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« Previous Page Table of Contents Next Page »10 escarpada, nos estaban esperando fuerzas ene– migas.
Malagalpa
No obstante esa amenaza y sabiendo que mis fuerzas mantenían un espíritu elevado y combativo, decidí la toma de Matagalpa y encargué al General Masís por un lado y al General Correa por afro, pa– ra la limpia del camino que nos conduciría a la ciudad.
Cuando llegamos al pie de la escarpada cuesta mencionada, la. que había que subir hasta una me– seta, especie de llano, en la cima, nos detuvimos para contemplar gozosos cómo peleaban nuestros hombres; con qué coraje emprendían el ascenso de aquella difícil posición, sobre una falda sin vegeta– ción alguna, donde los soldados valienfemenfe iban afacando y defendiéndose en las zanjas formadas por ~as corrientes de agua hasta que los vimos subir y derrotar a las fuerzas enemigas acampadas en una casa grande construida en la cima, el nombre de cuyo·dueño ignoro.
Libre ya de enemigos el camino de Mafagalpa, no esperamos más y emprendimos sin tardanza la marcha hasta llegar a la población cuantos antes, como en efecfo lo hicimos.
En los suburbios de la ciudad de Mafagalpa tuvimos un pequeño tiroteo, mas de allí en adelan– te no se nos presentó ninguna dificultad. El leC±or se puede, imaginar la sorpresa de la gente de la ciu– dad al ver en sus calles a los revolucionarios, cuan– do hacía unos pocos días sabían que esfábamos en Bluefields.
Verdaderamente, nacionales y exfranjeros, nos llegaban a felicitar por nuestra empresa, mas noso– tros sabíamos que por más que nos halagaran esas manifesfaciones de simpatía que nos hacían, fre– cuentemenfe acompañadas de invitaciones para fo– mar algún refrigerio o almuerzos y cenas en sus Gasas, debíamos privarnos de tales expansiones porque sabíamos que el enemigo venía fras de no– sotros. Por eso,muy :l:emprano del siguiente día, dispuse la dis:l:ribución de nues:l:ra fuerzas en aque– llos lugares más apropiados de donde se podía de– fender y rechazar cualquier a:l:aque a la población. Así fue que dispuse ocupar una altura que allí lla– man la Piedra del Apan:l:e, posición que domina al mismo :l:iempo todos esos lugares. Allí colocamos un cañón y un pues:l:o de ametralladoras.
No recuerdo si fue al segundo o :l:ercer día de esfar en Ma:l:agalpa que sufrimos un furioso afaque del que el General Masís fomó la defensa de una ala del ejército impidiendo que el enemigo se me:l:iera por la cañada que llaman El Salvador cuando és– :l:e venía huyendo de los afaques de aquel peñón del Apan:l:e.
Gral. Camilo BaI'berena
O:l:ra ala del ejército enemigo nos a:l:acó de fren–
te con :l:al furor que hubo momento en que ambas fuerzas parecía que peleaban confundidas y recuer– do bien que desde una pequeña a1:l:ura, el Coronel en:l:onces y hoy General Camilo Barberena Anzoá:l:e– gui esfaba con una ametralladora C01:l:, defendiendo bravamen:l:e la entrada a ese lugar.
En mi rececorrido de la línea de fuego llegué hasfa donde esfaba Camilo haciendo buen uso de su ametralladora en los precisos momen:l:os en que las fuerzas de uno y otro lado parecía que se mezclaban entre sí. Eso me hizo :l:emer por la seguridad de los nuestros y le pedí al General Barberena me die– ra el manejo de la ametralladora porque pensaba :l:ener mi pulso más seguro, y no fue sino has:l:a que pasó el peligro y el enemigo se declaró en franca de– rro:l:a que volví a darle la ametralladora al General Barberena, quien siguió peleando con bravura, corno lo hizo siempre en los combates en los que se trans– figuraba del hombre eleganfe de salón en el militar valien:l:e y denodado.
IIEsla bien"!
Recuerdo que cuando esfaba en el manejo de la
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ametralladora en los momentos más reñidos del
combafe, llegaba un cuñado y compadre mío lla– mado Máximo Amador y me decía: "Compadre, ya mafaron al fulano, de Comalapa'" y yo le confesta_ ba, puesta mi atención más en la lucha que en su informe: "Es:l:á bien!". Así lo hizo Máximo varias veces, y así le contesté yo otras :l:antas, y esio le im–
presionó :l:anto a mi compadre que en la noche des– pués de la lucha hacía comentarios sobre eso y mo– cionó entre sus amigos y paisanos el volverse a Co– malapa, porque, decía: "Le van a decir a mi com_ padre Emiliano, ya mataron a Máximo Amador, y él va contesfar, esfá bien". Es sobrancero explicar que mi "Esfá bien" de aquellos agitados momentos significaba "Estoy enfendido".
Este combate fue muy reñido y sangrienfo y
cuando ví que ya el enemigo comenzaba a dar mues– tras de flaqueza y a perder ventajoso :l:erreno pensé sacar ven:l:aja de aquella situación aniquilando por completo esas fropas, dispersándolas para que per– dieran su fuerza efectiva, y para ello comencé a dar mis órdenes para perseguirlas y arrojarlas hacia, aquella falda escarpada de la que hice mención an– feriormenfe cuando íbamos hacia Mafagalpa. Mas en esos momentos me llegó un mensaje del Gerieral Monferrosa, que esfaba entonces hospifalizado, en el que me decía que tenía datos posifivos que en el camino de Managua a Mafagalpa venían fuerzas enemigas y que era seguro que se tomarían la po– blación si no habían fuerzas suficientes en ella para confenerlas.
En visfa de esfo, tuve que dar órdenes contra– rias, es decir, que se suspendiera la persecución del enemigo, y que el General Masís llevara sus fuer– zas al camino de entrada a la población.
Como sucede muchas veces, resu1:l:ó que al Ge– neral Monferrosa lo había sorprendido en su lecho de enfermo una dama de las más interesadas en la causa liberal, haciéndole creer, como un secreto que le había arrancado a su marido, la noticia de la llegada de esfas tropas. Pero no habían fales tro– pas, y la suspensión de la persecución sirvió para salvar de la derrota a las fuerzas de Chavarría y Go– doy.
Confenida, pues, la persecución de las fuerzas afacan±es y mandado a reforzar el refén de la entra– da a Ma±agalpa, la calma entró en todas las líneas y el firoteo cesó por completo.
El General Masís, que no sabía del mensaje del General Monterrosa, se disgusfó un poco cuando re– cibió la contraorden de supender la persecución del enemigo, pues hasta cierlo punto se le privaba de cubrirse de gloria desbarafando por entero aquellas fuerzas que eran las mayores que había lanzado el Gobierno sobre nosotros; pero como yo no dudaba un ápice de que 10 dicho por Monterrosa merecía el más absoluto crédito, manfuve firme la confraor– den de persecución.
Desocupación de Malagalpa
La trampa en que cayó el General Monterrosa y en la que nos hizo caer también a nosotros, nos costó muy cara, pues el enemigo fácilmente se re– puso de su quebranfo y dos días después 10 tenía– mos de nuevo al pie de nuestras :l:rincheras grande– mente reforzado por las fuerzas del General Lara y afros militares que desde Acoyapa habían sido en– viadas en nuestra persecución.
Los informes respecto al número de fuerzas ad· versarias que tomarían parficipación en contra nues– tra eran exaC±os pues habían sido llevados por diver– sos hacendados por cuyas propiedades habían pa– sado las fuerzas enemigas, yesos hacendados, sim– pafizadores de nuestra causa, por caminos exfravia– dos y veredas sólo de ellos conocidos, llegaban pri– mero que ellas a Matagalpa a darnos sus informes. Felizmente cuando esto sucedía ya había yo re– concentrado de Jinotega al General Frutos Bolaños Chamarra con loda la fuerza que comandaba, así es que fado el ejército estaba en Ma:l:agalpa.
En la seguridad de que a la mañana siguiente sería siacado por fuerzas superiores, principié una
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