Page 46 - RC_1966_04_N67

This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

mi primera campaña, dormí bien remojado en una de las calles de Mateare, donde dormían de igual modo o:f:ros compañeros míos. Al amanecer, me pre– senté en la casa que ocupaba el Gral. Paiz y le dí cuenta del resu1:l:ado de mi misión y la creencia que tenía yo de que como a las diez del día, llegarían '\Tarias piezas de arlillería, enviadas desde Mana~

gua. En la misma casa se encontraban el Jefe de las FUERZAS EXPEDICIONARIAS General Miguel Es– pinaza, el Gral. Hipólito Saballos y el Gral. Manuel Rivas (salvadoreño), pero este ú1:l:imo no se encon– fraba en casa sino en un puesto militar de vanguar– dia en los alrededores del pueblo de Mateare. Y a esas horas me dí cuenta de que entre los jefes ha– bía estado discutiendo la posibilidad de desocupar la población, 10 cual tenía muy molesto a don Rey– naldo Chamarra que corno Ayudante de uno de los jefes. con su carácter impulsivo y nervioso les decía que no era posible que se pensara en tal desocupa– ción. Yo les dije que ya estábamos cerca de las ocho de la mañana sin que ocurriera ningún tiroteo en los puestos de avanzada, 10 que a mi juicio po– día indicar que el enemigo se estuviera preparando para el ataque o que durante la noche hubiera abandonado el' campo; por consiguiente, que an:l:es de pensar en 10 que podía hacerse. era necesario mandar a reconocer las proximidades de Mateare para saber exactamen:l:e donde se encontraba el ene– migo. El Coronel Correa se ofreció para ir hacer ese reconocimiento y yo también me ofrecí para ir a hacerlo con 25 hombres. En esas discusiones es– tábamos cuando alguien anunció que se divisaba por el lago el vapor "Managua", aproximándose a las costas de Mateare e incontinenti oírnos la deto– nación de un cañonazo y poco después vinlos pasar un grupo de :f:ropas bastante regular frente a la ca– sa. con dirección a la Iglesia. Investigando 10 que pasaba, nos informaron que el cañonazo que dis– paró el vapor, fue una granada que cayó propia– mente en la :f:rinchera de "La Barranquita", a cargo de un Capitán Arana que tenía dos hijos de Oficia– les en' la misma compañía, y estos jóvenes al ver caer muerto a su padre por la granada, corrieron a levantarlo y 10 llevaron a enterrar a la Iglesia. Al ver esto las :!:ropas, abandonaron también el lugar, quedando solo este puesto militar. Cuando el Gral. Paiz se dió cuenta de lo ocurrido, ordenó que una compañía de granadinos que estaba acuarlelada frente a noso:f:ros, al mando de un Capitán Espinosa (Churuco) ocupara el lugar que hablan dejado las fuerzas del Capitán Arana. El Capitán Espinosa, al ser requerido por mí para ir a cumplir las órdenes del 'Gral. Paiz, vaciló un poco, vacilación que me obligó a increpado fuerlemente, después de 10 cual se puso 'al frente de sus soldados y marchó conmigo al destino que se nos había señalado. En el cami– no no tuvimos ninguna dificu1:l:ad en esa zona que el día anterior había sido de gran balacera y que ahora estaba completamente en calma. Lo mismo se encon:f:rba "La Barranqui±a". El vapor, después del disparo del cañonazo, había virado rumbo a Mo– motombo. Nada anunciaba pues que podía haber plei– to ese día, sin embargo, el Comando Militar se sen– tía inseguro y no cesaba de pensar en la desocupa– ción de la Plaza. Por ú1:l:imo, corno a eso de la una del día, me llamaron para darme instruccio– nes. de permanecer en ese punto hasta que oyera repIcar las campanas del pueblo. hora en que de– bía de levantar el campo, junto con la compañía de Espinosa, y seguir, :f:ras ellos hasta la ciudad de Ma– nagua.

BalaDa de liLa Cuesta"

Ya puestos aquí (Managua), el Gobierno e:xpli–

c~ a la ciudadanía que por razones estratégicas ha–

b~a desocupado Mateare para ocupar mejores posi– CIones en los alrededores de la Capi±al, desde Mo– tastepe hasta la orilla del Lago, por el Norle, pasan– do sobre la cordillera llamada de "La Cuesta". En efecto, mandaron a ocupar algunas de las posicio– nes mejores de esa colina, y el Gral. Hipólito Saba.. 110s hijol con seiscientos rameños l como le decían a

5

los que llegaban de la Costa A:f:lán±ica, ocuparon Motastepe. Poco tiempo después de nuestro arribo de Mateare, supimos que las fuerzas de la contra– rrevolución que habían atacado Mateare, se habían declarado impotentes para tomar aquella Plaza, y que aprovechando la oscuridad de la noche, se ha– bían retirado a Nagarote, y posiblemente no se ha– brían detenido hasta llegar al mismo León. Pero al– gunos de los pocos amigos que las fuerzas occiden– tales tenían en Mateare, al levantar nosotros el cam– po, les hicieron avisar tan sorprendente hecho, y eso bastó para cambiar la derrota que habían su– frido en un comple:l:o éxi±o, pues inmediatamente contramarcharon a Mateare y con±inuaron su mar– cha hasta encon:f:rar las fuerzas de la Junta de Go– bierno en "La CUE1sta", donde muy temprano del si– guiente día, se principió a combatir con bastante in– tensidad, principalmen:l:e en la posición que llama– ban "La Guatarra" y en "La Cuesta" misma, force– jando las :f:ropas de León por romper esas defensas pq.ra seguir su marcha has:l:a Managua. Mientras en "La Cuesta" y sus posiciones anexas se peleaba con éxito variado, en Managua'se adverlía en los sem– blantes de los mili±ares conservadores de la ciudad corno Ul1 reflejo de satisfacción por lo que estaba aconteciendo, mejor dicho. sentían la esperanzq. de que fuera el Gral. José Santos Zelaya el triunfante, por 10 que los tenía sin cuidado y antes bien, no es– condían su satisfacción porque se decidiera así la batalla. Esta es la impresión que tuve en aquel en– toncEls y que más tarde se afirmó en mí y la con– firmó la Historia.

pero volviendo al combate de "La Cuesta" diré, que un carbunco puso fuera de combate al valiente "Indio Pellota" (Gral. Ignacio Paiz) , por eso las fuer– zas que él comandaba es:l:aban en la Plaza sin to–

mar 'parle todavía en la contienda. Pero a eso de las nueve de la mañana ordenaron prepararse pa– ra sq.lir hacia "La Cuesta" y nos mandaron a formar frente al Palacio Nacional para marchar tan pronto se nos ordenara. El Coronel Salvador Chamorro, que dos días antes había llegado de Europa, fue dado de a1:l:a, y las fuerzas de que estoy haciendo mención, fueron puestas a sus órd~nes. A mí me sorprendió ver a mi padre tornar posesión del man– do de aquellas fuerzas en la que ninguno de noso– :!:ros contaba con una sola bestia. El Coronel Cha– morro se puso al frente de aquellas :!:ropas, con bo– tas a1:l:as pero sin cabalgadura q.lguna. Corno a las diez y media de la mañana recibió la orden de marchar y salirnos con gran entusiasmo vivando al Gobierno, a Don Joaquín Zavála y a los Generales Avilés y Montie!. La orden que recibió mi padre fUe la de marchar a "La Cuesta" y allá nos dirigi– rnos bajo un sol abrasador.

Serían un poco más de las once cuando co– menzaron a pasar frente a nosotros unos señores montados en elegantes bestias, y entre ellos a Don Joaquín Zavala. Me dijo mi papá: "El triunfo debe estar asegurado, pues es:l:os señores no se expon– drían a ir si el éxito estuviera aun dudoso". Pero poco después pasaba el Gral. Rigoberlo Cabezas, el Gral. Carlos Alberlo Lacayo, don Gustavo Guzmán y algunos otros que en estos momentos se me esca– pan de la memoria. Al ver es:l:o, volvió a decirme mi padre: "Estos acompañantes de Zavala, poco me agradan, terno que pueda ocurrir algo inesperado". Corno si solo eso se esperara, empezaron a llegar las malas noticias. Por primera vez llegaba el in– forme de que propiamente en la pasada del camino de "La Cuesta", se había forlq.lecido el enemigo y que parle de las fuerzas de León estaban pasando a Managua, por la costa del lago, precisamente a donde se le había ordenado a mi padre marchar para impedir esa fi1:l:ración. Al recibir esa orden el Coronel Chamarra dejó el camino para "La Cuesta" y se metió al po:!:rero que teníamos al lado norle. Ya el lector se puede imaginar lo que significa cru– zar un potrero en pleno invierno, con pasto y mon– te bien crecidos. Aquella orden realmente no sir– vió más que para que las fuerzas de mi; padre no :l:omaran parle en la El.cción de ese día, pues dichas_

Page 46 - RC_1966_04_N67

This is a SEO version of RC_1966_04_N67. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »