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« Previous Page Table of Contents Next Page »gra q-u,e formen, si no buen pan, buena levad-u,ra siquiera.
Rafael Ig!esias
. ,,-'" En unión suya fuí á saludar al Presi-denÍe de la República, D. Rafael Iglesias( qqien, prima facie, parécerne ser el go– bernante más inteligente y progresista( hoy por hoy, de toda Centroamérica. Es joven, de buena cuna y buena moral, á
lo que parece talentoso é instruído, sin duda ninguna trabajador, y lo que más conviene en un gobernante, ambicioso en el buen sentido de la palabra. Creo no equivocarme al profe±izarle que está lla– mado á representar con brillantez papel principal en Cosía Rica, su tierra, y en los demás Estados centroamericanos; mi– ra lejos, nada menos que edificar patrias grandes y fuertes.
Pronto nos hemos entendido y jun– ios he1'1:1.08 combinado un proyecto de protocolo al que habrán de adherirse los cinco gobiernos de estas regiones, á efec– ±o de deponer antiguas ó modernas ren– cillas, las rivalidades perennes que entre sí los distancian y los odios que, creería–
Se, fueran inextinguibles.
Corno caso que la reconciliación se lleve á cabo, toda ella será bajo la égida de México, yo trabajo con extraordinario ardimento; pues México en este caso, no sólo no amenaza ; ninguno de los cinco países, ni por débiles pretende humillar– los, ni lo obliga á plegarse á exigencias ominosas, sino que se concreta á propo– nerles que honradamente se abracen y se lancen de bpenél fe, por ahí, en busca de más progreso y de un poqui±o de di–
cha.
Esta noche, d~versos lifElra±os costa– rricenses me fUeron presentéldos en el "Club Internacional". Sin contar á
!Vlitximo Soto Hall, escritor guatemalteco
á quien conocí en su país hace unos dode años y que hoyes aquí Cónsul General de su tierra, llamó particularmente mi atención un joven, Agustín Luján, hijo de viejo mexicano avecindado de muchos años atrás en Cosía Rica, en la que algu– na vez ha sido Cónsul de México.
12 DE ENERO
Paseos incesantes por este diminuto paraíso centroamericano. ¡Qué aseo y qué coquetería! 1Cuánto no diera Guatemala -á pesar de su innegable mayor impor– tancia-por lucir la fisonomía que luce esta ciudad sin pretensiones, en la que á
gusto respírase cuIfur<¡l, tra:q,q-u,iliciad y adelanto! ., "
. L1eváronme á la mejor liprería "me– tropolitana", que es también casa edito– ra y que pertenece á la sepoJ;"a viuqa de Lines.
Más que por mi carácter de represen-
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tante de México, fuí muy bien'recibido en ella por mi carácter de literato america– no. Mostráronme cuatro ó cincoejempla– res que les quedan del ciento que tenían
de mi novela "Suprema Ley". La cerli– qumbre de haber sido leído 'tan lejos de
mi tierruca, hace que me corra yo hasta gastar algunos pesos, comprando revis– tas y libros españoles.
He observado con extrañeza que aquí los cuarteles se hallan cerrado á piedra y lodo, costando un triunfo y una porción cie requisitos la admisión de un extraño dentro de su recinto.
Explícanme la cosa: en Costa Rica, lo mismo que en el resto de Centroaméri– ca, y lo mismo que en México allá por los años de su Alteza Serenísima, los de– rrocamien±os y revoluciones han tÉmido siempre su cuna en la torna ó pronuncia– miento de los cuarteles, de tal suerte, que hasta se ha form.ado y está admitido el vocablo "cuartelazo", c;:onnotativo de re– vuelta, del eterno "quítate fú para po– nerme yo... "
A ese propósito narráronme audaz cl,lartelazo llevado á cabo por un señor Guardia, jefe popular y amado del ej~r
cito, y, lo que no sobra nunca para ~sa
cla?e de empresas, hombre de pelo en pecho I jugandose .la vida, resolvió adue– ñarse del cuartel más importante, y para lograrlo, ideó la estrategema de penetrar en él oculto dentro de una carrefa que lle–
vaba heno para los caballos de los ofi– ciales. pensado y hecho; así penetró en las barbas de guardias, centinelas y je– fes, y una vez adentro, bien annado y mejor resuelto, se dió ~ reconocer, y aquí mato y allá degüello, aquí prometo y allá amenazo, *o:rnó el cuartel, cundió el mo– vimiepto y á las pocas horas mi señor de
la O-u,arciia imponía condicion~s de ven– ceqQr al enfonces Pre;¡iden.te de la Repú– pUca.!
E;¡to, que conseja parece, es evange– lio; y de esos rasgos, en México nosoiros más de uno.
-¡Qué salvajes so:mos, Señor, qué salvajes! ¡Cómo nos sale á la cara nues– tra progenitura goda!
Cam.inando de mi albergo, ya farde, en la noche, llam.aron mi atención dos hechos:
Primero: los agentes de policía que durante el día sólo ostenta revólver al cin–
lo, me los encontré á esas horas de la noche armados de carabina y á pie fir– me en medio de las bocacalles.
Segundo: las calles todas, á partir de la media noche en pupto, conviértense en otros tantos úos caucialososl ignoro qué lla,ves abrirán, ello es que el agua bro– ¡a qe lal:\ rejillas 4e las esquinas 'é inun– da los arroyos con rumor de avenida.
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