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progresos viales

Mi preferente atención durante el período gu– bernativo que me tocó desempeñar, la destiné a em– prender obras de ufilidad pública de las cuales Ni– caragua estaba sumamente necesitada. Ya he hecho referencia a algunas de ellas, corno la carretera de Managua a Diriamba, la más pintoresca de todas, y la que ha proporcionado a la Capital las facilidades de la extracción del café, por medio de autocamio– nes de gran parle de la zona productora de las Sie–

rra~ de Managua, y al mismo fiempo proporciona a los viajeros y turistas el atrac!ivo de las perspectivas

y las ventajas de conduclrse en una hora a una re– gión de clima frío, 10 que constituye para los habi– tantes de Managua, que sufren los rigores del calor, una comodidad inapreciable.

En esa misma ruta, a unos pocos kilómetros de la ciudad capital, se construyó el paseo nacional de LAS PIEDREClTAS, que fue un nuevo y pintoresco cenrro de recreo capiJalíno. La inauguración del parque de LAS PIEDRECITAS, que mis amigos quisie– ron que se llamara Parque LASTENIA, en honor de mi señora, fue un acontecimiento popular en aque– lla época. El programa de la inauguración indicaba carreras en bicicletas, en motocicleias y a pie, lo que indica el espíritu deportivo de la juventud y el ade– lanto moderno a que la había llevado mi empuje hacia el progreso.

La carretera de Managua a Matagalpa fue tam– bién un trabajo ingente de mi administración. Los trechos imporlantes de esta vía eran los de esta ciu– dad capilal a la villa de 1'ipi±apa y el de la ciudad de Me±apa la que durante lni Gobierno por decreto legislativo se llamó Ciudad Daría, en honor al Poe:l:a

y el pueblo de Sébaco, los que quedaron directa– mente conec:l:ados por una caIre:l:era magníficamente construída.

La carre:l.era llamada de Puerto Díaz cuyos tra– bajos llegaron hasta Juigalpa, siguió desarrollándo– se hasta La Liberlad. En es:l:a rufa se adoptó el sis– tema de contratos parliculares para su construcción. El Gobierno también prestó eficaz apoyo a las respeC±ivas J'un±as de Caminos para la construcción de carreteras entre diversos lugares de la República como, enire Rhras y San Juan del Sur, entre Boaco y Tipitapa, enire Ma±agalpa y Jino±ega, y entre Mata– galpa y El Arenal y San Ramón. También se puso a la orden de la Compañía de la Mina GRECIA, la cantidad de diez mil córdobas para la construcción de una carretera provisional entre el pueblo de Li– may, en el deparlamen:l:o de Es:l:elí, y el de San Albi– no, en el de Nueva Segovia.

mi PaRacio r,.'lacioll\lal

Mi Gobierno también inieló y terminó la C011S–

:l:rucción de la sección norle del Palacio Nacional, y

gracias a ello es:l:e edificio his:l:órico, que albergó a algunos de nues:l:ros Presiden:l:es en el período de los 30 años,adquirió un aspedo imponente.

Hacienda y Cll'édñ!lo Pú.blico

En lo relativo a las labores en el ramo de Hacien– da y Crédito Público bien se pudieran omitir palabras presentando únicamente n úrneros en la seguridad de que éstos tendrían acaso mayor elo– cuencia para mostrar los resultados satisfactorios de nueslra adminisiración económica. Sin embargo, no cansaré a mis leC±ores con la repetición de aquello que es:l:á claramente expues:l:o en las Memorias del Ministerio de esos años y a ellas refiero al que quie– ra convencerse de la verdad de mis aserlos. La organización rentísiica de Nicaragua monta– da sobre la plataforma científica del Plan Financie– ro, llamado Plan Lansing, produjo cada año resul– tados sorprendentes. Debido a ello pudimos em– prender la reconstrucción y reorganización de la Re– pública así como atender al pago de nuestras deu– das en una proporción altamente sa±isfacioria. La producción de las Renias Nacionales alcan– zaba cifras superiores a las pasadas y los gastos de la Administración se reducían a lo netamente indis– pensable, con un espíriiu de verdadera y estricta

ausieridad sin fachadismos de ninguna especie, iodo lo cual permitía el cumplimiento de nuestras obli– gaciones.

El fondo de reserva depositado en Nueva York para respaldar la circulación monetaria del Banco Nacional era mucho mayor de lo que la ley del Ban– co exigía, lo que le daba una firme solidez a nues– tra sana moneda.

Antes de concluir con este perlado de mis Me– morias, perlodo imporlante de mi vida corno ciuda– dano y como Gobernante, quiero manifestar que me propuse cumplir fielmente el juramento que ren– dí de respetar la Consillución y las Leyes. Duran– te los cuatro años de mi Administración. hasta mis enemigos reconocieron mis esfuerzos por otorgar al pueblo toda clase de garantías y liberlades. Para un Mandatario es una satisfacción suprema el hecho de que sus propios opositores reconozcan que ha cum– plido con su deber ajustando sus procedimientos a los diciados de la Ley, y para un ciudadano es mo– ±ivo de orgullo personal el tener el íntimo conven– cimien:l:o de haber sabido corresponder la confianza depositada en él por sus conCiudadanos.

El 1 9 de Enero de 1921, en una ceremonia bri– llante que representa un principio básico del Parli– do Conservador: la alternabilidad en el Poder, hice entrega de la Presidencia de la República a mi su– cesor consillucional don Diego Manuel Chamarra.

Mhdsko en Washington

Una vez entregado el Poder, me retiré a mi Ha– cienda RIO GRANDE donde me instalé con mi fami– lia y donde emprendí algunos nuevos trabajos agrí– colas y ganaderos.

En esas tareas estaba, cuando un día de tantos del mes de Marzo o Abril, fuí llamado por el señor Presidente para proponerme el Ministerio en Wash– ington, proposición que acepté sin vacilación alguna porque estaba seguro de la sinceridad con que el señor Chamarra me hacía tal qfrecimiento y porque para mí era tan interesante como necesario ir a des– cansar de las labores a que había estado sometido durante mi gestión presidencial.

Cuando fuí nombrado por don Adolfo Díaz en 1913 presenté mis credenciales ante el Presidente Mr. Woodrow Wilson y en esta nueva ocasión en que me tocó llegar corno Ministro del Gobierno de don Diego Manuel Chamarra lo hice ante el Presi– dente Mr. Warren G. Harding, quien falleció duran– te servía su período presidencial.

Los trabajos de la Legación eran poco más inten– sos durante la Adminis±ración de don Adolfo Díaz a causa del Tratado de Canal y otras que fenían a±in– gencia con la Revolución de la Costa Atlántica. Debido a esa misma escasez de labores oficiales mucho de mi tiempo lo emplié en leer Boletines de Agricultura, en visitar algunas granjas del Gobierno y en asistir al Congreso Internacional de Agricultu– ra en Denver, Estado de Colorado.

A este Congreso asistí corno Delegado de Nica– ragua y recuerdo que en una de las sesiones el De– legado de Australia ,en su discurso de informe so– bre la agricultura de su país, expresó, más o me– nos, estas ideas: En Australia, anteriormente, las fa– milias pudientes mandaban a los hijos que conside– raban más inteligentes a estudiar medicina o cual– quiera otra profesión y dejaban a los más atrasados para dedicarlos a la agricultura, pero ahora es lo contrario, dijo, los australianos han comprendido que mientras el mundo tenga qué comer no hay peligro de que se acabe.

A mi me pareció muy acerlada la opinión de los australianos y muy interesante la exposición que hizo el Delegado por Australia.

El año de 1922 fuí invitado para visitar el Pennn– sylvania Military College, colegio militar de la ciu– dad de Chester, Condado de Delaware, Pennsylva– nia. También habían otros invitados de honor co– rno el señor John Wannamaker, propietario de los grandes almacenes de comercio de New York, y el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, cuyo nombre se me escC!.pa de la memoria. Tan gentil

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