Page 110 - RC_1966_04_N67

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cienda que son el meollo de la Renta de Licores, porque en ese tiempo es:l:aba el país infes:l:ado de fá– bricas clandes:l:inas de aguardien:l:e.

Es:l:a vigilancia principió a dar :l:an buenos re– sul:l:ados que desde un principio se vió cómo la pro– ducción de la renta de aguardiente del Gobierno su– bía grandemen:l:e en cada población donde se ejer– cía es:l:recha vigilancia por los Inspec:l:ores, y yo, per– sonalmen:l:e, procuraba es:l:imular a és:l:os haciéndo– les llegar a mi despacho para hablar con ellos y ha– cerles ver lo imporlan:l:e de la misión que en aque– lloS momen:l:os es:l:aban desempeñando para el país y el Gobierno.

El Plan Lansing

Yo me encon:l:ré, al :l:omar poseSlon de la Presi– dencia, que el Represen:l:an:l:e de los banqueros no permi:l:ía que se usara ni un cen:l:avo de los fondos de las entradas aduaneras para el servicio de cubrir el Presupues:l:o y sólo le quedaba al Gobierno, como dije anteriormen:l:e, las rentas internas, por eso yo veía como una acción pa:l:rió:l:ica la labor de los Ins– pectores de Hacienda con:l:ra los contrabandis:l:as porque sólo con esa esperanza de llegar a cubrir el Presupuesto con los fondos de esas ren:l:as in:l:ernas es que yo podría seguir man:l:eniendo mi ac:l:i:l:ud an– :l:e el Minisiro Americano, Mr. Benjamín Jefferson, pa– ra no acepiar la proposición que por su medio hacía el Deparlamen:l:o de Es:l:ado, en una larga no:l:a pi– diendo al Gobierno que solici:l:ara un fiscal que vi– niera a conirolar los gas:l:os de la Administración PÚ– blica.

Confieso que la primera impresión que tuve al recibir esa solici:l:ud, bien rara por cierlo del Depar– iamenio de Es:l:ado, me exal:l:é un poco, porque la encon:l:raba has:l:a ofensiva y por eso le dije a Mr. Jefferson: "Señor Minis:l:ro, no hay medio que a mí me hagan firmar esa solicitud. primero me cuelgan de una de las vigas de este edificiol"

Sin embargo, el Minis:l:ro no se dió por vencido y de vez en cuando insistía en tal solici:l:ud, aunque poco a poco fue disminuyendo la tensión sobre la fiscalización y así se llegó has:l:a el mes de Noviem– bre en que por fin se aceptó que la Comisión Mixta, compues:l:a por el doc:l:or Carlos Cuadra Pasos, y los norleamericanos Arlhur R. Thompson y O:l:io Schoennch, interviniera en los gas:l:os mensuales del Presupues:l:o que ascendían a 26,666 córdobas. A esta suma había quedado reducido el Presu· pues:l:o en el famoso PLAN LANSING.

Fue por sugerencias de la misión liberal que en Washingion encabezaban el Dr. Julián Irías y don Salvador Calderón Ramírez que el Deparlamen:l:o de Esiado presentó esas exigencias, pues era o:l:ro el jui– cio, a mi entender, el que el Departamento tenía formado del Parlido Conservador y de mí, personal– mente, juicio que había sido emitido por el primer Recaudador General de Aduanas, Mr. Abraham Lind· berg, el que había informado que yo era un hom. bre poco apegado al dinero, pues que mi mayor in– clinación era la de querer man:l:ener el bien cimen– tado presiigio que yo tenía en la opinión pública. Pero me he alejado del problema principal de mi Gobierno cual era el de las dificul:l:ades econó, micas que pasaba para cubrir el Presupues:l:o men– sual, por lo que mi empeño se había dirigido espe– cialmente a incrementar las ren:l:as in:l:ernas exis:l:en– tes y a crear o:l:ras que también pudieran ser juzga– das como tales, por ejemplo, el impues:l:o sobre el corle de maderas, y algunas o:l:ras.

Con la renta del aguardien:l:e se es:l:aba reducien– do en gran parle el déficit mensual del Presupues– to, por lo que yo siempre insistía en llamar a mi presencia a los Inspec:l:ores de Hacienda para es:l:i– mularlos y decirles que con los defraudadores de la Hacienda Pública yo no guardaba consideración al– guna, aun cuando fueran mis· amigos personales o políticos y que ellos, los Inspec:l:ores, deberían hacer lo mismo, y que si alguien les denunciaba que en la Casa Presidencial había una fábrica de aguar– dien:l:e clandes:l:ina, hasta allí, a la Casa Presiden– cial,· debían de ,llevar el imperio. de la ley.

Lucha ccmh'a el c:onkabando

Recuerdo bien que exagerando mi es:l:ímulo en la persecución al con:l:rabando les decía que yo con– sideraba mayor ofensor a la Ley el que ponía una fábrica de aguardien:l:e, en aquel entonces, que el que mataba a un individuo en defensa propia. En esta forma, conseguí, casi por comple:l:o, des– truir el contrabando en el térrriino de un año. . En una de tan:l:as persecuciones del con:l:raban– do, los Inspec:l:ores de Hacienda encontraron una fá– brica clandestina de un amigo mío que me había ayudado mucho en mi campaña elec:l:oral. Se :trata– ba del joven joyero Gregorio Cuadra Calvo, y cono– ciendo el Direc:l:or de Policía los vínculos de amis– tad que me ligaban con él y sabiendo de su par:l:i– cipación activa en la campaña elecioral a mi favor, me llamó por ieléfono para informarme del conflic– to en que se encon:l:raba antes de ir a capturar a Cuadra o dejarlo en liberlad, a lo que le ordené; "Proceda inmediatamente a su captura, pues no hay lenidad para nadie".

Esto dió por resul:l:ado que el joven Cuadra, aver– gonzado de haber sido descubierlo manejando una fábrica clandes:l:ina de aguardien:l:e, después de ha– ber pagado la mulla correspondiente, vendió su :l:a– ller de joyero y salió de Nicaragua para no regre– sar más, habiéndose radicado en San Francisco de Califorrtia, donde ejerció su oficio con éxi:l:o, y vivió apreciado por la numerosa. colonia nicaragüense de aquella ciudad y donde encontró el descanso e:l:erno sin haber censurado nunca mi comporlamiento rígi– do para con él.

Otros que sufrieron el ser descubierlos con fábri– cas clandestinas fue un señor Centeno que era un verdadero especialis:l:a en instalaciones de esa clase, y el General Carlos Pasos, quien viéndose tan hosti– gado por los inspec:l:ores, resolvió abandonar ese ra– mo de sus negocios y se trasladó a la Cos:l:a Mlán– tica, para ejercer allí sus actividades y talento indus– frial en o:l:ros ramos que le dieron mayores u:tilida– des tanto para sí como para el país.

Libertad de Imprenta

Recuerdo que en mi discurso inaugural emüí conceptos e ideas en las que aun creo firmemen:l:e y las promesas que entonces hice al pueblo en:l:ero de Nicaragua, creo, también firmemen:l:e, haberlas cumplido.

Dije en:l:onces que como Supremo Manda:l:ario del país me hallaba en el deber de velar porque se mantuviera inviolable el respeto al derecho y ga– rantía de los asociados y que sería el más celoso guardián y el más es:l:ric:l:o ejecu:l:or de la Cons:l:üu– ción y de las leyes, penetrado, como aun es:l:oy, de que :l:an gravemen:l:e se subvierle el orden público

~uando de parle de los ciudadanos falla el ac:l:amien–

:1:0 debido a la au:l:oridad, como cuando de parle de és:l:a se menosprecian la ley y la seguridad común. Comprendía que el pues:l:o en que me había co– locado la volun:l:ad nacional me converlía en el cen– :!:ro de las aspiraciones divergen:l:es de los parlidos, y en ese concepto, sin animosidades para nadie y con espíritu de conciliación para :l:odos, siempre que se tra:l:ara de la observacia del deber me sobreponía a simpa:l:ías e in:l:ereses polí:l:icos para considerar :l:an só– lo a los nicaragüenses corno hijos de una misma ma– dre, con una misma liberlad y unos mismos dere– chos.

En cuan:l:o a la liberlad de imprenta, baluarle de las o:!:ras liberlades y poderoso auxiliar de los go–

biernos cuando se inspira en los principios de justi– cia y dirige su acción a: promover el bienes:l:ar so– cial, siempre :l:uvo en mí un decidido sos:l:enedor. En mi período de mando la voz de la prensa no enmu– deció nunca bajo la amenaza, ni mucho menos fue causa de persecución oficial. Sus ecos hallaron en :l:oda ocasión amplia vía para llegar has:l:a mí. Si venían cargados de censura razonada me sirvieron de adverlencia y es:l:ímulo en el desempeño de mis funciones, y cuando me llegaban llenos de acerba hos:l:ilidad, descendiendo a la diatriba y la calumnia, opuse a ellos los procedimientos estridamenteajus-

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