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sos Arana el siguiente telegrama, fechado en Mana– gua a 24 de Diciembre de 1920:

"Dígale a Enrique que por su carácter diplomá– tico debe evüar todo lance personal y que antes de darle la autorización que pide, prefiero, si el Go– bierno de Costa Rica no puede darles las proteccio· nes necesarias para evüar lances de esta naturale– za retirar la misión. Informe. Alegres Pascuas y Fe– Id

Año Nuevo. EMILIANO CHAMORRO".

y al propio docior Chamorro, en la misma fe· chao

"No debe Ud. preocuparse por juicios de gente y prensa que no aprecia la grave süuación que pueda acarrear a su país con esa continua provocación y que ni siquiera guardan la corlesía de hospüalidad a una delegación hermana. No puede Ud. batirse mientras esté al servicio de la República. EMILIA– NO CHAMORRO".

La noficia del sentido de estos telegramas circu– ló ampliamente en San José yeso dió un magnífico resultado pues Sáenz dejó inmediafamente de escri· bir en la forma en que lo venía haciendo, y como para ese entonces las Conferencias habían llegado a su fin, nuestra Delegación se retiró de aquel am– biente en el que su Secretario, el docior Chamorro, movido por un sentimiento patriótico de su juven– tud hubiera podido llegar a cometer un acio del que se hubiera, sin duda, arrepentido, cualquiera que hu– biera sido el resuliado de aquel duelo.

Relaciones con Costa Rica

Las relaciones de mi Gobierno con el de Costa Rica se mantuvieron siempre en el plano de la más estrecha cordialidad. En correspondencia a la Le· gación presidida por el doctor don Daniel Gutiérrez Navas, quien fue invesfido del carácter de Envia– do Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, el Go– bierno costarricense acredüó ante nosotros una Le·

gación a cargo del Licenciado don Alberlo Echandi, padre del actual Presidente de Costa Rica y una de las figuras políticas de mayor relieve en nuestra vecina del Sur, y que a su paso por nuestro país dejó grafas huellas de su capacidad diplomática y de su allo espíritu centroamericanista.

, A las laudables gesfiones del señor Echandi se debió en gran parle la realización de las Conferen. cias de Arnapala, celebradas el 15 de Noviembre de 1920 enire el señor Presidente de Honduras, General don Rafael López Gutiérrez y yo, de cuyas conferen– cias resulió el compromiso por el cual los dos Go– biernos se obligaban a respetar el STATUS QUO es– tablecido, en tanto no se llegara a un acuerdo defi– nitivo en la cuestión de límites.

A esas Conferencias de Amapala estaba invita– do también el señor Presidente de El Salvador, don Jorge Meléndez, pero por motivos ajenos a su vo– luntad, no pudo el señor Meléndez asistir, lo que fue justamente lamentado por el General López Gu– tiérrez y por mí.

Relaciones con Guatemala

Nuestras relaciones con Guatemala, con la que nos ligaban lazos de amistad y simpatía, se mantu– vieron inalierables. Después de los sucesos acaeci– dos en aquella República en la primera quincena de Abril de 1920, durante la cual la Asamblea Legisla– tiva guatemalieca tuvo a blen suspender en sus fun– ciones de Presidente al Licenciado don Manuel Es– trada Cabrera, amigo personal mío, nombrando pro– visionalmente para el desempeño de tal cargo al se– ñor don Carlos Herrera, quien más tarde fue desig– nado Presidente conslliucional de dicha nación en virlud de elecciones populares verificadas para ese efecto, Nicaragua otorgó su reconocimiento y el Go. bierno del Sr. Herrera acreditó ante nosotros una Le– gación a cargo del Licenciado don Buenaventura Echeverría S., con el carácter de Enviado Extraordi– nario y Ministro Plenipotenciario.

Relaciones con los Estados Unidos

Nuestras relaciones con los Estados Unidos si– guíeronsu curso nonnal desde que el Partido Con-

servador inauguró una polillca de franco acerca– miento al pueblo y al Gobierno norleamericanos. Muy combatida ha sido esa ac:tifud de los que hemos cullivado con sinceridad el espírüu ameri– canista en nuestra Patria. Basábamos nuestra acti– tud en la seguridad de que los Estados Unidos son un pueblo noble y leal que tiene por norma de su vida cívica un inmenso respeto a las instüuciones nacionales y mayor respeto aun por el derecho y la justicia internacionales, mediante el reconocimien– to a todas y cada una de las naciones, grandes o pequeñas, de sus derechos y de .su soberanía. Repetidas pruebas hemos dado, en el decurso de los años de esiablecida esa polillca, de nuestra sin– ceridad, más no hemos sido verdaderarriente corres– pondidos.

Ya he narrado mi actitud personal ante los avan– ces de la intervención en nuestros asuntos internos y ya me he pronunciado sobre la inevüaqilidad de esa misma intervención en la polí:tica de nuestros países. Ante esa sifuación y aquella aciitud logra– mos mantener una posición digna en nuestras rela– ciones con el gran país del :Norle, manteniendo en nuestra Legación en Washington a personas idóneas para el cargo.

Nuestro Ministro, don Diego Manuel Chamorro, que al mismo tiempo desempeñaba el cargo de Pre– sidente de la Comisión de Límifes, desempeñó su co– metido de manera destacada y eficiente. Por moti– vos personales y políficos, a los que me referiré ade– lante, don Diego presentó la renuncia de sus cargos el 5 de Mayo de 1920, quedando nuestra representa– ción a cargo de don Manuel Zavala con el carácter de Encargado de Negocios.

Para reemplazar al señor Chamorro en sus fun– ciones de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipo– tenciario, fue nombrado el docior don Alejandro Cé– sar.

Como el asunio de limifes con Honduras, -que en 1918 había tomado' un cariz amenazanl:e al que ya he hecho referencia-, había sido llevado desde lo que hubiera podido ser arena de combafe hasia la serena esfera de una mediación en Washingfon, por la renuncia del Presidente de la Comisión de Lírnifes fue nombrado en su lugar el Ingeniero de esa misma Comisión, don Adolfo Cárdenas.

Los restos de don Alejandro Chamol'l'o

El año de 1919 comenzó con un aefo que fanto honraba a mi propia administración como a la me– moria de un miembro distinguido de mi familia. Los restos de mi tío don Alejandro Chamorro, muer– to en el ostracismo en la ciudad de Carlago, Costa Rica, el 21 de Febrero de 1909, serían reintegrados a la Patria. Con ese mofivo convoqué a mi Gabi– nete para que en consejo de Ministros resolviéramos lo que convendría hacer. Después de una animada discusión en la que los allí reunidos estuvimos acor– des en que el distinguido patriota que ofrendó las primicias de su abnegación, de sus luces y patriofis– mo en aras de las liberlades públicas de Nicaragua, merecía ser dignamente recordado.

Se resolvió entonces, declarar duelo nacional los días 8 y 9 del mes de Enero de 1919, fechas que fueron señaladas para las honras fúnebres, tributar a los restos los honores de Presidente General, de conformidad con la Ordenanza Milifar y las dispo– siciones especiales del señor Ministro de la Guerra, que el Presidente de la República y los Secretarios y Subsecretarios. de Estado concurrieran en cuerpo a los funerales presidiendo el duelo, designar para llevar la palabra oficial en nombre del Ejecu:tivo al señor Ministro de Instrucción Pública, doctor don David Arellano, en esta ciudad de Managua, y en Granada al Sr. Ministro de Relaciones Exferiores, Ing. don José Andrés Urlecho, comisionar a los Se–

ñores Ministro de la Guerra, General don Tomás Masís y de Fomento, don Juan José Zavala, para que acompañen, en representación del Ejecutivo, el f,retro en que se conducirían los restos desde la ciu– dad de Granada a esta Capifal, comisionar a los se– ñores Ministros de Gobernación, doctor don Venan-

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