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cíe:! Y que ell mismo tiempo sabía él dispensar a 105

demás.

12 POPULAR CAUDILLO

Emiliano Chamorro fue, sin duda, el Caudillo por antonomasia. No fue un conductor político o militar que alcanzara el poder en aras de una doctrina y produjera una transformacion en la nacion; no tuvo, ni represento, nada de eso, sino que fue en esencia el CQudillo, no en realidad como conductor de pueblos; sino como hombre que llego a encarnar de tal manera un sentimiento popu– lar alrededor de su figura, que produjo el fenomeno, ja– más visto, de ser más bien Caudillo fuera del poder que en el poder mismo. En la Presidencia de la República fue un Presidente normal, con las mismas características de cuantos han ocupado ese puesto, -no importa las diferencias en la manera de elercerlo, ni la forma de com– portarse como tal-, por su probidad, por su sencillo re– publicanismo, por su ecuanimidad, por su f(lIta de arro– gancia, por no haber sido un mandan arbitrario, ni un aristocrata endiosado. En cambio, fuera del poder, fue muy distinta su conducta política, y en esto precisamente consiste el fenomeno.

Ese raro fenomello no se ve en los que han sido grandes conductores de pueblos, que han ejercido tal do– minio desde el poder, pero que lo han perdido al caer de él, y muchos han vinculado su tondicion de conductores al poder mismo, de tal manera que fuera de él han per– dido ese carácter, y muchas veces hasta la vida, por no poder vivir sin disponer de los medios que les permitían seguir siendo Caudillos. El General Chamorro, fue más Caudillo cuando estuvo fuera del poder, y ese fue un fe– nomeno permanente que no disminuyo ni con los errores que hicieron perder el mando a su Partido y lo acompaño hasta el fin de su vida, a pese:!r de un prolongado ostra– cismo del poder.

Sus funerales fueron una expresion de tal manera grandiosa de' ese fervor popular que siempre lo acompa– ño, que no solo fue motivo de verdadera sorpresa para los extraños que los presenciaron, sino que fue motivo de verdadero estupor el notar que después de tantos años fuera del poder aquel Caudillo y su Partido, conservaran tan enorme vitalidad.

¿A qué se debe ese fenomeno? Es difídl encontrar una explicadon razonable. Quien sé ponga a buscarle explicadon solo se enéontrará con el hecho inexplicable, con un hilo misterioso que nunca se rompio que lo ligo indisolublemente al pueblo.

13 POLlTICO SAGAZ

En Europa, donde los políticos no son hombres de circunstancias sino que nacen y se cultivan al servido de una vocacion, ha habido personajes que han tenido una larga actuacion, como Churchill, recientemente fallecido, pero sobre todo como Gladstone, el gran Jefe del Partido liberal inglés, que ocupo por última vez el cargo de Pri– mer Ministro a los 88 años.

. El General ChamorrQ no fue nunca ese tipo de poJi-fIco. No fue un hombre que se cultivo para la actividad política, sino que las drcunstancias historicas familiares lo llevaron a ella al corresponderle su oportunidad, y es

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por eso un fenomeno realmente en los ambientes a",erl– canos el que haya podido mantener una Jefatuta indiscu-tible fuera del poder por tanto tiempo. ,

"El hombre es producto de sus circunstancias", ha dicho Ortega y Gasset, el más grande filosofo ~e la histo– ria de nuestros tiempos. Pero, ¿como pudo el General Chamorro mantenerse fuera de sus drcunstancias, cuando las circunstancias que lo hicieron ya no existíQn, cuando fue prácticamente imposible que las recordarari las gene– racibnes actuales y las apreciaran?

Habrá que buscar explicadon a la perdurabilidad de esa jefatura que lo acompaño, C!,un después de su muer– te, después de tantos años de alejamiento del poder. Si el General Chamorro no era un político de escuela a se– mejanza de los, políticos europeos que hemos mendona– do, es indudable que alguna raton habría pCira que pu– diera conservar ese poder en las masas de su Partido, porque no hay nada que desacredite más y que disminu– ya tanto el poder político de los caudillos como la derro– ta. Prácticamente, no hay Caudillo en Américq que haya podido sobrevivir a una gran derrota. Sin embargo, el General Chetmorro sobrevivio a innumerables derrotas. ¿A qué don se debe la persistencia de este fenomeno? Indudablemente que esta supervivencia política solo se puede deber a su sagacidad; a esa característica que más comúnmente pudiera llamarse, astuda. Fue a~tuto para dominar a sus rivales en la lucha por el poder en los pri– meros tiempos, y fue astuto para no dejar nacer ninguna otra rivalidad que pudiera comprometer sd Jefatura. Porque desde el poder es muy fácil destruir 0105 rivales, e impedir que nazcan" nuevas rivalidades. Pero fuera de él, ¿como lograrlo? Solo por ese don misterio~o que no lo da, ni el talento, ni la preparacion, ni la cultura, y que es la sagacidad. Por eso el pueblo lo ha definido muy bien como político sagaz.

14 ABNEGADO PATRIOTA

Para el pueblo esta virtud del Caudillo Conservador fue, en esencia, su consagradon a lograr la libertad so– juzgada, lucha a la que consagro gran parte de su vida con abnegacion sin límiteS. Sufrio, en efecto, toda clase de vicisitudes sin que eso lo arredrara en su empeño. Fue un errante conspirador contrd la Dictadura, sufriendo sinsabores incontables. Expuso, ",uchas veces, su vida en innumerClble combates en los que sieMpré se mostro impasible. Años enteros consagrados a esa vida llena de peligros son, dertamente, años de abnegacion, y ab– negacion patriotica. Porque al consagrarse a esa vida dejo comodidades, tranquilidad, seguridad y el disfrute de una vida holgada quee le propordonaba la gran for– tuna de su padre del que él fuera Administrador General.

y todo por lograr las libertades conculcadas, es dedr, por obtener un objetivo altamente patriotico.

Pero el General Chamorro no solo en este aspecto dio muestras de su patriotismo y de su abnegadon para defender los intereses de la Patria. Cuando ya triunfan.. te en su lucha por la Libertad, compartio y dirigio él mis. mo los destinos de la nadon desde la responsabilidad del poder.

Primero como Ministro de Nicaragua en Washington le toco ser ejecutor de la política internadonal de su Par· tido, que tuvo su más descollanté expresion en el Tratado

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