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¡'pasará con las autoridades que rnejor "le plazca a efeC±uar un cateo, p13.ra el "cual yo rne honro en otorgar el rnás arn– "plio de los perm.isos. - Acep±e V. E. las ¡'reiferadas seguridades de m.i a1±a con– "sideración".

Poco duró m.i na±ura1 desasosiego; aun no ±errninábarnos de cifrar el ±e1e– gama en que comunicaba a México 10 ocurrido y la esencia de rni contestación, cuando recibí la de D. Juan Barrios M., que dice a la 1e±ra:

"Sien±o profundarnen±e y deploro con "la mayor sinceridad que m.i aludida nota "haya causado tanto desagrado como re– "vela su ya citada comunicación, pues "aquélla no llevaba otros fines que po– "ner en su noticia dicho inform.e, para el "caso de que V. E., llevado de su genero– "so y reconocido a1±ruísmo, hubiese con– "cedido asilo a coautores y cómplices en "el asesinato frustrado con:l:ra la persona "del Excrno. Señor Presidente, en la creen– "cia de que se trataba, corno V. E. lo re– "conoce y declara explícitamente, de deli– "tos puramente políficos, para los cuales "V. E. dice haberles prestado más de una "vez asilo inviolable en la Legación, por "los motivos y en las circunstancias que "se digna expresar. - Por otra pade, a "la ilustración de V. E. no se ocu1±a, que "conform.e a la doC±rina general de los "tratadistas y a la práctica de iodos los "Gobiernos cu1±os, no constituye ofensa la "solicitud de entrega de delincuentes asi– "lados en una Legación, hecha en la for– "ma codés y correC±a que tuve la sa±isfac– "ción de emplear en mi ya citada comu– "nicación, con la m.ira de informar opor– "tunarnen±e a V. E., sin ánirno de causar– lIle el wenor desagrado y en el sano deseo "de' auxiliar a la justicia. -- Es±a mani– "fes±ación franca y leal de pane de esta "Cancillería, demostrará a V. E. inequí– !'vocamente que ella confía en la muy "honorable aseveración de V. E. de no en– l'confrarse en esa Legación los reos alu– "didos en m.i nofa; y en el deseo de que "se sirva aceptarla con el caráC±er de la "mayor sinceridad que en efedo revis:l:e, "me es grato renovar a V. E. la seguri– "dad de m.i consideración más elevada.

- (f) Juan Barrios M."

Conjurada la form.enta, no quie– ro recibir a nadie; y cual siempre me ocu– rrió cuando experimento alguna gran sa– cudida en mis pobres nervios, dormí como un b§ndifo.

1 9 DI: MAYO

Indescriptible la fisonomía de la ciu– dad y la de sus moradores nacionales y

extranjeros; predomina el terror, muy jus– fificado por ciedo, y le cuentan a uno cada especie, que hace dudar del equili– brio rnen±al de los narradores.. Lo que

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sí sábese a ciencia ciarla eS que los au±o– res del atentado no parecen por ningu– na parfe, no obstante la búsqueda m.inu– ciosa y cruel llevada a cabo sin m.ira– mien±os ni paños calienfes, por los mejo– res sabuesos en que esfe Gobierno abun– da. Ha habido inconfables aprehensio-nes... '

Al sentarnos a comer, llarnaron de– sesperadamen±e al zaguán de la legación. Yo mismo 'salí a abrir, pues temí que fue– ra lo que fué, una dernanda de amparo inrnedia±o y urgente: eran, en efedo, los sobrinos carnales de Jorge y f:nrique Avi– la Echeverría, acusados por las au±orida– des según ,despréndese de la nota de Re– 1aciones,-' una de las mejores familias de Gua±emala, que cuenfa varias por ese esfilo en su buena sociedad, buena de veras, -dos vírgenes no mayores de vein– fe años, y un rapaz que frisará en los 14 o 15. SU'pobre madre, desde la pueda en– ±reabieda de su casa, fronfer13. a la lega– ción, me lbs entrega en medio de sollo-zos...

-1"Sálvemelos, don Federico, que van a venir a ca±ear!. .. "

Ellas y él esfán transidos de pavor, pálidos, ll9rosos, apenas pudiendo habla.r. Desde lue[io los recibí, aunque rne ocu– rrió que ejl chi,co se volvierq a acompa– ñar a su madre y a su abuela, encama– da desde hace tiempo, vídima de sus mu– chos años y de una dolencia cardíaca que obliga a sus hijos a ocu1±arle y pa– liarle cualquiera emoción honda que po– dría ma±a#a de golp~:

-Vuélvete ±u,-le dije,-pues nada podrálJ, haqade, y eres en estos momenfos el único hombre de la casa...

Aun no nos levan±ábamps de la me– sa, cuando los ruidos de la palIe se apa– garon del iodo, _e~ de rigor que un si– lencio imponenfe acompañe y. denuncie los a±enfados policíacos, veqiriQs y fran– seún±es se esquivan o se enpierran,-nos

anunc~ó qu,e el cateo es±aballevándose a cabo... A por, hecha u:p. harapo, se nos presentó la madre inconsolable, hundidos los ojos, la faz cadavérica, agotado el ma– nanfial de sus lágrimas, enro¡nquecida por el dolor yel espanfo. Se abrazó a sus hi– jas, y sólo acedó a decirm.~:

-"¡Se llevaron a mi pa±ojo"... (Dul– ce gua±emalisrno éste, con el que se desig– na aquí a los muchachos de pocos años).

Salí a tomar lenguas I que si quieres! No hay almas en las calles, y en el Club se encuenfran fres o cuafro soqios, en el col;rno del ±error. Cuén±anse horrores, se ha aprehendido a diesfra y sip,iel:Jtra, ±é– rnense C!uién sabe qué horrendola <;:asfi– gos... Llega N. N., que vive al la.do cl.e la Dirección de Policía, y nos asef11,lra saber– lo de labios de 1,lno de los v~rdugos: al pobre chico sobrj,po de los Avila le apli-

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