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Julián, a 51 grados de aliura". Los nautas de Ma– gallanes pusieron a estas islas el nombre de Sansón y Patos. Posteriorm~te, otras tres armas, de Loay– za en 1526, de Alcazaba en 1534, de Camargo en 1539, todas bajo bandera española, ratificaron el descubrimiento, colocando su bandera antes que ningún ser civilizado, en la zona de afluencia de aquellas islas.

Lo expuesto, también se ratifica en la deserción de Estéban Gómez, capitán de Magallanes, que con la "San Antonio", después de desligarse de este, arriba a Sevilla el 8 de Mayo de 1521, informando sobre todo lo ya mencionado.

Al "ISLARIO" de Santa Cruz, por todos concep– tos indiscutido, se suma la "Geografía de Ptolomeo" de 1561, oficializada por el Senado Veneto y dedi– cada a Carlos V; el "Mapa de Weimar" de 1527; las tres Bulas Alejandrinas de donación, demarcación y extensión, jamás impugnadas por ningún Gobier– no, la "Carla del Mundo" de Diego Rivero en 1529 y dos Porlulanos más, uno de 1562 y otro de 1580.

En síntesis, el dominio español sobre las islas queda claramente patentizado a la luz de documen– tos irreprochables, corno quedó patentizado en el Congreso Internacional de Geografía celebrado en Ams±erdam en 1938.

Incluso la misma denominación de "Islas Fal– kland" data apenas de 1686, siglo y medio después de la expedición de Magallanes.

Aclarado lo fundamental que hace al descubri– miento y por consiguiente, a la legitimidad del títu– lo que España poseía sobre las Islas Malvinas y que heredó la Colonia del Río de la Plata, corresponde adverlir que posteriormente, expedicionarios extran– jeras' de distintas banderas y a veces nada más que la propia enseña personal, "Redescubrieron a las Malvinas".

Fueron navegantes ingleses, holandeses y fran~

ceses.

Entre ellos, el que intenta cobrar significación, fué Richard Hawkins, que pretende haber descubier– to el archipiélago el 2 de Febrero de 1594, lo que recién hizo saber en 1622, un siglo después de las primeras carias náuticas españolas donde quedaba patentizado el descubrimiento.

Esta relación de antecedentes que dejarnos ex– puesta, podría aún completarse con otra a mencio– nar, de distintos "aetos administrativos" que tam– bién Suman a la tesis argentina valor legal, corno la circunstancia de que los distintos Virreyes que se sucedieron en el Río de la Plata dejaron constan– cias que guardan los archivos coloniales, de la in±i– tulación de su comandancia sobre las Malvinas; de su jurisdicción ordinaria incluso en lo religioso, co– rno ocurría con el nombramiento de Capellán para aquellas Isas, etc., etc.

En el año 1701, naves francesas empezaron a visitar las Islas Malvinas con fines de pescar balle– nas, y tales intrusos que parlían del puerlo de Sain± Maló, las hicieron conocer corno Islas Malvinas.

En 1740 Y 1741, el Almirante Anson volvió a hablar de las Malvinas en una obra que publicó en Londres en 1748.

Quince años más tarde, después de la Guerra de los Siete Años, al Caballero Bougainville concibió la idea de poblar las islas y Luis XV aprobó la ex– pedición, con lo que al año siguiente la bandera de Francia ondeaba en las Malvinas, desperlando la competencia de los ingleses que el 25 de Enero de 1765 desembarcaron secretamente en Puerlo Cruza-

da, que llamaron Puerlo Egmont. Pero repetirnos, tanto los franceses corno los ingleses eran intrusos y no se entendieron, al mismo tiempo que España protestaba ante las corles de Francia y de Inglaterra.

El duque de Choiseul accedió a retirar los colo– nos franceses mediante indemnización y, el duque de Richmond aparentó ignorar la presencia de in– gleses en las islas, que también debieron irse, cuan– do el 22 de Mayo de 1774 el Tenien±e Samuel Wi– lliams Cla±yon entregó Puerlo Egmont a las fuer– zas españolas de Puerlo Soledad parliendo con sus hombres en el navío "Endeavour".

El mismo año en que se declaró la independencia de los Es±ados Unidos, España creó el Virreyna±o del Río de la Plata, para organizar una verdadera na– ción de ultramar.

Así, la historia de las Malvinas había entrado a la normalidad de la vida argentina, hasta que en 1833, el 2 de Enero, el Capitán de la Corbeta CUO, John James Onslow recibió orden de volver a ocu– par Puerlo Egmond y Puerlo Soledad, consumándo– se el despojo que dura hasta nuestros días.

Desde dicha fecha, la situación no ha variado.

La "Memoria Proiesta" del Dr. Manuel Moreno, presentada enseguida del hecho ocurrido y escrita en tono mesurado y digno, no mereció mayor atención, ni siquiera por ser uno de los primeros manejos di– plomáticos de una incipiente Nación.

Van a ser ya dos siglos que las Malvinas ocu– pan la atención de las Cancillerías.

El Gobierno Argentino con magnífica regulari– dad, ha repetido siempre su reclamo formal por las islas irredentas; actualmente el pleito internacional ha trascendido a la más grande Organización Mun– dial.

Recientemente, la Asamblea General de las Na– ciones Unidas, por su Comisión IV, en la sesión des– arrollada el 17 de noviembre de 1965, aprobó en una votación con 87 votos a favor, ninguno en con– tra y 13 abstenciones, un PROYECTO DE RESOLU– CION referente a las Islas Malvinas donde se dispo– ne que, teniendo en cuenta el Informe presentado por el Comité Especial encargado de examinar la si– ±uación, y tomando nota de la existencia de la dis– puta entre los Gobiernos del Reino Unido y de la República Argen±ina acerca de la soberanía sobre las Islas Malvinas, INVITA a ambos Gobiernos a pro– seguir sin demora las negociaciones encomendadas por el Comité Especial, a fin de encontrar una so– lución pacífica al problema, teniendo en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carla, de las Na– ciones Unidas y la Resolución 1514 (XV).

En la misma vo.l:ación, la Cuarla Comisión Dis– puso: "En los documentos de las Naciones Unidas y en todos los idiomas, a excepción del español, se añadirá entre paréntesis la palabra "Malvinas" des– pués de las palabras "Falkland Islands" y, en los do– cumentos en español, se utilizará la designación de "Islas Malvinas" (Falkland Island).

El Informe conteniendo los Proyectos aproba– dos, pasó a consideración del PLENARIO de la Asamblea General, que en su sesión del 16 de di– ciembra próximo pasado, aprobó ambas decisiones por 94 votos a favor, ninguno en contra y 14 absten– ciones, estas úliimas las del grupo anglo-sajón.

Colocado pues el viejo pleito ante los estrados de justicia de la más alia Organización In±ernacio– nal, la República Argentina no cejará en llegar a las úliimas instancias, para obtener la recuperación de las islas que por un acto de fuerza, le fueron sustraídas en 1833.

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