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« Previous Page Table of Contents Next Page »pusierael1. aquella época estuviesen en razón inversa de sus anhelos, consultó el problema con Cañas, y se registró el si– guiente diálaga:
-(Cañas) ¿Por fin te vas á Chile'? Ya fe he dicho que allí está iu porvenir; que por estas tierras nuestras no harás letra nunca; que tu talento reclama escenario más amplio, etc., etc.
-(Ruhén Daría, m.uy cornpungido) Pero, General, ¿con qué quiere usted que me vaya, si no tengo una peseta'? -(Cañas) Que te rnande el Gobierno. - (Rubén Daría) Ya lo intenté, pero no lo consigo.
- (Cañas) Procura que la compañía de vapores te lleve gratis, aunque te exijan que trabajes tu pasaje.
-(Rubén Daría) También 10 in±en– té ya y he obtenido la misrna negativa... ¿Cómo irm.e, General'? ..
-(Cañas, después de instantes de re– flexión) Pues á nado, ¡ajo! pero vete.
Vicente Acosia también está hoy de vena. .
Después de saludarme con los aires medio hipnotizados que á las veces se gas– ta; despu;s de apurar dos whiskies dobles, con trágica reserva anúnciarne que sabe de muy buena tinta que el Gobierno de El Salvador, como rne ha declarado hués– ped de la nación, no consentirá que yo pague ni mi alojamiento.
-Hay orden-m.e dice bajando la voz cual si me propusiera que juntos per– petráramos algún asesinato,-hay orden, te digo, de que en este hotel hasta dinero ±e dan si lo solicitas... (en voz más baja todavía) creo que por 10 pronto deberías pedir unos cinco n'l.Íl pesos...
A mi regreso de una tarde de campo que me ofrecieron en los alrededores de San Salvador, en el precioso sitio que se llama liLas Mexicanos" , porque, dícese, allí acamparon las fuerzas· invasoras del General FHísola, encuénírom.e en el hotel con una pastorela infantil que una agru– pación me ha organizado.
Por 10 pronto interésarne; chiquillos y chiquillas en traje de carácter cantando
y bailando no del todo mal; pero la cosa se prolonga durante dos horas y el inte– rés se esfuma para dejar el puesto al can– sancio.
4 nE ENERO
Almuerzo íntimo con el General Re– galado y su familia.
Por la tarde visito, en unión de los Ministros del Gabinete, diversos edificios públicos, en cuenta el famoso Hospital Rosales, aún por inaugurarse, que llama mi atención no tanto por su distribución científico-moderna de pabellones aisla– dos, habitaciones oC±ágonas, pisos asépti– cos, etc., etc., cuanto por ser todo él fa-
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bricado de lámina, cosa que veo por pri– mera vez.
Todas las planchas que componen el enorme inmueble y sqs múltiples depen– dencias, fueron importadas de Bélgica, de donde también vino un ingeniero encar– gado de armarlo. Como observara yo que en su interior no se experimenta ni mu– cho calor ni mucho frío, explicáronme el secreto de la igualdad en la temperatu– ra, mostrándome que las paredes entre sí tienen un hueco de medianas propor– ciones.
Por la noche, la guarnición de la ca– pital ofréceme una retreta, y el Subse– cretario de Guerra encargado del Despa– cho, Coronel don Jacinto Castro, en unión de íoda la oficialidad vestida de gala.
S DE ENERO
Despedidas y arreglo de baúles; me embarcornañana en Acajutla, rumbo a Costa Rica.
Iré con D. Francisco A. Reyes, norn– brado Plenipotenciario de El Salvador en la rnisrna Costa Rica. Entre él y yo obtu– vimos del General Regalado que Vicente Acosta vaya como Secrefario de esa Le– gación.
Desde el tren especial que nos con– duce á Sonsonate, donde sé que me han preparado gran ovación de despedida, conternplo uno de los espectáculos más grandiosos que me haya sido dable con– templar'.
El Izalco, el viejo volcán incansable é iracundo, que á mi llegada tanto me sorprendió con su penacho de humo den– so y de color plomizo, ahora, en plena noche, acaba de seducirme por comple– to. En vez de ese penacho, veo intermi– tente y colosal columna de llamas, que por la fuerza y derecha con que suPe, diríase que fuera á vel'lgar añejos re¡:;~n
timien±os subterráneos contra la bóveda celeste, cuyas estrellas palpi±an como arnedrentadas de que en efecto fuera la cólera de Atlas á alcanzarlas y á herir– las en su alto ±rono... La llamarada se cansa, no sube más, y, de súbito, de un solo golpe, se viene abajo y se desgaja por la abrasada cima de la rnon±aña; ya
11.0 son llamas, lo que rueda es una babi– lónica lluvia de oro, millones y millones, que antes de que mi fantasía y mi codi– cia atinen á avaluar, apáganse y desva– nécense, con la nüsrna rapidez y el mis– rno silencio con que se desvanecen y apa– gan todas las riquezas y las glorias to-das de la vida... .
Llegarnos á Sonsonate, que por noso– tros se encuentra enfiestado.
Hay cornida, alocuciones, ilumina– ción, y una copa de charnpaña en el Casi– no, donde los francmasones me agasajan por haber procurado la libertad de un
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