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manos, hizo nClcer y florecer el civismo y con el respeto de los hombres, crecio el Estadista y dio leccion perpetua

el todos los nicaragüenses. Por eso la Justicia crecio y desarrollo en forma tan floreciente que aun sigue siendo luz que ilumina. Si se manosea a la Justicia, esta se muere y si se la respeta, florece. Por eso crecio y brillo durante el régimen del General Chamorro, quien al res– petar los derechos de los otros, se inclino siempre cmte ese Gran Poder Dispensador de lo que es y debe ser Justo.

Debe pues quedar asentado como un hecho claro y bien definido que en la actuacion administrativa del Ge– neral Chamorro, cada funcionario asumio su cargo con plena conciencia del sentido de su responsabilidad. Fue pues el espectáculo de un conjunto de funcionarios proce– diendo cada uno de ellos con entera independencia uno del otro, pero sometidos todos a un Gran Denominador Común que era el respeto y la obediencia a la ley. Para lograr ese resultado, el General Chamorro supo usar de

su don de conocer a las gentes y así poner a cada quien en su verdadero lugar con los poderes propios de su car–

gOl. Fue un espectáculo de hombres libres guiados por su rectitud y honestidad, sometidos a la ley y formando una unidad que es para todos una sabia leccion de De– mocracia. Según un connotado pensador americano ello es diferente de lo que se ve frecuentemente en equipos de intelectuales, de filosofos y de economistas mercena– rios trabajando en la tarea de encadenar a las gentes a un comando único. En situacion como esa podrá haber técnicos, especialistas o creadores imaginativos, pero faltará el espíritu cívico, el espíritu democrático de estar fodos unidos y guiados por el principio de la ley y no por la obediencia a otros hombres. Por eso pienso que aquel ejemplo de Emiliano Chamorro fue ejemplo de estadista nato, que supo lo que es civismo y que nos dejo una lec– don viva ele como puede vivirse bajo el Gobierno de hombres libres. Fue una lecdon de Democracia real y senticla de corazon.

EMILIANO CHAMORRO: CAUDIl~LO POPULAR

ROBERTO GUTIEIUIEZ SILVA

Nuestra América ha sido prodiga en lo que común– mente se conoce por Caudillo. Pero a mi juicio se ha confundido con harta frecuencia al sargenton, al jefe mi– litar, al que ejerce el poder y a una serie de sujetos que por una razon o por otra se han situado en alguna posi– cion determ:ncmte en el ejército o en la política con lo que es un Caudillo. Y creo que no es así. Por ejemplo Víc– tor Raúl Haya ele la Torre en el Perú es un líder, un funda– dor de una modalidad política y si se quiere el creador de una filosofía nueva con el APRA, pero no es esencialmen– te un Caudillo popultlr. Y así tantos otros en Venezuela, en México, en la Argentina y en tantos otros países de nuestra América media agitada por permanentes convul– siones políticas. Entonces qué es para mi un Cauclillo popular? Es el típico produdo de extraccion popular, que sin rango, ni poder, ni dinero, ni posicion social y aún sin preparacion intelectual, hace nacer y mantiene un estrecho vínculo con la masCl, creando un fanatismo mís– tico que me imagino como un hilo invisible, absoluta– mente espiritual, que lo une estrechamente con el alma del pueblo sin que se pueda definir exactamente qué es y por qué existe.

Emiliano Chamorro, nacido en Acoyapa, tuvo ese destino. Fue un Caudillo popular. Su figura física lo acercaba al hombre común del puro pueblo; su carácter con algo de burlon y misterioso, produjo la leyenda. Su temper¡;¡me"to de político permanente le creo la aureola

y sus condiciones cle hombre audaz, valiente y arriesgado 'fueron los fudores esenciales para la mística. Logica– mente el ambiente, lo ignorancia, la idiosincracia elel niccm;¡güense emotivo y pasional lo convirtieron en el hombre que gozo en vida de la santidad de los altares en los ranchos de nuestro pueblo. El, Emiliano Chamo– rro, alimento de tiempo en tiempo con revoluciones y cuartelazos la leyenda y fue así como pudo permitirse graves errores, que si le dañaron su estatura política, no le perjudicaron su posicion de Caudillo legendario.

Tuvo la virtud de no convertirse de Caudillo en dios cuando ejercía el poder y además es historicamente cierto que no fue un mcmdon arbitrario. Por eso es incompara– ble con Tmiillo de la Dominicana y con Somoza García de Nicaragua, que jamás fueron caudillos, ya que impu– sieron su nombre y su persona con el terror o la dádiva. No se puede afirmar que el caudillaje del General Cha– mono fue beneficioso para la República, si hacemos un balance sereno de su aduacion con10 militar, como diri– gente y como politico, el resultado a mi juicio es negati– vo. El "Ioi'nazo", uno de sus inolvidables errores, le dio el !)oder al libemlismc, enardecido y vengativo de aquel entonces. Productos ele aquellos motines sin rumbo ni bandera, fueron los Moncadas y los SomozClS; y la prue– be! de que aquella trágica cuartelada fue una incurable herida paro la República, la tenemos en treinta años de dictadura que ni el mismo General Chamarra pudo ven– cer. Eso fue para él una cruz que llevo en vida y que lo marcarél en 1(1 historirl. Pero hay más, probablemente con la buena fe que me COIl'l1~!ClZcO en reconocerle intento por diferentes víc¡s y por distintos caminos devolverle a la República la salud y la dignidocl que él sabía empañada y desafortunadamente nunca lo logro.

Por eso es digna de admiradon y de sorpresa la po– sicion de Cauclillo popular que mantuvo hasta su muerte. Creo que el afecto del pueblo para él f!Je al hombre y no al polítice, ni al General. Diviso al General Chamorro en una casa modesta -siempre fue discreto- rodeado de hombres y mujeres del pueblo, los famosos compadres,

k!5 o:.uiñosCls comadres y los numerosos ahijados, llega– dos de todas partes y él sin ostentadon y sin orgullo re– partiendo monedas y billetes de las que siempre llevaba en los bolsillos como un arsenal ele simpatía y caridad para "su" pueblo. También lo ví con visitantes distin– guidos alternando con elegancia y tacto social, pero siempre me llamo la atencion cierto complejo, que aún no sé si fue real o simulado, con lo que aquí se llama la

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