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equipadas ya en Le6n, que había aumen:l:ado su armamento qui:l:ado a Dur6n con las que pudo sal– var en su huída Murillo; y parape:l:adas dichas :l:ropas :!:ras de un sinnúmero de trozas de madera que ro– deaban la Estación del Ferrocarril y la línea férrea por ambos extremos, forzosamen:l:e por donde de– bían atacar las fuerzas del gobierno, ocupando los pofreros circunvecinos, el fuego comenzó corno a las nueve de la mañana y concluyó un poco después de las dos de la :l:arde, huyendo el enemigo a la ciudad de León, habiendo perecido en el plei:l:o el Jefe Día de ellas, de apellido Arias, que según dije– ron los vecinos del pueblo, corno de cosfumbre, ha– bía vapuleado a su padre, por la mañana de ese día. Era un hombre de mala fama -según refie– ren- pero valienfe, y se enfren:l:ó cuerpo a cuerpo y a carla dis:l:ancia, con nuesfro Jefe de caballería el Sargen:l:o Mayor Abel Somarriba, joven obrero muy apreciado en Granada, a donde fue enviado su cadáver.

Asegurada esfa plaza :l:ambién, Víquez, el si– guienfe día ocupó "La Ceiba", sin enconfrar resis– fencia y luego, sin fardanza, y siempre en el :l:ren, pero con prudencia, se acercó hasfa el punfo llama– do "El Conven±o" , muy cerca del Puente Colorado, en1rada de la ciudad de León. Desde "El Conven– ±o", hizo pitar varias veces la locomotora del con– voy, tocar los clarines y hacer algunos disparos de rifles, que con el favor del viento, fueron oídos en el "Forlín de Acosasco", a donde el General Hurlado estaba ya siendo rodeado, al pie de la pequeña pe– ro imporlan±e forlaleza, de la cual audazmente salió por el lado sur, enfre breñales y hondonadas, lle– gando a juntarse, con :l:oda su genfe, a la de Víquez, llevando además supervivientes sanos y algunos heridos de las fuerzas del General Durón, confándo– se entre los h,eridos de gravedad, con un balazo en el codo del brazo derecho, el joven managüense Ramón Bellín, el que le qued6 impedido para siem– pre.

Habrá nofado el lecior que a veces me defengo a narrar algunos episodios que no me constan per–

sonal~enfe, pero que esfando íntimamente ligados a la nisforia de mi vida, corno en los casos mili:l:ares de que me he oupado, me atenga a los informes, datos y "parles oficiales" dados por mis amigos y .subalfernos, que siempre me han resultado leales y verídicos; episodios que en la guerra, algunas veces resulfan muy interesantes, dignos de mencio– nar, y que en más de una vez dan su foque de luz y de poesía, al cuadro sombrío y macabro de la mata.nza de los hombres.

RecgnceniJ:'ación a Managua.

Los resfos de las fuerzas cansadas y fogueadas de Durón, de Hurlado y de Chamorro Bolaños, fue– ron reconcentradas a Managua y las de Víquez y Solórzano Díaz, quedaron en su lugar, acampadas en "La Paz Cenfro"; pues la Revolución fuerle fada– vía, amenazaba grandernenfe por el lado de Occi– denfe, desempeñando esfe con±igenfe, un papel muy útil, porque dificulfaba la conexión con la base del enemigo en Orienfe; que ocupaba las principa– les plazas de Masaya con el amenazanfe "Coyofe– pe" y de Granada con el cuarlel de "La Polvora", donde existía el m.ayor y mejor depósito de armas que allí había, frasladado del Campo Marle de Ma– nagua, por el alzado Minis±ro de la Guerra, General Mena.

Víquez hizo su Cuarlel General en "La Paz Cen– fro; y de allí mandaba a explorar el campo con caballerías que diariamente visitaban los caseríos y valles alrededor de Momotombo, León Viejo y la muy imporlante hacienda "Sanfa Rosa", unas :!:res leguas al Suroesfe de La Paz mencionada.

Siluación del Gobielmo

La situación del Gobierno, corno se comprende– rá, era crítica, con poderoso enemigo en ambos exfremos: Oriente y Occidente; teniendo por centro la Capifal, con escaso confingenfe humano y pésimo , elemento bélico, como he relafado antes, solamente

estimulados por la magnífica cooperaci6n de nues. :!:ros amigos de Managua -varones y mujeres- en y después de la brillante bafalla por la defensa de esta ciudad, duranfe los días once, doce y frece de Agosfo ya deserifos, que culminó con la derrota de las fuerzas del General Zeledón.

Es de suponer el desgasfe de energías desple_ gadas de mi parle, afendiendo la obra militar, can la aC±iva colaboración de mi primer Ayudanfe, el valienfe General Silvestre Vargas, y fambién de mi o±ro Ayudanfe, el Coronel Julio Chamarra Mendiefa no menos valiente y enérgico; mienfras don Ado1f~

Díaz, afendía la parle gubernafiva. Consfante_ mente recibía mensajes telegráficos y comunicacio_ nes telefónicas de los Generales Barberena Anzoá_ tegui, Hurlado y demás principales jefes, que pau– latinamente, a medida que les enviaba pequeños refuerzos, iban cercando la ciudad de Masaya inclusive la casi inexpugnable forlaleza del Coyofe~

pe, a cuyo pie exisfe la histórica "Barranca", célebre por los combates que se libraron en el año 1896

por la Revolución con1ra Zelaya, que éste debe16 apoyado por los granadinos; y del General Víquez que me informaba de la llegada a León, de los exi– lados liberales en Centroamérica, corno el General Julián Irías, el Dr. Leonardo Argüello y ofras im. porlanfes personalidades que, efeC±ivamenfe, llega_ ron a incorporarse al ejército revolucionario que se esfaba organizando formalmente en León, para aduar poderosamenfe corno acfuó, según se verá adelanfe. Mi ±rabajo, en realidad, era bastan±e fati. gasa, que abarcaba hasfa' muy alfas horas de la noche, en las que me acompañaba, justo es confe– sarlo, don Adolfo Díaz.

Las fuerzas de Víquez, bien acanfonadas en "La Paz Cenfro", si bien no muy numerosas, al menos alcanzaban a rodear el pequeño pueblo, quedando así defendido, eso sí, por muy buenos jefes, corno el en±onces Coronel (más farde General) Ernesfo So– lórzano Díaz, Félix Pedro Espinosa, Francisco Sán– chez (Negro), Juan Cruz, Tomás Saborío, Francisco Barquero liico), Búrbano (hondureño) y "Papaba– cho" Manzanares ( no don Gervacio, padre del Dr. Gus±avo Manzanares). Tal posición milifar, me da– ba confianza y, en efedo, me dejaba descansar, por lo que a esa zona se refiere, enfregándome de esfa manera, a afender exclusivamente, la zona orienfal, o de Masaya.

Pero llegaron los días más apremianfes. En la proximidad de la batalla general de Masaya, el primero de Ociubre fue atacado fuerlemen±e Viquez, por un ejército num§lroso, bien armado, en que fo– maron parle dieqisie±e generales, enfre los que se confaban, a la cabeza, Julián Irías y ofros corno los Generales. Narciso Argüello, Andrés Murillo, Abraham Perdom.o (salvadoreño, con fama de ser muy valiente, salió herido en la mandíbula infe– rior); Masso Parra, cubano, herido en una pierna y que tuvo la audacia de volarse así del tren en que venía capturado, cayendo en unos pofreros, mien– fras el convoy corría a gran velocidad. Poco fiem– po después apareció armado con un grupo, operan– do enfonces como bandolero. Fue dispersado y huyó del país. También fue capfurado el Padre y General Alfredo Volio, sacerdote costarricense, muy hombre y de mucho falenfo.

El Dr. Leonardo Argüello, venía como Delegado del Ejecufivo y no recordarnos con qué rango, el Dr. Escolástico Lara.

Balallla de Masaya

Es±a batalla, de grandísima imporlancia, cu– briendo de gloria a las armas conservadoras y coronó de laureles a los Gnerales Barlolomé Víquez, José Solórzano Díaz, coroneles cifados, oficiales y soldados, en su casi fofalidad de Managua.

La lucha fue fenaz y enconada, hubo bravura por ambos lados. Comenzó a las ocho de la maña– na y concluyó a las cuairo de la farde, con un com– ple±o desasfre, en que las fropas revolucionarias, después de fener complefamenfe rodeado a Víque:z:, por los cuatro ~bos, se desmoraliz6 por comple-

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