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« Previous Page Table of Contents Next Page »dente, entonces, me preguntó en dónde estaba hos– pedado y cuando le dí el nombre del Hotel, me dijo: "Mañana a las nueve de la mañana los tendrá us– ted".
Efectivamente, al siguiente día, a las nueve de la mañana, entraba al Gran Hotel un edecán del Presidente Estrada Cabrera, con dos sobres en la mano, preguntando por mí. Una vez que me iden– tificó, me los entregó en nombre del Presidente. En uno de los sobres habían diez mil pesos de Guate– mala, y en el otro diez mil dólares en giros, carlas de crédito y travelers cheques, además de instruc– ciones y claves y pasaporles para mi esposa y para mí.
Por actitud tan franca del Licenciado Estrada Cabrera invi±é a mi primo Reinaldo Chamorro a ir conmigo al pueblo de Santa Lucía Cotzumalguapa, donde había dejado a Lastenia, para que me ayuda– ra a preparar, lo más brevemente posible, mi salida de Guatemala para la República de Panamá, y efec– tivamente así lo hicimos.
A Lastenia le encantó la idea de viajar juntos y la posibilidad de que pronto volveríamos a Nica– ragua.
De regreso a la ciudad de Guatemala solamen– te estuve unos dos o tres días arreglando mis asun– tos personales antes de emprender el viaje a Puerlo Barrios, donde me embarcaría en un vapor que, to– cando en Belice, iría después a Carlagena y ensegui– da a Colón.
A Panamá
En Puerlo Barrios tuvimos un ligero contratiem– po que fue ocasionado por una cuestión de rutina. Sucedió que yo estaba viajando con nombre supues– to, na±urahnente, y cuando ya esiábamos a bordo, el Comandante del Puerlo le hizo una consulta al Pre– sidente Estrada Cabrera, y éste, posiblemente, no en– tendió bien 10 que el Comandante le informaba y entonces aquél quiso que me llamaran de a bordo para que yo le explicara, lo que yo hice a su entera saiisfacción, y así todo quedó solucionado y ya no tuvimos ningún otro tropiezo para salir de Puerlo Barrios.
A la mañana del siguiente día que salirnos de Puedo Barrios estábamos en Belice, que es una co– lonia inglesa en el corazón de Centro América, com– puesta en su gran mayoría de gente de color. Los blancos allí son casi únicamente los ingleses y las compañías comerciales. La induslria principal de esa colonia es la exporlación de madera y chicle. Salimos de Belice por la tarde de ese mismo día continuando nuestro viaje hacia Carlagena, puerlo del Allántico perleneciente a la República de Colom– bia, para de allí seguir hasta Colón.
A nuestra llegada a aquel puerlo bajarnos a co– nocer la ciudad, de estilo antiguo y construcción es– pañola. No me pareció que hubiese mucho movi– miento comercial, pero tampoco tenía aspecto de po– breza.
De Carlagena salimos para Colón sin pasar por Barranquilla. Este puerlo de Colón era el destino fi– nal de nuestro viaje marí1:imo; El día de nuestra lle– gada 10 pasarnos en el puerlo comprando algunas cosas en los muchos establecimientos que existían en poder de chinos y en los que las mercaderías eran muy baratas.
Al siguiente día salirnos para Panamá donde se encontraban lni padre y mi hermano Carlos al fren– te de un establecimiento de comercio situado en la Plaza de Santa Ana.
En Panamá nos hospedarnos en el Hotel Tívoli, de donde salhnos a buscar a mi padre, a quien en– contramos en su tienda, y quien nos recibió rnuy alegremente aunque sorprendido, 10 rnismo que rni hermano Carlos, pues yo no les había anunciado mi viaje. Después de los saludos afectuosos y de un buen rato de conversación general, hablé privada– mente con mi padre y le informé del objeto de mi viaje.
Corno es natural, ya aquí en Panamá, torné mi verdadero nornbre y convine con rni padre en que,
como rni estadía sería prolongada en la ciudad, nos pasaríamos a vivir a la pensión donde ellos estaban alojados. Después de haber estado unos días en el Hotel Tívoli nos irasladarnos a la pensión que era de una señora respetable.
Se recordará que yo me encontraba en Panamá cuando se verificó el movimiento de secesión qUe culminó con la proclarnación de la República, así es que para rní era ya Panarná una ciudad conocida y tarnbién para rni señora, que había estado en ella unos ocho días cuando el General Zelaya la había expulsado de Nicaragua, sin ernbargo, en ese enton_ ces, el carnbio que tenía la ciudad cada año era Sor– prendente, por el aumento de consrrucciones urba_ nas y el desarrollo del cornercio, así es que rni seño– ra y yo iuvirnos rnucho que visilar y ver.
Después de unos ocho días, de acuerdo con mi padre, dejé a Lastenia en Panan,á y salí yo para Costa Rica a ponerme en contacto con mis amigos de Nicaragua.
lDOi1 Adolfo DlÍaz
De San José le escribí a don Adolfo Díaz a Blue– fields informándole de mis planes y del resultado de rnis gestiones en Guaternala. Después de escri– bir y enviar esa carla a Adolfo rne dediqué a visitar a rnis arnigos de San José y de Carlago, con quienes cornencé a planear el rnovimiento revolucionario qUE;! llegaba a iniciar contra Zelaya.
A todos los enconiré bien anirnados, aunque el que rnayor entusiasrno rne rnosrró fue el doctor Isaac Guerra, rnagnífico rnédico, hornbre inteligente y rnuy agradable, relacionado con todos los hornbres prin. cipales de Costa Rica.
Me encontraba en esas actividades cuando reci– bí un cablegrarna de mi padre desde Panarná a vi– sándorne de la llegada de un rnensajero de Adolfo Díaz con una carla para rní. Decidí trasladarme in. rnediatarnente a Panarná, rnás cuando llegué el rnen– sajero ya se había regresado a Bluefields.
En su carla Adolfo rne invi±aba llegar a Blue– fiel para conferenciar con el Gobernador-Intendente de la Costa Atlántica, General Juan José Esrrada, pues según él, se encontraba rnuy descontento del sisterna de gobierno del General Zelaya, y conside– raba su deber contribuir al derrocarniento de su go– bierno despótico, y que en caso no se llegara a un arreglo con Estrada, no se perdería nada con el via– je, pues éste quedaría en cornpleta reserva. Adolfo, adernás, me garantizaba que el General Estrada no rne pondría dificultad alguna, es decir, que rne daría garantías de enfrada y salida de Bluefields.
Díaz ponía énfasis en su carla para que yo no vacilara en realizar el viaje, y por eso rne indicaba que el parlador de la rnisrna era un rnarino práctico que aunque rnanejaba un bote pequeño debería ernbarcarrne con él en ese rnisrno viaje de regreso para así no perder tiernpo, pero corno dije anterior– mente, cuando ese cornisionado llegó a Colón yo es– taba aun en Costa Rica, y corno él no quiso esperar rni llegada porque ponía en duda la seguridad de mi arribo inrnediafo, opfó por regresarse a Bluefields. Mienfras tanto Adolfo Díaz había recibido rni carla por 10 que rne cablegrafió a Panarná pidiéndome regresara a Puerlo Lirnón.
Al recibo de ese cablegrarna resolví llevar a mi esposa a Cadago para que estuviera allí con doña Julia de Pasos viuda de Charnorro y sus hijos Fer– nando y Anua, quienes residían en esa ciudad don– de rni fío Alejandro Charnorro, alrna fuerle del Par– tido Conservador, había rnuerlo hacía poco.
A Blueliel'ds
Cuando llegaluos a Puerlo Lirnón ya la embar– cación que Díaz había enviado a traerme había también llegado al puerlo y corno en otra carla me pedía que no perdiera tiernpo en efectuar el viaje, no pude ir a dejar a rni esposa personalmente a Carlago para recornendársela a doña Julia, sino que le pedí a rni buen arnigo el doctor Isaac Guerra que la acornpañara a Carlago, y ese mismo día -el 29
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