a olvidar que la habíamos perdido por la mañana.
Así fue que pasamos peleando el resto del día en las posiciones del General Durón.
Al siguiente día el enemigo generalizó el com– bate, pues durante la noche no se había a:l:revido a hacer movimiento militar alguno, aunque por uno que airo prisionero que el General Durón había lo– grado capturar, teníamos ya conocimiento de que las provisiones del enemigo escaseaban y oue las enfermedades diezmaban a las tropas, y que el desa– liento empezaba a cundir entre ellas. Mientras :l:an– :l:o, la moral de las nuestras y las seguridades del :l:riunfo aumentaban entre noso:l:ros.
En este segundo día el General Masís :l:uvo, por
U.!1. buen rato, que hacerle fren:l:e a un a:l:aque muy fuerte, pero al final logró rechazar brillan:l:emen:l:e a las tropas a:l:acantes, las que na volvieron durante el día a inten.l:ar otro a:l:aque.
También las fuerzas del General Correa sosiu– vieron un buen rato de lucha intensa con éxito feliz para los soldados que defendían esa sección.
Duran:l:e la segunda noche hubo un :l:iroteo es– porádico pero constanfe mas ningún a:l:aque formal y no fue hasta el :l:ercer día que por la mañana vol– vieron a atacar con violencia a las tropas del Gene– ral Durón, pero con el mismo resu1:l:ado que antes, es decir, que nunca :l:uvieron la más pequeña esperan– za de desalojar a nuesfros soldados de aquellas zan– jas inmundas llenas de agua y de lodo que eran nuesfras :trincheras.
Este tercer día fue el último que tuvimos de combate, pues al cuario día nos dimos cuen:l:a de que el enemigo había abandonado sus posiciones y que ya estaban libres de enemigos las casas de la finca del señor Bolaños Garay, pero nuestras tropas estaban ian maltratadas, tanto por los combates sos– tenidos como por el rigor de la intemperie, que no pudimos emprender la persecución del enemigo, mas nos dedicamos en cambio a recoger a los heri– dos, a enterrar a los muertos y a recoger rifles y parque abandonados.
Las pérdidas habidas por una y otra parte fue– ron basian±e serias, yeso me hace creer que la Re– volución de la Costa ha sido, quizás, la más san– grienta que Nicaragua ha :l:enido con excepción, pro– bablemente, de la que hizo el Pariido Liberal en
1896 al General Zelaya, en la que :l:ambién hubo de– rroche de sangre en los combates que sostuvieron hermanos contra hermanos.
Después de la retirada de las fuerzas atacantes de Bluefields, de las que una parie regresó al infe– rior del país y la otra logró pasarse a El Bluff nos dedicamos a la tarea de la limpieza de enemigos de esa posición y de otras de menor importancia como Laguna de Perlas, efc. Considerábamos que esas fuerzas enemigas allí acampadas serían un estorbo para la lucha que tendríamos que emprender otra
vez en los campos de Chontales y demás departa_ mentos del inferior.
Thonms P. Molla!
Antes de seguir refiriendo los sucesos culminan. tes de la Revolución quiero hacer aquí mención al hecho de que en la mañana del segundo día de com– bate en Bluefields, por invitación del Cónsul Ame– ricano, Thomas P. Moffat, concurrimos al Consula_ do varios de los jefes superiores, civiles y militares a una conferencia que el Cónsul Moffa:l: nos invitaba a sos±ener. Moffa±, sin exagerar la situación mili:l:ar de la Revolución por la pérdida de El Bluff, -que en realidad estaba compensada por las medidas ±o– madas con el transferimienfo de la Aduana a Blue– fields-, estimaba conveniente pensar en lo que de– bería hacerse en caso que aquella situación se hi– ciera desfavorable para la Revolución, mas sin de– cirlo claramente dió a enfender que si tal cosa lle– gara a suceder habría que llegar hasta iniciar la secesión de la Costa Atlántica.
Recuerdo muy bien que a la exposición que nos hizo el señor Moffa± y al planteamiento de estas cuestiones, ninguno de nosotros allí presente hizo eco alguno, ni mucho menos dejó ver la remota po– sibilidad de aceptar aquella absurda idea y desde el General Juan J. Estrada abajo nos despedimos fríamente de Moffa±, y casi en silencio. Recuerdo también que al dejar la casa del señor Moffat me dirigí a don Adolfo Díaz, quien aún esfá vivo y por eso me refiero a él, -y le dije estas precisas pala– bras: "Si a mí me piden que firme una acta pro– clamando tal secesión, me voy inmediatamente a presentarme a las fuerzas del Doctor Madriz". Y Díaz me contestó: "No, hombre, no habrá nada de eso. Esas son cosas de Moffa:l: solamente".
Plan del General Mena
Como dije anteriormente, al General Luis Me– na, Jefe Mili:l:ar de las fuerzas de la Revolución, le gustaba permanecer en Ciudad Rama y pudiéramos decir que ahí tenía su campamen.l:o general.
Como para sostener los empujes de los ejérci– tos de Godoy, Chavarría, Padilla y afros tanfos Ge– nerales que comandaban las fuerzas Madricistas va– rias veces fuvimos que ocurrir al General Mena para que nos enviara algunos refuerzos y por consiguiente debilitamos un tanto las fuerzas que él mantenía en El Rama, aunque a esfa ciudad conlinuamente estaban llegando voluntarios de Chon±ales, de los ca– seríos de los ríos y aun del interior del país a in– corporarse a la Revolución. De esta manera se fue– ron engrosando sus fuerzas poco a poco hasfa vol– ver a estar casi listas, por el mes de Junio o Julio, para emprender la marcha hacia Chon±ales y el in– ferior.
Como iodos saben, el General Mena era un hombre de muchos recursos militares y su fuerte principal era el acertado manejo y uso que hacía del espionaje, lo que con frecuencia le daba resulta– dos verdaderamente fantásticos.
Por ejemplo, una vez el General Chavarría ha– bía dejado un fren de guerra, provisiones y muchas cosas útiles para el ejército en Muelle de los Bue– yes. Cuando el espionaje del General Mena se in– formó de la existencia de ese gran depósito de ma– teriales de guerra, provisiones, medicinas, etc., se lo comunicó a su Jefe y éste concibió la idea de cap– turarlo o desfruirlo. El General Mena puso en prác– ±ica su plan, aun sirviéndose para ello de la amis– ±ad personal que había cultivado anfes con el Gene– ral Chavarna. y para que éste creyera que Mena estaba femeroso de un ataque, lo buscaba para en– fablar con él negociaciones de paz. Es decir, por un lado le inspiró confianza, y por afro, le desplegó una columna volanfe expresamente instruída para destruir por el fuego todo lo que no pudieran llevarse los comisionados a realizar :l:al empresa.
En honor a la verdad, los hombres de Mena lle– varon a cabo el plan maravillosamenfe bien. Cuan– do Chavarría se vió sin provisiones, ni medicinas, ni parque, no hizo aira cosa más .que emprender el ca-
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