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LA DISPUTA ARGENTINA BRITANICA SOBRE LAS MALVINAS

CESAR JOAOUlN GUlLLOT

Embajador Extraordinario y Plenipotenci~rio

de la República Argentina

Cuenta casi con un siglo y medio de constante dedicación, el esfuerzo argentino para alcanzar la solución definitiva en la recuperación de territorio irredento de las Islas Malvinas.

El largo proceso se ve interrumpido en el pre– sente por un cambio de matiz, que traslada la ges– tión argentina a los estrados del más alfo Organis– mo Internacional, para que este sea el que resuel– va en definItiva, como lo veremos antes de terminar el presente trabajo.

Todos los pueblos y gobiernos que sintieron so– bre si mismos los embates de un sistema colonial, hoy en

decadencia, fundamentado por las antiguas grandes potencias en el uso de la fuerza, saben que nuestro reiterado alegato ante el Tribunal de la Hisioria se basa en que las Islas Malvinas integran el patrimonio nacional argentino por "razones de orden heredi;tarió", a través del descubrimiento for– mal y auténtico de las islas y de su posesión y do– minio por la España Colonizadora, según lo revela gráficamente la cartografía de los siglos XVI y XVII que brinda pruebas irreversibles a favor de la tesis reinvindicadora argentina, afirmadas sobre todo en la autoridad de los autores de aquellas preciosas revelaciones documentales de los itinerarios de las distintas expediciones.

Lo verídico y decisivo del derecho argentino sobre las islas, se halla así confirmado por las re– velaciones de las cartas náuticas más famosas, y a pesar de que nos hacemos cargo de la posición acfual de Gran Bretaña aguantando la evolución del principio de la libre determinación de los países sometidos, que va diluyendo su viejo imperio colo– nial, no aceptamos ni comprendemos la fésis sui– géneris que se intenta sostener ahora pretendiendo dar independencia absoluta a poblaciones vivientes en tierras discutidas como de nuestra pertenencia, mientras no se introduce al viejo debate un solo principio valedero que pueda incidir sobre la base jurídica Argentina conformada en la doctrina del "uti possidetis", vulnerada por la violencia del des– pojo en 1833.

Ya Sir Waller Raleigh había lanzado su tesis famosa para justificar este último en todas las lati– tudes donde se practicara, cuando afirmaba: "El que domina el mar, domina el comercio. El que domina el comerció marítimo domina las riquezas del mundo", ,

Transportada la acción colonizadora desde Euro– pa a las costas de América, ocurre Trafalgar que afianza la supremacía británica por casi un siglo y medio en todos los océanos y aquí en el desolado sector del Atlántico Sur también el apoderamiento por la fuerza se convirtió en sistema, como lo prue– ba la ocupación del Cabo de Buena Esperanza en 1806, las invasiones inglesas a Buenos Aires y Mon– tevideo en 1806 y 1807, a la Isla Santa Elena en 1815, a las de Ascención y Tristán de Cunha en 1816, a las Malvinas en 1833, para lograr con esta última acción de despojo, adquirir la llave del control es– tratégico de las corrientes comerciales del Atlántico y del Pacífico y como asimismo, la estación de po– licía internacional que le permitiera controlar y vi– gilar la entrada y salida de un estrecho de Maga– llanes que orgulloso, no intuía la posierior construc– ción del Canal de Panamá.

Importantes portulanos, cartas de navegar y fe– lices hallazgos en los archivos auropeos y en la bi– blioteca Vaticana, revelaron y nos permitieron de– mostrar que las Islas Málvinas fueron descubiertas por los expedicionarios de Magallanes, como lo afirmó el cosmógrafo Santa Cruz en su famoso IS. LARIO de 1541, dando así un desmentido a la teo– ría del "res nullius" que se pretendió esgrimir en detrimento del claro título español que heredó nues– tro país.

El estudio analítico de la maravillosa hazaña magallánica nos muestra comq el navegante bauti– za al puerto de San J ulián sobre la costa continen– tal, invernando allí 4 meses y 24 días en 1520

1 co– mo una vez calafateados los barcos siguió hacia el Sur tocando el río de Santa Cruz donde quedaron dos meses más, hasta que el 18 de Octubre, cuando ocurrió la rebelión dél Capitán Juan de Cartajena, se viera obligado a reorganizar sus comandos, para seguir navegando hasta advertir el promontorio o cabo que en homenaje a la fecha denominó de las Once Mil Vírgenes, encontrándose ya a la entrada del estrecho que inmortalizó su nombre como gran capitán y descubridor.

Surge aquí el acontecimiento que ratifica de modo categórico el texto del "Islario General" de Alonso de Santa Cruz.

Revela dicho instrumento, "el descubrimiento de unas islas que están al oriente del Puerto de San

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