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mente mencionada: la virtud de su creencia y de su con– fianza en la Divina Providencia. Y esto último revela asimismo el secreto de su temerario valor.

Esa creencia firme en Dios, es el verdadero signo de su optimismo, es la vi~tud que le daba consistencia a la otra, y por eso sabiamente el pueblo las ha hermanado al poner entre sus virtudes sobresalientes la de haber sido optimista y creyente.

20 JUICIO PONDERADO

Toda la actividad política del Gral. Chamorro se desarrollo entre contradicciones, muchas veces de extrema violencia. Sin embargo, casi nunca se le vio dejarse do– minar por la ira, por más duras que fueran las contradic– dones a que tuvo que enfrentarse ni por más violentas que fueran las circunstancias en que tuvo que combatir. Siempre se mantuvo en un espíritu de ecuanimidad que hacen indudablemente acreedor al título que se le reco– noce como una de sus virtudes: el ser un hombre de juicio ponderado.

Es interesante hacer notar a este proposito que du-

rcmte la Jefatura indiscutible del Caudillo conservador y durante el tiempo en que fue Presidente de la Directiva Suprema de su Partido las Convenciones conservadoras siempre fueron muy reñidas, los debates siempre fueron fuertes y sin embargo, el General Chamorro siempre mantuvo la serenidad, y al final de aquellas violentas tempestClcles, siempre hizo renacer la calma por su espí–

ri~u ponderado.

Lo que decimos de estas luchas políticas en el seno del propio Partido del General Chamarro, puede decirse de los luchas fuertes y violentas a las que tuvo que en– frentarse

f:j su adversmio político y aun en las luchas mi– litares a lc;s que consagro grcm parte de su vida. Jamás perdio la sereniclCllii en ellos y siempre mantuvo su juicio ponderado, al que más que a nada se debe el prevale– cimiento que logro mantener constantemente sobre los destinos de su Partido. En esas luchas, a veces tuvo que soportar vio!entC'J5 injurias y más tarde se le vio en estre– cha solidaridad con quienes quizás más lo habían inju– riClclo mostmniClo así el juicio ponderado que el pueblo le atribuye como una de sus virtudes sobresalientes.

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EVALUACION DE NUESTROS COLABORADORES

No habiendo querido hacer, de manera exclusiva, la evaluación de las cualidades des– collantes del General Chamorro, pedimos a nuestros colaboradores, miembros prominentes del Partido Conservador, que por su amistad, adhesión y conocimiento personal del ilustre desapa– recido, pudieran damos sus impresiones personales sobre esas mismas cualidades. A conti

m

nuación publicamos los trabajos recibidos.

EMILIANO CHAMORRO~ ESTADISTA CIVICO

l't"ELiX 1f:. GUANDIQUE

Quienes vivimos en el ejercicio de una profesion, no poclemos separarnos de las disciplinas que élla misma impone y por tal razon, al considerar cualquier tema, aunque sea sin premeditadon, siempre nos sentimos guiados por lo que a través de los años se ha convertido en una regla del diario vivir. Esto ha venido a mi mente cuando se me ha pedido por don Joaquín Zavala, amigo

CI quien respeto y admiro, que analice la personalidad del General Emilicmo Chamorro como "estadista cívico". Digo esto porque según una regla elemental de derecho, no puede hacerse ningún examen, ni darse ninguna opi– nion, mientras los hechos no sean claramente conocidos y

establecidos. De allí que sea una regla fundamental aquella de que los hechos son invariables y lo que cam– bia, es su interpretacion o sus comentarios. Tal es la explicadon por la cual aquí en estas líneas, necesaria– mente debe en primer lugar asentar cuáles son los hechos y después hacer los comentarios.

No Se'! me ha pedido que escriba una loa, ni un diti– rambo, ni se me han fijado limitaciones o cauces a los que yo tenga que sujetarme. Entiendo que la razon bá-

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sica o fundamental por la cual se me ha hecho ese pedi~

do, proviel1e ele que mis años de iniciacion profesional coincidieron con Ciquellos en los cuáles el Gral. Chamorro intervenía en la PoHNca, en que llego a la Presidencia de la República, y en que fue un hombre cuya opinion se tomaba en cuenta en todo asunto de interés nacional: él entonces era una fuerza motriz para el desarrollo del bienestar de Nicaragua. Fuí testigo de aquellos años y en cierto modo viví la parte íntima de la Política de aque– llos tiempos, no porque haya sido actor en éllos, sino porque mi vida profesional corría al lado de aquellos Abogados cuya luz, ya no volveremos a ver: me refiero a Máximo l-i. Zepeda, Alfonso Ayon, Manuel Pasos Arana, Gregorio Pasquier y otros más. Hablo pues como testi~

90 y así conforme a aquella regla legal antes citada, estableceré los hechos, para formular después mis comen– farios.

Cuando era niño y asistía aquí en Nicaragua a es– cuelas primarias, se nos inculcaba que eran inseparables los nombres de Presidente de la República y de General Zelaya, de modo que para nuestras mentes infantiles no

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