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« Previous Page Table of Contents Next Page »quilibrio entre la inteligencia y la voluntad se ha fija– do la especie humana.
La sociedad y la perfección humana
Vimos anteriormente que la finalidad temporal del hombre es la realización de valores de orden mo– ral, valores que son objetivos y permanentes; y que, sin embargo¡ el hombre no guarda fidelidad a esos principios por su condición de desfalleciente: porque su voluntad débil le impide realizar el bien que ama su inteligencia.
Ante ese desacuerdo¡ al parecer inevitable¡ sur– ge espontáneamente una pregunta angustiosa: ¿exis– te un remedio para esas flaquezas humanas? ¿Una senda de perfección hacia el orden moral? liLa inteli– gencia humana -afirma Hauriou- ha debido de– senvolverse adaptándose a realidades inteligibles del mundo exterior¡ a ideas¡ en el sentido platónico, a ideas-fuerza mensajeras de Dios ll
. liLa acción salva– dora de la Humanidad reside en actividades individua– les realizadoras de ideas morales. Es la élite moral la que se esfuerza en elevar hasta su nivel o la ma–
sall. (3)
No vamos a profundizar¡ por ahora¡ en el fino concepto de é/ite¡ magistralmente expuesto por Hau– riou. Necesitamos comprender antes que el solo es– tímulo de los hombres superiores¡ realizando indivi– dualmente esos ideales objetivos¡ sería insuficiente pa– ra el progreso moral de la Humanidad. A las activi– dades individuales de una élite hay que sumar la in– fluencia del orden social como escuela de perfeccio– namiento humano.
En efecto, el hombre es un ser constitutivamen– te social: es decir¡ pertenece a una sociedad determi– nada¡ a través de ciertos grupos¡ sin los cuales su exis– tencia no podría tener lugar. liLa persona humana es imperfecta por su propia naturaleza y necesita con–
vivir socialmente¡ para el logro de su plenitud ll
•
(4). Por ello todo problema concerniente a la persona hu– mana debe ser considerado no sólo en el orden indivi– dualista¡ sino también en el orden social.
El orden moral¡ intuido por grupos o individuos selectos¡ se proyecta en una situación histórica dada por medio de las instituciones¡ que son reductos de vida colectiva. Las instituciones comienzan por ser ideas de una minoría para luego fortalecerse con el consentimiento de la mayoría. Pero no es solamente eso. Lo característico de las instituciones es fijar un orden netamente social¡ que debe adaptarse a los prin– cipios del orden moral¡ pero que tiene una estructura peculiar. El profesor español Lissarrague¡ en su mag– nífica obra IIEI Poder Político y la Sociedad ll nos en– seña cómo las instituciones enmarcan un orden espe– cífico del comportamiento humano, constituído por los usos sociales, dentro de los que se desenvuelve la vida humana en tanto que colectiva. Y trae en su apoyo la autoridad de Bergson. IILg fórr:nula general de la
moralidad que acepta hoy la humanidad civilizada se resuelve¡ por un lado¡ en órdenes dictadas por exigen– cias sociales impersonales: por otro en un conjunto de apelaciones lanzadas a la conciencia de cada uno de nosotros por personas que representan lo que hay de mejor en la Humanidad ll (5).
Conviene fijar con exactitud la influencia del or– den social en el comportamiento humano¡ para no in– currir en peligrosas equivocaciones. Una apreciación exagerada de esa influencia ha hecho afirmar a algu– nos sociólogos que las ideas de moralidad y de justi– cia tienen un origen exclusivamente social y que¡ en último análisis¡ se comunican a las conciencias indivi– duales por una especie de super-candencia colectiva. Nada está más lejos de nuestro pensamiento. La so– ciedad no produce la moralidad, como el árbol produ– ce frutos. Pero sí es un medio indispensable para que el hombre pueda realizar el orden moral¡ institui– do por Dios. Las creencias y normas de conducta de la Humanidad son independientes de la existencia de los grupos sociales; pero solamente por medio de la sociedad le son comunicadas al hombre y sólo en ella puede el hombre realizarlas plenamente.
El ser humano recorre su trayectoria vital dentro de diversos grupos sociales: Estado¡ familia¡ municipio¡ gremio¡ etc. Nuestro estudio se concretará, sin em– bargo¡ a uno solo de ellos: la sociedad política o Es– tado¡ el grupo social máximo en lo temporal¡ ya que abarca e integra a todos los demás. El Estado¡ arque– tipo de la sociedad política, es causa necesaria y uni– versal de la perfección de los ciudadanos. IISU fun– ción específica (del Estado) - dice el Padre Luis Le– chance¡ consiste en realizar esa causa universal de' perfeccionamiento individual¡ ese conjunto de valores colectivos que se designa con el nombre de Bien Co– mún y del que la masa de los ciudadanos no podría prescindir para adquirir en uno medida conveniente su bien propio ll
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(6).
Significado trascendente de la Política
El hombre, ligado a la sociedad por constitución y por destino¡ realiza su existencia temporal en varios grupos sociales concretos¡ siendo la entidad política o Estado el más universal y suficiente de todos ellos. So~
ciedad perfecta la llama Santo Tomás de Aquino (Ci– vitos est communitas perfecta)¡ determinándola así en relación con sus fines. En efecto¡ los otros grupos sociales tienen finalidades concretas y determinadas. La sociedad política¡ en cambio¡ trasciende todo fin particular; su finalidad es el fin del hombre en lo tem– poral: la realización de la vida social¡ que a su vez se engarza y apoya en el orden moral.
Esa tarea¡ ese quehacer del hombre que busca el Bien Común y su perfeccionamiento individual dentro de la sociedad política o Estado¡ es lo que constituye propiamente la Política¡ noble y rectamente entendida. La Política es¡ pues¡ el gobierno de la sociedad por el Estado¡ dentro de los cauces del orden moral y del De-
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