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'fo dejando muchos muerlcis y heridos y una gran

da~±idad .de annas y municiones, siendo inexplicable or qué no usaron varias cajas de rifles engrasados,

~n las carretas que los condujeron, millares de tiros de rifles, ametra~adoras y muchísimo parque de .~s­

faSI siendo el meJor trofeo un capote del Gral. Juhan Irías con la marca de su nombre en el cuello, aban–

don~do en la huída. De nuestras no pocas bajas, tenemos que lamentar la muerle del Capitán Tibur– cio Araica, Uno de los ayudantes del Coronel Fran– cisco Sánchez, cuyo cadáver fue sepul±ado en Managua, donde era muy apreciado por el Gremio Obrero, al cual perlenecía. Igualmente fue muy senfida la herida en un brazo del Coronel Ernesto Solórzano Díaz.

El ingreso a la Capital de la llamada "ColUmna de Occidente", fue enfusiastamente recibido, pasan– do bajo once arcos triunfales y el clamor de un público delirante que saludaba a los héroes.

Canclidalo presidencial

Después de esfa necesaria digresión diré que indudablemente los banqueros Brown Brothers y Seligman trabajaron en Nicaragua, a mi juicio, con mucha honestidad y creo que a ellos les resintió los ataques que frecuenfemenfe recibían de parle de los opositores al Gobierno de Nicaragua, aun en los mismos Esfados Unidos, y que por eso procuraron no segu,ir sus negocios en el país.

Al principio del año de 1916 -recibi un mensaje firmado por don Diego Manuel Chamorro pregun– tándome en nombre de don Adolfo Diaz si yo acep– tarta la candidatura de don Pedro Rafael Cuadra, como candidaiura unificadora del Partido Conser– vador.

Ese cable fue una sorpresa para mi, lo que me hizo vacilar en mi confesfación, pues yo no fenía razón alguna para rechazar a don Pedro' Rafael, que cpmo he dicho anfes, a xnás de esfar ligado con la familia Chamorro era un hombre honorable en todo concepfo y con fodas las cualidades necesarias para servir la Primera Magistrafura de la Nación, pero por el otro lado, estaban fodos mis amigos de Nicaragua que se habían esfado agrupando para hacerle frente a cualquiera otra candidafufra que no fuera la mía y que desde hacía varios meses me venían previniendo para en caso me propusieran algún candidafo de fransacción que lo rechazara. Así, pues, me encontraba yo ante un dilema muy difícil de resolver, porque cualquiera que fuera la solución que le diera dejaba siempre a una parle del Partido insafisfecha.

Después de honda meditación sobre este asunto decidí quedanne con el grupo que no estaba de acuerdo con don Adolfo Díaz en esa cuestión de candidafura, ya que consideraba, debo confesar, que me pareció ya mucho exiginne eso de esfar cediendo y cediendo siempre. Además, yo pensaba que el hecho de habenne enviado a Washington como representante del Gobierno de don Adolfo Díaz, era para facili±anne ejercer la Presidencia de Nicaragua, es decir, para desfiuir en el Gobierno Americano la impresión que éste pudiera tener en

mi contra por mi carácter de militar, carrera que yo he seguido sin embargo, solamente en casos de emergencia y en circunstancias especialísimas. . Después de habenne negado a aceptar la can– dlda±ura de don Pedro Rafael pedí licencia para regresar a Nicaragua, licencia que se me concedió Al anunciar en el Deparlamento de Estado mi retiro de la Embajada, el Secretario me ofreció un barco de guerra que fuera a dejanne hasta San Juan del Sur. Esta corlesía me afianzó en la creencia de que mi candidatura era aceptable al Deparlamento de Estado, lo que logré comprobar después.

Llegada a NIC:8I'agua

, Ami llegada a Nicaragua recibí por todos los pueblos que transitaba la mayor ovación que puede esperar un poillico. Puedo decir, y lo digo con

~odestiat sin exageración alguna, que el pueblo de

N1car.agua es±al:?a c:~o,. y. pOt mi candidatura.

Ya en Managua hable con Diaz, con xnis amigos y con mi familia para explicarles mi resolución de seguir adelante con mi campaña presidencial pues– to que contaba con la simpafía del Deparlamento de Estado que tanta influencia xnotal tenía enton– ces.

Al mismo tiempo que se desarrollaban estol¡l acontecimientos en el seno del Partido Conservador, el Partido Liberal hacía también sus gestiones en Washington por medio del docior Julián Irías y don Salvador Calderón Ramirez, quien, aunque conser– vador, por las diferencias políticas de su hennano Manuel con mis fíos don Alejandro, don Pedro José y don Diego Manuel, adversaba mi candidatura. Estos Agentes del Liberalismo consiguieron en Washington impresionar al Senador Borah y al. Se– nador Smith, los que siempre que tuvieron oportu– nidad nos atacaron en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y se convirtieron, ellos mis– mos, en agentes del Liberalismo ante el Deparla– mento de Esfado.

Recién llegado a Managua tuve la pena de sa– ber que un domingo recién pasado había habido una manifestación a mi. favor en la ciudad de Ma– saya, donde los manifestantes :r,ensaban recorrer las calles, pero que el Jefe Político, don Manuel García Otolea, decidió no pennitirla después de ha– ber dado la debida autorización y mandó la Policía a impedirla, pero los' manifestantes, no habiendo hecho caso a las amenazas, tuvieron un fuerle cho– que con la Policía y ésta disparó sus annas contra ellos habiendo herido a unos cuantos, lo cual pro– dujo el consiguiente resentimiento de la ciudadanía en contra de García Ofolea.

Tal suceso me dió la tónica de lo que debía

e~perar, y por consiguienfe, que para hacer una campaña electoral que llegara hasta el final, en caso ¡;¡e repitieran sucesos como el de Masaya, y para que no fueran atemorizados mis partidarios y no se de– bili±aran en sus trabajos, en la organización que me propuse dar a mis grupos electorales de cada Depar– tamento, los hice encabezar y dirigir por personas de valor bien probado, lo cual me dió buen resul±a– do porque en toda la campaña electoral, la que es– tuvo casi siempre amenazada de fuerle intervención de parle del Gobierno y de los "amigos del Gobier– no", nadie se amilanó, antes por el contrario siem– pre iban adelante con la propaganda cada vez con mayor entusiasmo.

CandidalUl'a de Cuadra Pasos

Había olvidado decir que con mi contestación, desde Washington, a la propuesta de la candidatura de don Pedro Rafael Cuadra, esa candidatura desa– pareció del escenario político, indudablemente por– que don Pedro Rafael no aceptó que su nombre sa– liera a figurar en fonna candidatural en oposición al mío, pero entonces se xne enfrentó el de su henna– no, el Dr. Carlos Cuadra Pasos, que estaba con todo el vigor y entusiasmo de la juventud y de su gran talento y preparación intelectual. . Con todo y las grandes cualidades del Dr. Cua– dra Pasos, no ví en esa maniobra, ninguna posibi– lidad de entorpecimiento a mi candidatura y seguí, junto con mis amigos, haciendo la campaña electo– ral, como dije antes, cada vez con mayor vigor.

En el trascurso de la preparación de esta cam– paña electoral, el Dr. Julián Irías y don Salvador Calderón Ramírez resolvieron trasladarse de Wash– ington a Managua para ver qué combinación políti– ca podían hacer con los que en el Gobierno me ad– versaban, a fin de lanzar contra la mía una candi– datura libero-conservadora.

Felizmente, el plan de esos señores fracas6, por. que ni en los del Gobierno, ni en el Dr. Cuadra Pa– sos, encontraron eco tales oberluras y creo finnemen– te que el .r~chazo de tales propuestas di6 lugar a que las diflcul±ades entre los hombres del Partido del Gobierno y el Partido Conservador,represenfado por mí, terminaran precisamente el 15 de septiem– bre de 1916, con un convenio firmado entre ambas

a~paQOnH. .

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