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ras de alquiler. Lo res:l:an:l:e del tiempo, esoS varones filósofos y sabios se la pasan tumbados a la bartola, ora por cansancio fisiológico, ora por exceso de chicha o de "guaro",-un aguardiente de olla que cuece gazna:l:es,- y muy convencidos de su significación social: sin ellos no habría chiquillos ni, consiguientemente, acomo– dos pingües en las casas prolíficas y en las adineradas. Viven y mueren a la ma– nera de sultanes, I oh! unos sultanes cal– zados de huaraches y vestidos de manta sucia, pero al fin sultanes. La jugosa char– la de Foronda, a los principios un tanti– co desconfiado, me indemniza de salios y magulladoras.

Al término de la primorosa Cuesta de las Cañas estaban aguardándonos, en buenos carruajes particulares, un hijo de doña Hersilia, José María, y don Vicen– te Aceña. Inmediata translación de nues– tros cuerpos molidos. Y a las 4.30 de la tarde entrarnos en esta hechicera y des– trozada Antigua.

28 DE AGOSTO

Iníciase los matinales paseos a caba–

110; voy caballero en soberbia yegua ex– tranjera de gran alzada y no escasos bríos, muy bien acompañado de dos co– nocedores amables: José M~. Coriño y don Manuel Matheu.

Deliciosa toma de posesión de estas alamedas. Conozco las fincas cafeteras de "El, Cubo" y "El Potrero". En la primera nos hemos gratificado con un baño frío, de estanque.

Pésima la tarde, probablemente la fatiga de la equitación exacerbó mi neu– rastenia.

29 DE AGOSTO

La Antigua, al atardecer, presenta be– lleza indecible. Mientras más sombras se le echan encima, más crece su hechizo... , Para que nada le falfe, hasta el río en que se mira muy parcialmente, le au– menta su imán secreto y brujo, menos por el pobre caudal de sus aguas que por lo que su nombre tiene de sugestionador e inusitado: se llama "El Pensativo.. ."

1 9 DE SEPTIEMBRE

Por la mañana, siempre a "El Sal– to", cuyas termas prodúcenme manifies– to bienestar y contenio, 'El,camino que a ellas lleva, ostenta er los arrabales de la ciudad en ruinas cfi1ejas casi africa– nas, paredes de caña~eral, muy angos– tas, en las que juegan chicos semi-desnu– dos y duermen los mastines, tumbados al sol. Luego, los campos, las alamedas numerosas que huelen a perfumes mon– tañeses y a melancolía de almas; y allá, en el horizonte, como manada de búfa– los gigantescos que exhaustos por larga

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camina:l:a se hubiesen echado en las afue– ras, los cerros, y más allá, los volcanes, enormes, alfaneros, a un tiempo mismo hermoseando y amenazando, perpetua– mente, la ciudad y sus contornos... Has– ta en nuestras caballerías adviértese esta satisfacción, meramente animal y física, que a nosotros nos sale por los poros. A la farde, el templo y el claustro de Las Capuchinas por fuera y por dentro; claustro y templo hechos añicos, en má– gico equilibrio lo poco que de uno y otro dejaron los siniestros y sacudidas.

¡Ah, ciudad mártir, ciudad doliente, que te nos adentras sin que lo sintamos ni nos sea dable evitarlo, que rindes y subyugas a tus visitantes con el prodigio de tus encantos tristes!. ..

5 DE SEPTIEMBRE

Dilatada excursión hípica, a San An– tonio, Dueñas y Drías.

En la tertulia de esta noche me fa– voreció con su asistencia mi respetado amigo don Manuel Matheu, caballeroso y distinguido octogenario que aún con– serva en porte y maneras la prestancia de su cuna y las elegancias de sus años juveniles. Ni un instante me le separo, que no de hoy me he perecido por el comercio con los ancianos i nos enseñan tanto con su plática y evocaciones!

Con qué - gracia señoril y de buen fono me describe cómo conmemoró, hace dos años, sus bodas de oro, cuya no±a culminan±e fué la comunión que hizo ro– deado de sus descendientes una brigada compuesta de todos los sexos y ±odas las edades.

Luego, a propósi±o de las ruinas de San Francisco, de que yo le hablé, asería el señor Ma±heu o algún otro, quien me contó porción de milagros, realizados por Pedro de San José Bethancourt, el "Her– mano Pedro", no canonizado ±odavía por– que le falfa, únicamente, hacer dos mila– gros más de los varios que hiciera en vida: resucitó a una difunta; a una la– gartija la transmutó en alhaja de precio, y después, la volvió lo que era; y a don Rodrigo de Arias Maldonado, orgulloso conquistador de Talamanca, en Costa Ri–

ca, lo convirtió al catolicismo'? Todo ello sucedió en el siglo XVII. Era Pedro, oriun– do de la aldehuela de Villaflor, en Tene– rife, donde nació e11619, donde apacentó corderos cual rapaz y donde desperta– ron sus inclinaciones místicas y sus an– sias de partirse a América, a convertir in– fieles": levantaba aliaricos, carpinteaba cruces, rezaba, rezaba mientras triscaban sus corderos. A los 45 años cumplidos, vino a Guatemala, mas como resuliase ne– gativo para ciencias y letras, alistese en las filas de la Tercera Orden de Peniten– cia. Sin oira ayuda que la divina, fundó

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