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« Previous Page Table of Contents Next Page »gestiones que se hicieron a esfe respecfo no dieron resullado alguno.
En visia de la sifuaci6n creada por la negativa del Dr. Sacasa, el Jefe Milifar de las fuerzas acanio– nadas en Le6n, nuestro malogrado joven General Humberlo Pasos Díaz, procedi6 a iomar medidas un poco enérgicas sobre el asunio, lo que di6 por re– sullado que el Dr. Sacasa resolvi6 abandonar el país, como efeciivamenie lo hizo.
Como es natural suponer, el Dr. Sacasa, con su invesiidura de Vice-Presidenie, se dedic6 a buscar c6mo derrocar a mi Gobierno, para lo cual se tras– lad6 primeramenfe a los Esiados Unidos y después a México, donde encontr6 amplio apoyo en annas y dinero.
Mientras el Dr. Sacasa preparaba en México la revoluci6n que había de ensangreniar a Nicaragua, un amigo que eslaba cerca de él me escribi6 dicién– dome que si yo le enviaba cinco mil d61ares, él, mi
amigo, haría fracasar el movimienio. Pero esia per– sona me describía la ayuda de México en ian gran– des proporciones -como realmenie lo fue- que yo no le quise dar crédifo, pensando que s610 se iraia– ba de una estraiagema para exploianne, por lo que s610 le envié quinienios d61ares.
Esa suma, apenas, sirvi6 para que esa persona me avisara el día de la salida de la expedici6n y io– dos los demás planes que ienían los revolucionarios, es decir, los lugares de desembarque en Nicaragua, las varias fechas de salida, y los nombres de los je– fes encargados de las fuerzas expedicionarias. Así es que si yo, en lugar de haber enviado so– lamenie quinienios d61ares, hubiera enviado los cin– co mil solicifados, es muy probable que mi amigo en cuesii6n, hubiera cumplido su promesa, esio es, que la expedici6n no hubiera salido de México. Refiero esto para que se vea que en cuesiiones de esiado, no hay que ser muy desconfiado.
La Revolución de 1926
El 2 de mayo de 1926 el Coronel Luis Bellrán Sandoval a la cabeza de un grupo en el que figura– ban entre otros, el ahora General Carlos Pasos, Hil– debrando Correa, Diego Navas, asallaron el cuarlel de Bluefields y di6 el grifo de rebeli6n en la Cosia Atlántica.
Con,la eficaz ayuda de su concubina Lucila "Chi– la" Delgado, 10gr6 Bellrán Sandoval y su grupo dar– se cuenia de la situaci6n de la Sucursal del Banco Nacional en aquella ciudad y un día de tanios de– iennin6 asallarlo, llevándose fado el dinero que allí había, huyendo después con sus amigos en todas direcciones. Bel±rán Sandoval se fue a México a en– grosar las filas del Dr. Sacasa, mieniras que Carlos Pasos y el General Navarro, que también esiaba en el número de los asallan±es, se quedaron en Guaie– mala, de donde regresaron más tarde con el Gene– ral José María Mancada, que por entonces esiaba en Cosfa Rica.
En México se habían reunido al Dr. Sacasa 10 que puede considerarse la plana mayor del Libera– lismo: el General Julián Irías, el Dr. Manuel Corde– ro Reyes, el Dr. Hildebrando Casfe1l6n. En aquel país habían logrado inieresar a su Presidenie, el Ge– neral Plutarco Elías Calles, para que les diera apoyo para su movimienio revolucionario. Calles se los di6 en la fonna de annas y perlrechos de guerra, dine– ro en efeciivo y ires barcos: el CONCON, el FOAM y el TROPICAL.
En Guatemala se encontraban, el Dr. Carlos A. Morales, don Crisanto Sacasa, el General Samuel Sanios y el general Carlos Pasos.
Después de recibir el apoyo de México el Dr. Sacasa se dirigi6 a Guafemala y llamando al Gene– ral Mancada de Cosla Rica, lo puso al frenfe de su movimiento.
Mieniras tanto yo había enviada al general J o– sé So16rzano Diaz a recuperar Bluefields lo que 10gr6 inmediafamenie a su llegada después de un ligero encueniro con los pequeños grupos de revoluciona–
ri~s que habían quedado abandonados por sus jefes pnnclpales.
Con eso la paz se había momeniáneamenfe res– iablecido, sin embargo la conspiraci6n exierior e in– ierior coniinuaba.
Desembarque en El Tamarindo
El Tamarindo, o sea donde está aciualmenie Puerlo Somoza, serla uno de los lugares escogidos por los revolucionarios para el desembarque de la expedici6n. Despaché primeramenie a ese lugar al Coronel Tomás Saborlo con un pequeño grupo a realizar una inspecci6n, pero cuando iuve conoci– mienio de que la expedición revolucionaria ya había salido, mandé al General Marcos A. Benavenie con un fuerle coniingenie de iropas para impedir el desembarque.
El Coronel Saborío iuvo un ligero encuentro con los rebeldes que esiaban esperando las armas, de cuyo encueniro sali6 mal parado, reiirándose a un lugar inmediato, -la finca de los señores Salí– nas-, a donde lleg6 más tarde el General Bena– venie.
Los rebeldes se habían dado cuenia de la debi– lidad miliiar de Saborío, procedieron a perseguirlo dándole alcance en ese lugar que menciono, pro– piedad de los señores Salinas, pero cuando llegaron allí ya el General Benavenie se había parapeiado en él y había iomado iodas las precauciones necesarias para no dejarse sorprender, así es que cuando llega– ron fueron recibidos a iiros y fácilmenie desiruidos después de un corlo pero inienso combaie. Hecho el reconocimienio del campo se enconiró enire los muerlos el cadáver del Coronel Moniealegre, de Chi–
nandega, padre del famoso violinisia Tucho Moniea– legre.
Cayeron fambién prisioneros varios de los sol– dados y algunos prominenies miembros del Pariido Liberal, como el General José María Zelaya y el Co– ronel Andrés Largaespada, los que fueron remilidos a esia ciudad bajo la cusiodia del Sargenio Mayor Andrés Sánchez.
No es por ningún alarde de magnanimidad per– sonal que haré referencia al hecho de que esios pri– sioneros gozaron de compleia garaniía ianio en el iraslado a esia ciudad como duranie su carla inier– namienio en la Penifenciarla, donde jamás sufrieron la menor torlura o vejamen para arrancarles alguna declaración sobre el movimienio revolucionario. Desaparecido el peligro de desembarque en El Tamarindo (Puerlo Somoza) ordené al General Be– navenie para que recorriera los Deparlamenios de Occidenie y del Norle desde Telica hasia la froniera de Honduras. En el irayecio se enconiró con un fuerle peloión bajo el mando del Gral. Carlos Casiro Wassmer, cuyas genies deserlaron cuando se siniie– ron perseguidas, pero airo grupo comandado por el General Samuel Sanios presenió alguna resisiencia que fue compleiamenie abaiida por los Coroneles Llanes y Cruz Dávila. El mismo General Sanios iu– va que pelear en persona en el pueblo de Somoiillo, pero al ser derroiado, salió huyendo para Honduras. Enire los prisioneros que cayeron en nuesfro po– der habían mercenarios mexicanos y guaiemal±ecos y hasia un alemán, Guillermo Federico Selp Bach, un hombre allo, muy insiruido, y sordo corno una iapia, además cayó prisionero el General Carlos Casiro Wassmer, pundoroso militar leonés, persona de gran valía deniro de su Pariido. Todos fueron remiiidos desde Somoiillo a esia ciudad, y a ninguno de ellos, iampoco, les ocurrió el más pequeño incidenie en el camino, pues ianio los capiores corno los prisio– neros, se comporlaron correciamenie.
Los exiranjeros capiurados fueron puesios en li– berlad bajo su palabra de honor de no volver a io– mar parle en ningún movimienio revolucionario conira el gobierno consiifuído. El General Casiro Wassmer, aunque deienido, gozaba iambién de casi irresiricia liberlad.
Después del encueniro de Somoiillo y de la des– irucción de los peloiones de genies que andaban con Casiro Wassmer y Samuel Sanios, la zona de So– moiillo quedó limpia de enemigos por lo que el Ge-
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