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« Previous Page Table of Contents Next Page »presa al ver que me fiende entrambas manos y, por añadidura, me presenta sus excusas por su desiemplanza de ano– che!!! ...
-"He reflexionado,-díceme,- y re– conozco que "liene Ud. razón: no debe figurar esa cláusula".
Al vernos volver de bracero, nos sa– ludan con aplausos. Y celebramos la se– sión final de esta conferencia-relámpa·. go,-que pudo interrumpirse corno el Ro– sario del cuento,-bajo las bocas de los cañones monstruosos. A eso de las 11, subscribimos el Tratado de paz, que re– concilia,-¿por cuánto tiempo?...-a las Repúblicas de Centroarnérica.
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Del modo más casual me fue dable conocer al medio día de hoy en la joye– ría de mi buen amigo teutón Germán Porcher, la m.agnífica pieza de orfebrería con que el Gobierno de Guatemala obse– quiará al ministro Combs, por la adiva y eficaz participación de éste en la Con– ferencia de paz: es una grande jarra, de vermeil, cuajada de gemas...
Por la tarde, a recibir a los deudos del general Regalado. Después de salu– darlos tengo que repetirles lo que ya debe de haberles dicho el funcionario que vino a encontrarlos: que Estrada Cabrera ha mandado apercibirles alojamientos en el Gran Holel, y que en las afueras de la es– tación los aguardan dos landeaux del Go– bierno. La anciana madre de Regalado, que llega transida de dolor, declara que sólo a mi casa ha de irse... Al fin resol– vernos ellos y yo, que don Francisco A. Reyes, que es yerno de la señora y por eso la acompaña,-la viuda del general quedó en Santa Ana,-se instale en el ho– tel, que doña Tona,-·-según familiarmen– te denominan a la pobre madre inconso– lable,-vaya a la legación de lV:Iéxico, co– rno lo desea, y que todos ocupemos los carruajes de Palacio.
Cuando desembocábamos en la ave– nida ¿por qué se intensificarían tanto los repiques de todos los templos, el desapa– cible restallar de cohetes, los eslruendosos vivas a Gua±emala y a Es±rada Cabrera, por el feliz desenlace de la guerra y de las Conferencias?... La señora de Regala– do, ya muy emocionada, no puede más, ha creído, sin duda, que la causa de ta– maña alegría es la muerte de su hijo ( pa– ra mí que está en lo justo), Y su fadicia fortaleza se le acaba de un golpe; rea– parece la madre, y se echa a llorar, sacu– dida de sollozos... Así llegarnos a casa, bajo las guirnaldas de papel atadas de acera a acera, bombardeados por los cohetes y los gritos, al compás de los pa– sos dobles y marchas triunfales de las bandas militares que van y vienen por las
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calles.. ¿Que les habría costado interrum– pir, por unos insl:antes, entusiasmo tan ruidoso, permitir que esta pobre madre sin hijo no escuchara a su paso semejan– tes manifestaciones, aríificiales al fin y
al cabo?...
Invitación de Estrada Cabrera para el banquete que de hoy en ocho días ofre– cerá en el palacio presidencial "al Hon. Cuerpo Diplomático",-léase Mr. Leslie Combs.
24 DE JU1íJ:O
Al cabo de tercas gesliones, logra– dos los dos objetos que me preocupaban: la devolución a sus deudos, del cadáver del general Regalado, y que todos mis asilados reintegren sus hogares, sin peli– gros ulteriores de ninguna clase! ...
lila DE .mILI@
De algún tiempo acá, se ha hecho cos– tUlnbre en estos gaudeamus palaciegos, que a la hora del café y los licores se entrevere la ·es±irada tertulia de sobreme– sa con una ceremonia que no carece de significación y solemnidad: bajo el haz de banderas que decoran uno de los tes– teros del salón de desahogo, por orden de precedencias sucesivamente van esta– cionándose los ministros diplomáticos, en tanto la orquesta ejecuta el himno de cada uno de los países que aquellos re– presentan, y todos los concurrentes, del Presidente abajo, permanecen de pie y en silencio, para, en cuanto cesan las notas extranjeras, aplaudir protocolaria– mente.
27 DE AGOSTO
Porque nunca lo llevé a cabo en mis pernanencias anteriores, después de me– ditarlo mucho, "la cosa pública" anda muy turbia y sospechosa, y mi neuraste– nia de punias, por culpa de los úHirnos sucesos, resolví el viaje y, con la fresca de las 7 de la mañana de hoy, hemos sa– lido rumbo a la Antigua Guatemala.
El primer poblado que cruzarnos por su calle única, se apellida Mixco y goza de celebridad m.erecidamen±e ganada con un muy alto ejercicio: proveer de nodri– zas indias y sanas a toda la República. De Mixco era la n"tansa vaca humana,– ¡Dios le dé m.ucha vida y mucha dicha! -que amamantó a nuestro hijo, y que por su nombre fue causa, (llárnase Co– rona), de que los íntimos de casa decla– raran a mi muchacho "el heredero de la Corona". Todas las hembras mixqueñas las consideran minas de vetas inagota– bles los hombres del pueblo, quienes no tienen otro oficio sino fecundarlas a de– rechas o a tuertas, quiero decir, por ante la Iglesia o a espaldas de la Iglesia; lo importante es que haya siempre criande-
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