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« Previous Page Table of Contents Next Page »hizo sentir esa elevada posicion y mucho menos con la gente del pueblo.
En otro sentido, en el sentido Político propiamente dicho puede considerarse como un arraigo en el pueblo, en la opinion pública y si bien el General Chamorro fue un verdadero caudillo, que en cierto modo dominaba a sus correligionarios, nunca ejercio este dominio en forma altiva, de manera impositiva, con menosprecio del sentir de los demás paro imponer su voluntad. Antes bien siempre trato de sensibilizar la corriente popular, de iden– tificarse con ella, sin someterse demagogicamente a eso corriente, sino que más bien, sensibilizando el sentimien– to popular, trato de orientarlo, de dirigirlo, interpretando fielmente sus aspiraciones. En ese im!3ortante aspecto de la democrClcia, el General Chamorro fue un verdadero demoerata.
Como tal, encarno las aspiraciones de la masa, con– virtiéndose en su verdadero guía. El timon de la direc– cion, nunca lo abandono y no por imposidon como hemos dicho, sino convirtiéndose en intérprete fiel de 105 nobles sentimientos, de las aspiraciones legítimas y de los an– helos populares que constantemente encarno por haberlos sensibilizado a fondo debido al contacto íntimo que siem– pre mantuvo con esas aspiraciones, sentimientos y anhe– los a los que consagro su vida hosta el último momento. Se puede decir del General Chamorro que en vez de dejarse arrastrar por el torrente de la popularidad de que indudablemente gozo, supo navegar por la corriente, y sé mantuvo como un democrata verdadero.
10 FIRME DE CARACTER
La firmeza de carácter fue una característica de las más constantes y bien definidas del General Chamorro. A veces llegaba hasta la terquedad cuando no habia quien lo hiciera cambiar si ya había tomado una decision. El ejemplo que más se recuerda a éste proposito es cuan– do mantuvo su decision de tomar el poder después de la renuncia de don Carlos Solorzano. En esa ocasion, hizo lo que deseaba a pesar de que se le habia advertido por los interventores de que su gobierno no sería reconocido. Fueron vanos los esfuerzos para hacerlo desistir de esa aventurada determinacion, de parte personas de gran valía y de mucha autoridad moral así como de gran ex– perienda politica de su propio Partido, entre los que hay que recordor o los doctores Ccirlos Cuodrd Pasos¡ Rosendo Chamorro y Alejandro César.
Otra ocasion, también de malas consecuencias, fue cuando se nego tenazmente a desistir de su candidatura presidencial durante el Gobierno de don Bartolomé Mar– tínez quien le dijo que aceptaba toda candidatura menos la de él, y el r,sultado fue que se formo una Coalicion para combatirlo, siendo ese el inicio de los acontecimien– tos que produjo la caída del Partido después de la san– grienta guerra constitucionalista, guerra que el General Chamorro no pudo dominar porque como represalia de su terca actitud los interventores lo obligaron a dejar el po– der y después a abandonar el pais, beneficiándose de su ausencia 10$ revolucionarios.
Aunque estos episodios restan más bien méritos al General Chamorro, no deben omitirse cuando se trata de poner en evidencia hasta. qué extremo llevo aquel hom– bre la fii'meza de su carácter. Esta firmeza de carácter
permitio por otra parte al General Chamorro dominar si– tuaciones y mantener incolume la estabilidad política del país, sobreponerse a obstáculos que trataron de impedirle su ascenso al poder y mantener los derechos soberanos de su Patria cuando los interventores trataron de impo– nérsele en detrimento de la soberanía nacional. A su firmeza se debe haber ganado la batalla de Managua cuando el gobierno carecía de parque para hacer frente al ataque de las fuerzas Menistas; y en muchas otras oca– siones, a su firmeza de carácter debio los éxitos de su vida, como cuando no cedio a la oposicion que el mismo don Adolfo Díaz hizo a su candidatura presidencial, lo– grando no solo llegar a ocupar la Presidencia sino man– tener con firme mano la cohesion de su Partido por mucho tiempo. La firmeza de carácter, para bien o para mal, fue sin duda una de sus características fundamentales.
11 CUMPLIDO CABALLERO
Una de las grandes paradojas en la vida del Gral. Chamorro es que pese a su condicion de hombre de gue– rra, de político popular y de empresario rústico y modoles sencillos y humildes, fuera, al mismo tiempo, un caballe– ro cabal y estrictamente cumplido en sus deberes sociales en lo que siempre se esmero.
Pero en realidad no hay nada de paradojico en la caballerosidad del General Chamorro y en su forma de cumplir con sus deberes sociales, porque la esencia del caballero es precisamente una virtud profunda del alma, más que una forma externa de la conducta en sociedad. Caballero es aquel que sabe comportarse con nobleza y generosidad, y antiguamente el caballero era el señor de su tierra, que sabía mantener su porte y que guardaba y se le guardaba consideracion. El General Chamorro con– forme a este concepto de la caballerosidad, fue siempre un caballero en el verdadero sentido, un caballero en– chapado a la antigua y en cuanto al aspecto social en la vida moderna si bien no reflejo la imagen del caballero decidor y zalamero, fue siempre cortés y am"ble con un porte de gran dignidad en su sencillez y en sus maneras, de tal forma que en ese campo siempre supo despertar respeto y simpatía.
En su comportamiento social siempre supo cumplir a cabalidad con sus deberes. Cuantas veces, CI pesar de sus dolencias, y de los quebrantos de su ancianidad, hizo largos viajes para acompañar a sO últimci mnrada a un amigo para asistir a un funeral, para apddrinar una boda, para atender una invitacion. Muy pocos son en los azares de la vida moderna quienes cumplen en forma estricta con estas obligaciones sociales y por eso es admi– rable la forma en que el General Chamorro las cumplía, su puntualidad en atender las invitaciones y la sencilla dignidad de sus maneras en el trato social.
A nadie le cuadra mejor que al General Chamorro el cognomento de haber sido un cumplido caballero. Gentil en su trato, galante con las damas, noble en sus acciones, generoso en su comportamiento fue fiel a la imagen del viejo caballero español y cumplido a la usan– za moderna én las obligaciones de la vida social que le conquistaron el aprecio, reconocimiento y respeto aun de sus adversarios políticos que le guardaron siempre, a pe– sar de las duras contradicciones, el respeto que se mere-
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