Page 55 - RC_1966_04_N67

This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

nos al ofro lado del PO sanos y salvos y sin nove-dad alguna. .. .

Después de esta hazaña, 90mO pudiéramos lla– marla, nO tuvimos otros incidentes djgnos de men– cionar, ::jalvo el que me sucedió cuando fuí a sosie– ner una' conferencia con don José Cabezas, infimo amigo de don Rafael Iglesias y muy amigo nuesfro también, <1uien vivía en la población de El Sardinal donde ienla una propi~ad de repasio.

Fuí comisionado por la Direc:tiva Revoluciona– ria para obiener del señor Cabezas una colabora– ción más eficaz y para que hiciera que los señores Calderón no siguieran obsiaculizando nuesfros fraba– jos. Esa conferencia duró varias horas mientras afuera llovía iorrencialmente, sin que me diera cuen– ia de ello, ial era mi abstracción en la conversación que sosieníamos. De regreso, al llegar al río "Pal– ma" y comenzar a cruzarlo, senií que la mula prin– cipiaba a nadar antes de llegar a la corrienie prin– cipal. La goberné de nuevo para la orilla en busca de una parle más seca, la que enconfré en un sillo donde anteriormente habían inientado hacer un puente, aquí la lancé ofra vez al agua que ya era profunda y arremolinada, de modo que hacía dar vuelfas a la redonda, en el mismo lugar, a la bestia, hasta que la fuerza natural de la corriente me sacó de la montura, saliendo, animal y yo, nadando, has– ta alcanzar la oira orilla, pero antes de llegar, tal era mi angustia y desesperación, <1ue me agarré de una ramita de "babillo" que creCla a la orilla del paredón y con la cual me ayudé a salvarme, con– firmándose así el dicho aquél: "El que ¡se está aho– gando de una ramita se agarra".

Domingo Vargas .

Una vez llegada la emigración a Liberia, el Ge– neral Cuarezma, que hacía de Jefe Milüar, nos dis– tribuyó en grupos a diferentes puntos, tocándome a mí ser destacado a Filadelfia, Costa Rica, en donde, no obstante ser una población aislada y de peque– ña significación tuve que cambiar de nombre para despistar a los espías del gobierno de Nicaragua, que mantenía gran vigilancia sobre la mayor parle de los miembros de la emig+ación, entonces, por mucho tiempo, usé el nombre de Domingo Vargas y me acostumbré a él hasta el exfremo que si algu– na vez en esos días me hubieran llamado por mi propio nombre ya no me hubiera dado por aludi– do.

Antes de que ocurriera la intentona de tomar el cuarlel de Granada el 17 de septiembre de 1897, teníamos fuerles irabajos emprendidos para que don Rafael Iglesias nos diera el apoyo necesario para derrocar al gobierno de Zelaya. El señor Iglesias se mostró muy anuente, y en consecuencia, le pre– sentamos un plan para la toma de la plaza de Gra– nada, y oiras más, y también la del vapor "Vicio–

ria".

El señor Iglesias le dió gran imporlancia a este plan e hizo hincapié sobre la toma del "Vicioria", para lo cual dispusieron mandarme de incógnüo al puerlo de San Carlos, pl¡lra asegurar allí la toma de dicho barco y no en el puerlo de Granada.

No recuerdo exaciamente la fecha en que, acom– pañado de don Felipe Chamorro, de Rivas, salí de incógnüo hacia Liberia, para luego seguir para San Carlos, rumbo el río "Melchora", donde vivía don Salvador Bravo, pero sí puedo asegurar que fue du– rante la estación lluviosa porque cuando llegamos

a: la bonüa población de Las Cañas estaba llovien– do torrencialmente. Desde un poco antes de llegar a esta población nos informamos de las casas en que podíamos alojarnos, más habiendo llegado se nos negó el hospedaje en todas parles donde lo so– licitamos. Ante esa negativa mi compañero y yo resolvimos bajarnos de las besHas y guarecernos del aguacero. Quiso la casualidad que el lugar que es– cogimos para esto, y aun para pasar la noche, al aire libre en la plaza pública, fuera frente a donde residían unas señorilas de apellido Rojas, las que seguramente apenadas de ver nuestra triste süua– ci6n, nos llamaron para decimos que ellas no nos

hal;iían dado aloja,nienfo porque estaba su Padre ause1;lfe, pero que estaban seguras que conseguiría_ ;mos lo que neqesüábamos en una casa que nos se– ñalaron, pero nosoiros ya habíamos solicüado en esa casa y fue allí donde se nos negó primero el hospedaje, mas a pesar de que así se lo dijimos a las señorilas Rojas, ellas insistían en que debíamos solicüarlo de nuevo porque allí era donde siempre daban hospedaje, por lo que al fin resolvimos ir oira vez a solicüarlo y en esta ocasión se nos concedió. era una casa con gente bastante humilde.

Ya ese día era muy tarde y no hicimos otra co– sa que buscar donde empotrerar las besHas, lo cual pronto conseguimos. Durante las primeras horas de la noche conversamos con la familia de la casa, con– iestando las preguntas que nos hacían y explicándo– les que nuesfra presencia obedecía al empeño en buscar unas minas de oro que nos habían informa. do existían por esos lados, pues nosofros éramos mineros que pasaríamos en la montaña en busca de esos minerales hasta una semana, por lo que íba– mos a procurarnos provisiones de boca, como en efecto lo hicimos al siguiente día, saliendo a com– prar lo necesario para llevar en el camino que em– prenderíamos por montañas desconocidas, casi inex– ploradas hasta el "Río Frío" y habüadas por las tri– bus de los "guatusos".

Al tercer día de estar en Las Cañas salimos pa– ra nuesfro destino. A cuatro leguas de este lugar, no enconiramos ya camino para bestias y tuvimos que dejarlas al cuidado de un campesino, propieta– rio de una pequeña huerla, siguiendo a pie el viaje, por veredas, guiados por un baqueano. Al segundo día de camino llegamos a una laguneta a cuya ori. lla ,según el guía, habían estado unos indios gua– fusos, por los restos que enconframos de unos pes– cados, con escamas y tripas y esponjados, siendo así cómo ellos se los comían crudos. Continuamos la caminata por una montaña enmarañada, cubierta de árboles milenarios, lianas, gruesos bejucos y to– da clase de extrañas frepadoras, hasta llegar a un caserío del mencionado Río Frío, habüado en su mayor parle por nicaragüenses llegados del puerlo de San Carlos.

Por aquella época se encontraban todavía ves– tigios y descendientes de caribes y de las tribus de los guaiusos. Me parece que fue un ganadero lla– mado Francisco Solano, padre del Dr. Salvador So– lano, progenüor de familia honorable granadina, el que abrió y estableció una rriia para llegar hasta Alajuela, formándose así una línea divisoria enfre Ni· caragua y Costa Rica, y de este modo la faja de tie– rra que nos perlenece se fue poblando de nicara– güenses.

Aunque mi compañero Felipe Chamorro era completamente desconocido por aquellos lugares, nosoiros siempre tomábamos precauciones procuran~

do evitar el contacto frecuente con la gente de aque– llas zonas para no comeier indiscreciones. Aquí tu– vimos que alquilar un bote y buscar un nuevo guía para que nos llevara parle por río y parle por tierra, hasta ¡legar a una propiedad que queda sobre la margen izquierda del Río San Juan, que era enton– ces de un señor Medina y que fue más tarde del se– ñor Kaufz.

Al entrar la noche de ese día, esperamos que las gentes donde nos hospedamos apagaran las lu– ces y se retiraran a sus dormitorios para ir furtiva· mente a robarnos un bote que estaba a la orilla del río, cruzar éste y remontar el caño Melchora hasta llegar a la propiedad de don Salvador Bravo, que erliÍ la pers<;ma iras la cual andábamos, para planear la ioma del puerlo de San Carlos y también la toma del vapor Vlctoria, y a quien felizmente enconira– mos en su casa.

Don Salvador Bravo

Don Salvador Bravo, era un hombre de edad pues ya pasaba de los sesenta años, amanerado, de buenas cosfumbres y de muy buen juicio. Después de una conversación de fres horas, examinamos el pro y el contra de ambos proyectos y concluímos

14

Page 55 - RC_1966_04_N67

This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »