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el único llamado a llevar a efecfo la obra reconsfruc– fiva ya iniciada y que por lo mismo debemos, fodos los conservadores, unirnos para que el trabajo hecho nO se pierda, y ames bien, continuemos solucionan-, do los grandes problemas politicos, económicos, so– ciales, de inmigración y de progreso que hemos. co– menzado. No debemos olvidar las lecciones que nos da a cada paso nuestra propia historia y que nos hacen observar que cada vez que se amengua en el país la influencia del Padido Conservador, o de lo que los adversarios, en señal de reto, dan en lla– mar "Calle Atravesada", ceden los cimien:l:os de la vida nacional".

Verdaderamente las palabras de don Diego fue– ron proféticas.

Mame de Don Diego

Ante esa nueva excitativa yo no vacilé en efec– mar el viaje, aun cuando fuve que posponerlo por

un mes, con tan mala suerle que antes de llegar a Nicaragua, estando a la aUura de las Islas del Cari– he, recibí la fatal noticia de su fallecimienfo. Fue en:l:onces que el Secrefario de Esfado Mr. Hu– ghes puso un crucero de guerra, el "Raleigh", a la disposición de mi señora y mía para que nos fraje– ra más rápidamenfe a desembarcar en San Juan del Sur.

El resto del viaje en el barco de guerra 10 hici– mos en un mar bastante agilado, más una vez que llegamos felizmente a San Juan del Sur tuve la sa– tisfacción de saber que la siluación del país era nor– mal y que el Vice-Presidente don Barlolomé Madí– nez había recibido la Presidencia de la República ese mismo día o el anterior de mi llegada.

En San Juan del Sur estaban algunos amigos es– perándonos, mas no continuamos nuestro viaje síno hasfa el día siguiente en que nos dirigimos a San Jorge, puedo en el Gran Lago, para allí embarcar– nos en el Vapor "Victoria" que nos había de con– ducir a Granada.

De esta ciudad continuamos nuestro viaje a Ma– nagua por tren, llegando a esta ciudad cerca de las seis de la :larde. En la casa que nuestros amigos nos habían preparado nos esfaban esperando nume– rosas personas entre las que estaba don Barlolo, que ese mismo día o el día anterior había tomado pose– sión de la Presidencia de la República.

Conferencias con don BadoBo

Don Badolo parecía estar muy contento con mi llegada al país, y esa misma noche se quedó a ce–

nar con nosofros pues estaba deseoso, me dijo, de conversar conmigo. Al hacerlo me refirió el en:l:u– siasmo que en el Parlido Liberal había producido la 10ma de posesión suya y las promesas que, miem– bros de ese Padido, le habían hecho de apoyo a su Gobierno. También me manifesfó su resolución de que no le dejaría el poder a ningún Granadino, de– claración que me hacía para que se la hiciera sa– ber a mis amigos de Granada.

Después de unos fres o cuatro días de estar arre– glando mis asunfos personales en Managua y de estar cambiando impresiones con don Barlolo, re– solví ir a Granada para exponer a mis amigos de allá la situación politica. fal cual yo la veía.

En casa de mi padre, don Salvador Chamorro, donde me hospedé, me reuní con los principales ele– menfos polilicos de la ciudad y les expuse los tér– minos de mis conferencias con don Barlolo y les hi– ce saber 10 que él me había declarado, esto es, que no aceptaría de candidato a ningún "granadino", 9xcepción hecha de mi persona a quien consideraba, por mis vinculos familiares como hijo de aquella =iudad.

En vista de esos informes la mayoría de los allí :eunidos resolvieron que yo lanzara mi candidatura luevamente, mas en esta resolución no estuvieron fe acuerdo algunos, entre ellos, el Dr. Juan José l.1arlínez y el Dr. Emilio Lacayo, quienes llegaron lasfa renunciar de los puesfos que tenían en el Go– )ierno, para los que fueron nombrados por don Die–

¡O, para manifestar así su desacuerdo con lo mani-

festado por el Presidente Marlinez, y además, por su desagrado de que no fuera don Marlín Benard el próximo candidafo del Padido Conservador.

Política dual de don Badolo

A mi regreso de Granada visité al Presiden:l:e Mar– nnez y le informé de todos los inciden:l:es ocurridos en mi visila a aquella ciudad, de la renuncia del Jefe Político, Dr. Marlinez y la del Dr. Lacayo, tam– bién le hablé de mi candidatura, ofreciéndome des– de ese momen:l:o darme todo el apoyo oficial. Mas al correr de los días observé que los nombramienfos que se hacían para diversos cargos públicos recaían, no en amigos míos, sino en personas que me eran decididamen:l:e adversas, por 10 que me resolví, un día de tantos, a llamar la atención del Presiden:l:e para que me dijera con franqueza el significado de aquella ac:tifud. El Sr. Marlínez me dijo que él siem– pre es:laba firme en su ofrecimien:l:o de apoyo, no obstan:l:e de que muchos conservadores y liberales le insiaban para que él, don Barlolo, lanzara su pro– pia candidatura.

Esa declaración me dió la clave para esiar en lo cierlo de lo que debía esperar, esto es, de que mi candidatura sufriría más bien esfropiezos que apoyo de parle del Presidente Marlínez, y por eso le dije que de mi. parle también tendría el apoyo de su candidafura, ya que para mí ningún ofro sería mejor que él que era amigo mío, que ya no pensa– ra más en la posibilidad de mi candidatura y que me iba a dedicar a la reorganización del Parlido en una forma democráfica en todos los Deparlamenfos para que pudiéramos realizar una Convención que denominara al Candidato qua debía de ir a los co– micios, le dije además, que en cuanto a su propia candidafura, deseaba me indicara la colaboración que yo le podría prestar.

Fue en:l:onces que don Barlolo me habló de que era convenienfe que yo consiguiera que la Corle Su– prema de Justicia rindiera una declaración para ser enviada al Deparlamen:l:o de Esfado. Esa declara– ción debería informar que la Corle Suprema, habien– do esfudiado debidamen:l:e los arlículos de la Cons– iliución en lo referenfe a la elección de Presidente, llegaba a la conclusión de que ninguno de esos ar– tículos se oponía a la reelección del Presiden:l:e Mar– fínez.

A esa solicitud de don Barlolo le respondí que lo haría con mucho gusfo, pero que an:l:es consulfa– ra con el Deparlamenfo de Estado si es que ésfe con– sideraría satisfactoria una declaración de esa clase de parle de nuesfra Corle Suprema, ya que me pare– cía que era exponer a nuestra Corle a un desaire si el Departamenfo de Esfado declaraba una opinión confraria al modo de juzgar nuesfra Corle Suprema la cuestión legal de la reelección.

Como el Presidente Marlínez no estuviera de acuerdo con mi insinuación, ninguna solicitud se hi– zo a la Corle Suprema para que hiciera un estudio de nuestra Consfilución.

Desde enfonces comprendí que mis acciones ba– jaban cada día en Casa Presidencial, sin embargo, siempre me mantuve en comado con el Presidente.

Reunión de Nolables

Algunos días más tarde fuvimos una reunión de Nofables Conservadores para elaborar el programa del Parlido. De esa reunión preliminar salió la Co– misión que elaboró los Estatuios que debían regir– nos. Recuerdo que esos Esfatutos le daban al Par– tido Conservador una organización absolutamente democrática basada en las declaraciones de Jeffer· son, promienfe esfadis:la norleamericano.

Los Estatutos declaraban que el Parlido Conser– vador no era un parlido esfático, sino que evolucio. naba conforme al progreso y necesidades de cada época, que reconocía la mayoría católica del país, pero que no era un partido clerical, que mantenía la alfernabilidad del poder y que no admifía la re– elección ni la elección de los parientes hasta el fer– cer grado de consaguinidad o afinidad. '

Aprobados estos Esfafu:tos se disolvió la Junta de

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