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invitación era para recibir la. invesfidura de Docfor en Leyes, Honoris Causa. Fue aquel un verdadero día de fiesfa del espíritu, del que conservo muy gra– fo recuerdo.

Esfa investidura del Íítulo honorífico de Docfor en Leyes que me confirió la Universidad de Pennsyl– vania, en una ceremonia que revisfió un carác:l:er imponenfe la rechacé al principio, pero únicamenÍe me resolví a acepfarla al considerar que en reali– dad la honra recaía fambién sobre mi querida Pa– Íria.

Con regularidad yo pasaba mis informes al Go– bierno sobre mis aciividades y mis impresiones so– bre los asunÍos políticos y comerciales que se lleva– ban a cabo en la Legación.

Mi permanencia en Washingfon me sirvió para economizar un poco y así mejorar mi siÍuación eco– nómica que se había resentido algo duranfe mi Pre– sidencia, y poder rebajar una deuda que Íenía con el Banco de Londres.

Conferencia del 'll'acoma

En AgosÍo de 1922 don Diego Manuel Chamorro Se embarcó en el barco de guerra "TACOMA", de la Marina de los ESÍados Unidos, en compañía del Mi– nisfro de eSÍe país en Nicaragua, Mr. John E. Ramer, del docior Carlos Cuadra Pasos, Minisfro de Relacio– nes Exteriores, don Adolfo Díaz, Dr. Máximo H. Zepe– da, don Salvador Chamorro, mi padre, ¿ocior Juan José Martínez, don Benjamín Elizondo, Dr. Clarence A. Burgheim y docfor don Venancio MonÍalván. Iba don Diego y su comitiva a llevar a cabo las Conferencias, conocidas como las Conferencias del Tacoma, enfre los Presidenfes de Nicaragua, Hondu– ras y El Salvador.

Las Conferencias fuvieron el éxífo deseado cual era el de conservar la paz y las buenas relaciones enfre los países represenÍados por don Jorge Melén– dez, de El Salvador¡ el Gral. Rafael López Gufiérrez, de Honduras y don Diego Manuel Chamorro, de Ni– caragua.

Esfando ya avanzado el período de don Diego la política inÍerna comenzó a agifarse denfro del Paríido Conservador y algunos elemenfos adicios a mi persona y algunos ofros que no lo eran, se ma– nifesfaban hasÍa hosfiles hacia el Gobierno.

Alzamiento de CaslrilHo

Pero por ese tiempo, francamenfe lo digo, yo no Íenía una información que mereciera foda mi con– fianza y siempre esfuve dudoso de la realidad de la política del país y la que seguían los amigos que rodeaban a don Diego, esfo es, los Ismaeles, como se llamaba el grupo que encabezaba mi buen amigo don Ismael Solórzano.

No fue, pues, sino con gran sorpresa que supe que el General Arsenio Cruz y el Senador Dr. Salva– dor Casfrillo habían infenfado dar un golpe de esÍa– do al Gobierno apoderándose de los cuaríeles en el Campo de Marte, como efeciivamenfe se apodera– ron.

Mas cuando don Diego fuvo conocimienÍo de que el Senador CasÍrillo había enfrado al Campo en aciiÍud de rebeldía, se levanfó de su asienfo donde se enconÍraba en uno de los Clubs de la ciudad y se dirigió al Campo, solo a recuperar ese puesfo mi– lifar. Cuando llegó y enconfró las puerías cerradas, golpeó fueríemenfe para que le abrieran y cuando fue interrogado, respondió, "Soy el PresidenÍe de la República y pido que se me abra inmediafamenfe". Cuando efeciivamenfe le abrieron las puerías y enfró al campo se enconfró con el Senador Casfrillo a quien increpó llamándole "Demagogo!" y resfable– ció complefamenÍe el orden en aquella guarnición que principiaba ya a rebelarse.

El Dr. CasÍrillo fue detenido por unos pocos días

y extrañado del país.

Ese acio de audacia y de valor personal que fu–

vo el Presidente Chamorro al ir él solo al Campo de Maríe y recuperar ese puesfo militar, ,salvó induda– blemenfe al país de una guerra civil. lo que demues-

fra cuánfo vale un gesfo de audacia y de valor per.. sonal oporíunos.

Conferencias de Washington

El año de 1923 fue uno de grandes actividades en la Legación de Washingfon debido a que los Go_ biernos de Cenfro América deseando continuar las buenas relaciones de amisfad que exisfía enÍre ellos procuraron esfablecer sobre sólidas bases la exisfen: cia de una sifuación de paz en la América Cenfral. Para ello se resolvió llevar a cabo una serie de reuniones que son conocidas en la HisÍoria como: Las Conferencias de Washingfon.

Los Gobiernos de Cenfro América nombraron ca. mo Delegados a las siguienfes personas:

Guafemala, a don Francisco Sánchez Lafour y

Licenciado don Marcial Prem¡ El Salvador, a los doc– Íores don Francisco Maríínez Suárez y don J. Gusfa_ vo Guerrero¡ Honduras, al doctor don Alberío Uclés docior don Salvador Córdova y don Raúl Toledo Ló: pez¡ Cosfa Rica, a los Licenciados don Alfredo Gon_ zález Flores y don J. Rafael Oreamuno¡ y Nicaragua al docior Máximo H. Zepeda, don Adolfo Cárdena~

y a mí.

Por invífación hecha al Gobierno de los Esfados Unidos por los de las cinco Repúblicas de Centro América esfuvieron presentes en las deliberaciones de las Conferencias, como Delegados, los señores Charles E. Hughes, Secrefario de Esfado y Sumner Welles, Enviado Extraordinario y Minisfro Plenipo_ Íenciario.

Las reuniones se llevaron a cabo en la ciudad de Washington duranfe los ú1±imos días de Enero y primeros de Febrero y enfre las varias Convencio. nes que se firmaron la de mayor imporíancia y sig– nificación política fue el TraÍado General de Paz y

Amis±ad, de 7 de Febrero de 1923.

No ÍlltlelrVención

La docfrina de no-inÍervención, unilaÍeral o co– lecfiva, no se había eSÍablecido aun, y el sisÍema de reconocimienfo de los gobiernos era indispensable para la estabilidad de los mismos.

Esfa docirina de no-intervención en confraposi. ción a la de inÍervención, ha servido paradójicamen– Íe para impedir que la represenÍación del pueblo, li·

bremen±e elecia, reorganice a los países en forzna consÍifucional, y ha servido más bien como escudo para los diciadores que son los primeros en procla~

mar sus beneficios.

SeguramenÍe a causa de que don Diego Manuel no se sentía bien de salud, o por sugerencia de sus amigos, el hecho es de que como en el mes de Ma– yo o Junio de 1923 él me insinuó la idea de que viniera a Nicaragua para que conversáramos preso– nalmenÍe. Pero como yo no quería enfrar muy acfi– vamenfe en la política inÍerna en esos momenÍos, quise retardar por algún Íiempo mi regreso y pos– puse el viaje para otra época. Mas como el 22 de AgosÍo de ese mismo año recibiera un cable firmado por él en Ja1±eva manifesÍándome que, de acuerdo con algunos amigos, quería que regresara para que arregláramos junios la sucesión presidencial y las diferencias del Paríido para enÍrar a la lucha elecfo– ral compleÍamenÍe unidos.

Profecía de Don Diego

Pocos días anÍes de ese mensaje, don Diego ha– bía recibido un homenaje de sus amigos en la ciu– dad de Granada en la forma de un banqueÍe que se llevó a efecio en Ja1±eva la noche del 18 de Agos– ÍO de 1923, eSÍo es, a los pocos días de haber co– menzado las fiesfas agostinas que ÍanÍo realce Íenían en aquellos mejores días.

En esa noche don Diego pronunció uno de sus más elocuenfes discursos, el ú1±imo de cuyos párra– fos tiene concepÍos que son tan valederos ahora co– mo lo fueron entonces.

Por su inÍerés hisÍórico y por su valor docfrina– rio conservador, me permitiré inseríarlo aquí a con– tinuación. Dice así.

"Insisto en creer que. el Partido Conservador eS

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