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En Managua el General Benavenfe fue muy bien recibido por fodos sus compañeros de armas y espe– cialmente felicitado por mí por su brillante compor– ±amien±o militar desde su salida hasta su regreso.
El General Moneada
En ese estado de paz inquiefa llegarnos hasta el mes de Agosto en el que se materializaron las ame– nazas constantes de invasión. Moncada desembarcó en Puedo Cabezas y Laguna de Perlas, aunque fra– casó en su ataque al Rama y a la forlaleza de El Bluff, donde se combatió por varios días habiendo las fuerzas del Gobierno recuperado el control mi– litar de toda la zona.
Tan pronto corno esfalló el movimiento en la Costa Atlánztica envié al General Barlolomé Víquez con un bien equipado ejército, lo mismo que al Ge– neral Benjamín Vargas Abaunza. Víquez ±omó la ruia de San Miguelito al Almendro y de este lugar al Rama, mientras que Benjamín siguió la ruta Acoya– pa-La Ga±eada-El Muelle de los Bueyes-Rama. Am– bas fuerzas se enconfraron en El Rama y allí tuvie– ron un fuerle combate con los rebeldes quienes fue ron completamente derrotados, mas en su huída, grupos pequeños organizados lograban preparar emboscadas que no dejaban de causar serios daños al ejército perseguidor.
Muede de Pasos Diaz
En una de esas emboscadas sufrimos la grave y lmentable pérdida del infrépido y valeroso joven militar General Humberlo Pasos Díaz.
El General Pasos Díaz remontaba el río Escondi– do en un pequeño vaporcito llamado "León del Mar", el que si bien tenía una potente máquina adolecía del gravísimo inconveniente de no tener retroceso. Así fue que cuando llegaron a la al±ura de Fruia de Pan, en una parle encajonada del río, bajo una frondosa arboleda, al darse cJ,len±a que habían caí– do en una emboscada del enemigo, el "León del Mar" no pudo retroceder, y las fuerzas del General Pasos Díaz que iban a bordo fueron el fácil blanco de un fuego implacable.
El propio General Pasos Díaz fue uno de los pri– meros en caer morlalmente herido y en ese momen– ±o se produjo una escena de intensa emoción: el cor– neta de las fuerzas, un joven de apellido Sequeira al ver caer a su Jefe, ±omó el clarín y con toda la fuerza de sus pulmones le hizo los honores de su rango. Un momento después el corneta caía tam– bién víctima de un arlero disparo.
La muerle del valeroso joven Pasos Díaz no se pudo ocul±ar y hubo necesidad de darle inmediata publicidad, así corno de gestionar el fraslado de su cadáver a Managua para darle una sepul±ura digna. de su valor y "patriotismo. El general Gustavo Ar– güello, Comandante de Armas de Bluefields, hizo las gestiones necesarias para la entrega del cadáver del General Pasos Díaz, que se dice fue irrespe.tado habiendo sido colocado en una tabla de madera con la cabeza para abajo y los pies para arriba. Una vez recuperado el cadáver fue conducido al Rama, donde fue embalsamado y de allí conducido a Ma– nagua, donde se le dió sepul±ura con todos los ho– nores militares de su posición y rango.
No quiero seguir adelante sin dejar aquí cons– ±ancia que el recuerdo de estos acontecimientos ya lejanos, lo debo a mi buen amigo el General Marcos A. Benavente quien tiene escrita unas memorias so– bre estos sucesos político-militares que son valiosos documentos de la historia de Nicaragua. También el General J. Gregorio Cedeño ha confribuído con sus recuerdos a refrescar los· míos. A ambos les doy aquí un testimonio de mi agradecimiento.
A pesar del grave golpe moral que signific6 la trágica muerle del General Pasos Díaz, las fuerzas del Gobierno mantuvieron el control de todo el ±erri– torio nacional, aunque siempre continuaba la ame– naza de invasi6n.
Las C:onlerenelasdel DenveJ'
Yo consideraba seguro el apoyo del pueblo con– servac;lor, corno efectivamente siempre lo tuve, pero, corno he dicho anteriormente, la hostilidad del De– parlamento de Estado a mi Gobierno se hizo tan ob– via que el Parlido Liberal encontraba fácil ayuda para hacerme la guerra.
Tanto para favorecer a la Revolución, corno pa– ra encontrar una manera de llegar a un entendi– miento que asegurara la paz en Nicaragua el En– cargado de Negocios, Mr. Lawrence Dennis, provocó con su parcialidad, una situación diplomática inter– nacional que culminó en las llamadas Conferencias del Denver.
Así corno Mr. Dennis hacía pública su simpatía por la Revolución, así era también visible que el Contralmirante Latimer, jefe de las fuerzas navales norleamericanas que "pafrullaban" la Costa Atlán– tica, favorecía a las fuerzas comandadas por el Ge– neral José María Mancada.
Sirva lo siguiente para demostrar la veracidad de esta aseveración. Después de convenir en una fecha posterior para el cclmienzo del armisticio nece– sario para que se llevaran a cabo las Conferencias de Paz, el General Moncada se lanzó al ataque de El Bluff, calculando que si lo tornaba, sería el árbitro de las Conferencias, y que si fracasaba en su intento la Revolución quedaba en sus mismas posiciones con la tregua del armisticio corno tiempo útil para rehacerse. Todo le salió a Moncada corno había previsto. Perdida la batalla de El Bluff, inmediata– mente el Contralmirante La±imer se dirigió al Co– mandante de Bluefields, General Gustavo Argüello, para que suscribiera el Armisticio que estaba conve– nido, el cual, una vez suscrito favoreció a las fuerzas derrotadas de Moncada, las que no pudieron ser perseguidas. En una palabra, Moneada, derrotado, quedaba en las mismas condiciones para el Armisti– cio. Todo por la parcialidad del Contralmirante La-
timer. '
Suscrito por el General Moncada y el General Argüello el armisticio, se procedió a hacer las invi– taciones correspondientes a la Directiva Nacional y Legal del Parlido Liberal Nacionalis±a, a los Genera– les Moncada, Julián Irías y Gonzalo Ocón, y a los dodores Juan B. Sacasa, Leonardo Argüello, Rodolfo Espinosa R., y otros, invitaciones que fueron hechas personalmente por ~r. Dennis y por el Contralmi– rante Laiimer a las personas mencionadas que esta– ban en el país y por los Ministros Americanos resi– dentes en Guatemala y El Salvador a aquellas que estaban en estos países.
Se declaró zona neufral el puerlo de Corinto, en cuyas aguas estaba surlo el crucero de guerra "U.S. Denver" al mando del Capitán H. L. Wyrnan, a bor– do de cuyo crucero se llevarían a cabo las Conferen– cias.
Una vez que fueron aceptadas las invitaciones por los miembros del Parlido Liberal, se procedió al nombramiento de los Delegados, Consejeros y Secre– tarios que representarían al Parlido Conservador. Nombré corno mis representantes personales al eminente dodor Carlos Cuadra Pasos y al General Alfonso Esfrada, ambos figuras sobresalientes del Partido y de mi Gobierno.
La Dirediva Suprema Conservadora nombró por su parle, Delegados propietarios a los señores Fer– nando Guzmán, Ricardo López Callejas y José Ma– ría Siero G" suplentes a los señores doctor David Stadthagen, Francisco S. Reñazco y Rosendo Chamo– rro; y Consejeros a los señores doctores Manuel Pa– sos Arana, Pedro Joaquín Chamorro y Agustín Sán– chez Vigil.
La Delegación en cuerpo nombró, en el puerlo de Corinto, corno Secretarios a los dodores José Bár– cenas Meneses y Horacio Argüello Bolaños.
La Directiva del Parlido Liberal nombró, a su vez, corno Delegados propietarios a los señores doc– tores Rodolfo Espinosa R., Leonardo Argüello, Federi– co Sacasa, Mariano Argüello Vargas y a don Benja– mín Abaunza, suplentes a los señores doctores Enoc Aguado y Escolástico Lara, e Ing. José Román Gon-
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