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Hz arreglo y, en tanto, el "Marblehead" ha levado anclas y va conduciéndonos, despacio, fuera del límite irreal de las aguas territoriales, no mañana se diga que hubo la menor coacción por parie de Juan o por parte de Pedro... ¡Oh, sancta simplici±as!

El calor se explica, y por él no nos instalarnos dentro del saloncillo, en que ya estaban apercibidos sendos sillones para los negociadores y testigos, y mesa aparejada con carpeta y demás adminícu– los de rigor, como en las comedias.

¿Acaso estas conferencias diplomá±i– cas, lo mismo que los congresos y que todas las reuniones de los hombres, máxime si pertenecen a "la Carrera", por grave que sea el motivo que los congre– ga, por altos y nobles y humanitarios que sean los fines que persiguen, mientras de más solemnidad y estiramiento las revis– ten, mientras más ahuecan la voz en dis– cusiones y propuestas, mirados fríamen– ±e y en sus resuHas negativas casi siem– pre, cuando no contraproducentes (¡a

raíz de los grandes congresos pacifistas se registran las grandes guerras!), se pal– pa que son comedia pura que Aris±ófa– nes habría firmado sin ±i±ubeos? ..

Nos instalamos en la toldilla de popa donde, caprichos de la casualidad, la me– sa queda precisan1.en±e debajo de los dos cañones mayores que esíe animalito guar– da en su seno. ¿En vez de Aris±ófanes irá a terciar Esquilo?... De cornún acuerdo previo se designa presidente, diredor de debates o lo que fuere; y por culpa del mediano inglés que poseo, resulto yo el elegido para "tan arduas deliberaciones". En pasar lisia, registrar y cotejar plenos poderes, e±c., se ha pasado el tiempo y nos llaman a comer. Pocos almuerzos vi tan regocijados: bonne chére, caldos no malos, esprit de comensales y el mar en calma, se podría entonar el "Dichoso aquel que fiene su casa a flo±e .. ." Se ríe, se brinda, se fuma, hay beatitud en las fi–

sonomías, y en los espíritus, al parecer, ciega confianza de que iodo saldrá a pe– dir de boca. Después, ejercicio digestivo al aire libre, cabildeos y grupos acusado– res de las "afinidades electivas" caras a Goe±he.

Don Salvador Gallegos y don José Rosa Pacas, se nos juntan a Rebolledo y a mí, y me ponen en autos; la propuesta guaíemalteca trae enire sus cláusulas una ±errible: la facultad a los ejecutivos de las Partes Contratantes, de entregar a los refugiados políticos, a la primer deman– da!. ..

Abismado, pienso que semejante cláusula,-ya sería de cuidado hasfa en– ±re países limítrofes que fueran respe±uo– sísimos de la vida humana,-en esfas Herras centroamericanas que carecen de

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entrañas, equivaldría su vigencia a abrir de par en par las puedas a las peores hecafombes, y a que los odios políticos, en todas partes los más pavorosos en sus efectos, y aquí inverosímiles, se desbo– quen y las asuelen.

A mis informantes, sólo les contesto, que no creo posible que figure en proyec– ±o ninguno; pero en mis adenfros júrome combatirlas con todas mis fuerzas y, en último caso, no subscribirla nunca: es cláusula canibalesca.

Se abre la sesión. Gua±emala tiene la palabra y presenta su proyecto I que sí contiene la espeluznante cláusula!. .. Responde El Salvador con el suyo. Hon– duras, Costa Rica y Nicaragua, permane– cen a la expeC±ativa. La asamblea nos pide a Merry, a Combs y a mí, que de entrambos proyeC±os formemos uno solo, que todos los interesados direC±amel1.±e en el asunto escucharán y discutirán en pre– sencia nuestra. Mucha prisa se me anfo– ja que les corre.

La farde ha muerto, y las sombras de la noche se recuestan sobre las ondas con pudores y suavidades de recién ca– sada. Las luces de San José,apenas si se divisan; pues aunque se ha procurado mantener el "Marblehead" al garete, las corrientes y el oleaje han ido empuján– lo mar adentro, donde el balance de la nave se hace más sensible. Llaman a la comida, y la sesión se interrumpe.

Ya esta comida no resultó tan jocun– da como el almuerzo, no obstante los es– fuerzos que por animarla intenta el bra– vo con1.andan±e Mulligan, la salsa domi– nante es la preocupación; los plenipo±en– ciarios cenfroamericanos no se miran en– fre sí ¿con qué objeto?, nos miran a Me-' rry, a Combs y a mí, convencidos,-¿no lo estaban desde un principio?...-de que ilo es cierío que esíemos aquí en calidad de festigos, consejeros ni amigables com– ponedores ¡quiá!sino corno árbitros; y en ese campo, espinoso de suyo confando Gua±emala,-si ha de creerse a las malas lenguas-con el apoyo incondicional de Combs, mi pobre persona poco o nada ha de importarles. Lo que no es para mí muy halagüeño que se diga, seamos fran– cos. Tras los ±ntenos celestes que ameni– zaron el ágape, la lluvia ha empapado el cañonero 1 y iras el café, los licores, y los tabacos servidos dentro de la cámara del comandante, en el cerrado recinto de ésta y a petición general, reanudam.os la sesión, a sabiendas de que el escollo va a serlo la frisfe cláusula antihumaniíaria.

Después que los gua±emalfecos la de– fienden a capa y espada, estimulados con el beneplácito qus se dibuja en el sem– blanfe afeitado y duro de Combs; que los salvadoresños la impugnan con todas sus veras, enderezándome furtivos mira-

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