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hermano suyo que llevaba tiempo de en– carcelamiento en la Peni±enciaría de San Salvador.

6 DE ENERO

El propio tren expreso que anoche nos llevó hasta Sonsonate, hoy nos dejó en la mañana en el nuevo muelle rnetá– lico de Acajuíla, algo distante del muelle en que yo desembarqué, siluado en 10

que se llama Puedo Viejo. Declaráronr{le padrino del flamante brazo de hierro.

Corno todavía no está en servicio, el descenso á la barca no deja de ofrecer sus peligros, que nosotros sorteamos entre ri– sas y ficticias valentías.

Con porción de honores llegarnos á bordo del "Mapocho", sucio y descuidado inválido de la Compañía Sur-Americana de Vapores, y á las cuatro de la farde, con mar tranquilo y hondamente azul, leva– mos ancla.

COSTA RICA

8 DE ENERO

Frente á Puntarenas, de Costa Rica, después de haber hecho escalas en el puerto salvadoreño de La Libertad y en el nicaragüense de Corinto.

A pesar de que equivocadamente anunciarnos Reyes y yo al Gobierno de San José que llegaríamos por la vía de Panamá y Puerto Limón, circunsiancias de orden privado nos obligan á desem– barcar en el ardientísirno lugar de Pun–

t~renas, donde las autoridades, aunque desapercibidas á recibh"nos, en cuanto sa– ben de nuestra presencia á bordo, se 11.03

muestran muy atentas y benévolas.

Ganamos el :m.uelle luchando con fu– riosos tumbos; saliamos á tierra, más bien dicho, nos encaramamos en ella, y rnien~

±ras¡ aguarqamos que llegue de Esparta el tren e:¡cpreso que ha de v·enir por noso– tros, con una temperatura digna del Con– go recorremos el puerto pintoresco, que por 10 poblado y espacioso es, sin dispu– ta, el mejor de los puertos centroamerica~

nos sobre el Pacífico, excepción hecha de Panamá que no conozco, pero incluyen– do á Corinio, que sólo corno puerío y gra– cias á las muy buenas condiciones de su pequeña y abrigada bahía, supera á Pun– tarenas.

Espada

Tres cuar:l:os de hora en camino de hierro y hé±enos en Espada!!! ...

Espada, ¡oh irrisi6n! resulia un po– blacho, á pesar de su pomposo nombre y de ser cabecera de un cantón con 1245 habitantes.

Llegamos al obscurecer y nos insta– lamos en un pseudo-hotel, tan desaseado é

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incómodo, con habitaciones tan imposi– bles, que las fementidas ventas del "Qui– jote" resultan alcázares junto á esía íratioria.

Para colino de desventuras, nos lo encontrarnos atestado de comediantes; unos cuarenta, entre adores, adrices, chi– quillos y empresario. Casi todos son es– pañoles, con lo que queda dicho que ha– blan á gritos é insolencias. Pronto hace– rnos amistades y somos informados de que la tal compañía es ambidextra, y 10

núsrn.o se tira sobre ' 'La Verdad Sospe– chosa" y "Mar sin Orillas", que sobre "Ma– rina" y "Marcha de Cádiz".

Sin poder remediarlo, debido á mi eterna debilidad por la gente y las COl:!as de teatro, en seguida se n'l.e hacen sim– páticos y en seguida me interesan; pón– gome á despotricar con el barítono, cor– pulenio mocetón de botas anmrillas, ca– nlÍsa de franela, sombrero de palma, bar– ba de ires días y polvo de penosa cami– nata, circunstancias las tres que l1:1.ás bien prés±anle aspedo de capitán de ban– doleros.

Todos van contentísimos, parece que los sueldos han andado al corriente y que el clima no los ha perjudicado. Ahora se lanzan á Nicaragua nada menos.

Es bien curiosa la fisonomía del gni– po: el ernpresario con su poquillo de des– potismo; los adores y adrices-según sus jerarquías é hislorias particulares-mal encarados ó risueños, cuidando las solie– ras con verdadero cariño de los hijos aje– nos; aciuando los solteros de filósofos, sólo precupados de un buen trago, de un rnediano cigarro, de una copiosa cena y

de que en su cuario cuelguen una hama– ca para dormir frescos; se encueniran rendidos, magullados, renegando de lo largo del camino y del homicida írole de sus caballerías. El tenor cómico no se des– pega de las nalgas entrabas manos.

Después de acostar á la chiquellería, échanse sobre la cena con ian recio ape– tito, que en un iris estuvo el que nosoiros nos quedáramos ayunos de alimento.

Vicenie Acosta, que no les ha des– pegado la visla, opina, y con razón, que el conjunto es un cuadro arrebatado Él:

pá.ginas del "Gil BIas de San±i11ana".

Mien±ras los comediantes hacen la dig·esnón sentados en medio de la calle, entre conversaciones tumulluosas, humo de cigarros y proyecios de enriquecimien– tos próximos, nosotros despacharnos nues– tra colación, nos ajustamos las sobrecal– zas de cuero, y con la esperanza de ir á

dormir en San Mateo, caballeros en sen– das mulas de alquiler, nos partirnos en– tre ocho y nueve de la noche del pobre parador espar.lano.

Es la primera vez de mi vida que en larga extensión cabalgo de noche. Lo en-

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